Ch’aá chaac: ceremonia maya para pedir lluvias
Ch'aá chaac es la ceremonia maya para pedir lluvias. Jesús Antonio Moo Yam documentó este ritual ancestral, con la intención de contribuir a su preservación.
Ch’aá chaac es una ceremonia maya para pedir lluvias y buenas cosechas según nos contó don Eduardo Uh Chhoc, mejor conocido como Don Chito, antes de que iniciara este importante ritual en la vida de la gente del campo de la península de Yucatán.
¿Qué es el ch’aá chaac?
En la actualidad, esta ceremonia ya está mezclada con creencias católicas, pero no ha perdido la esencia original. Lo primero que hacen es organizar un grupo de hombres para ir a cazar un venado para ofrendar a los Yumtsiles (Guardianes del bien) y todos los santos que invocan durante la ceremonia.
En esta ocasión se fueron y no tardaron en volver con tan valiosa ofrenda, era como si los estuviera esperando en la selva; se bendijo al animal y enterraron su carne («pib»), terminando así con los preparativos del día antes de la entrega de ofrenda.
Del grupo que participan en los trabajos, las mujeres prepararan el nixtamal para los alimentos que posteriormente los hombres van a preparar por su lado.
El sacerdote prepara la mesa donde irán las ofrendas y que también representará al universo. Es cuadrada y se hará de palos recién cortados en la selva, cada lado representa un punto cardinal:
- xaman (Norte)
- nojol (Sur)
- lak’iim (Este)
- chik’iin (Oeste)
Se le agregará maderas delgadas de un árbol llamado xi’ím che’ formando arcos con ello en cada lado y de esquina a esquina. De estos arcos colgará un «ch’uyub» o aro para poner una jicara con Balché que hace tres días atrás preparó el sacerdote o “jmen” y consiste en remojar la corteza de un árbol del mismo nombre que se deja fermentar para después agregarle miel. En las esquinas de la mesa cuelgan unos béticos de nombre xtaa’ka’ani que significa pegado al cielo como una conexión entre el cielo y la tierra.
Ceremonia, ofrenda
Inicia la ceremonia el Jmen, quien está concentrado rezando invocando a Chaac (Dio de la lluvia), yumbalames, aluxes y varios santos de la religión católica sobresaliendo San Isidro Labrador y San Miguel Arcángel. Reza e invoca en su lengua madre, el maya.
Apenas iniciaba y ya se escuchaban truenos a lo lejos, no tardó mucho y comenzó una llovizna que poco a poco arreciaba después de una larga sequía según nos cuenta Don Chito, el papá del anfitrión de la ceremonia, el señor Wenceslao Uh.
Se entrega su pozol a los aluxitos para después invocar a los siete yum balames. El hijo del sacerdote y algunos integrantes de la ceremonia ponen unas piedras alrededor de la mesa donde se cree estarán sentados.
Reparten cigarros para recibirlos, después don Wenceslao tendrá que ofrendar unas gallinas a los santos, yumbalames y los aluxes, por lo que se arrodilla frente a la mesa mientras el Jmen sigue rezando, le da de beber el balché a las gallinas para ofrendarlas y luego hace una pausa.
«Panes»
Los hombres se organizan para preparar los “panes” (bolas de masa con semilla de calabaza molida) que habrán de ser 42 pequeños y 4 grandes de casi ocho kilos, los cuales son marcados para distinguirlos uno de otro y ubicar a quien va dirigido cada uno. Se envuelven con hojas de laurel y son amarrados con la corteza de un árbol de nombre jool; una vez listos son enterrados.
Los “panes” pequeños serán siete para cada uno de los 6 yum balam (señor jaguar) y los 4 panes grandes serán para los 4 puntos cardinales, luego se despedazan dentro de un caldo un poco espeso llamado k’ool en el que también la carne será desmenuzada dentro. El resultado de esta mezcla se llama chok’ob y que servirá para alimentar primero a los yum balames, para que cuando sean convocados sean representados por personas que anteriormente fueron escogidos para tal fin.
Se comienza a rezar nuevamente, se llama a los yum balames para darles de comer la sopa o chook’ob y beber el balché; para esa hora la lluvia era ininterrumpida y el canto de las ranas era incesante. Termina la ceremonia y hay que ofrecer el Balche’ a todos los presentes así como la sopa o chok’ob, después de eso sólo queda esperar una buena cosecha.
Agradecimos a la familia Uh Chhoc y Jose Vidal Tuyub por las facilidades para esta documentación.