Chalchiuhtlicue “La de la falda de jade”: la diosa prehispánica del agua terrestre
Chalchiuhtlicue fue la deidad mesoamericana encargada de los cuerpos acuíferos como ríos y lagos. Sus atribuciones la relacionaron con Tláloc, su consorte y contraparte, además de otros elementos. ¡Conoce más sobre ella!
La cosmovisión de Mesoamérica fue especialmente compleja. Las atribuciones, características y relaciones entre sus diversas deidades, reflejaban una intrincada experiencia e interpretación del mundo y el Universo. En ese sentido, el agua fue tan vital para todos los pueblos prehispánicos, que tenían varios númenes rigiendo este elemento. Tláloc era el dios de la lluvia, pero en contraparte, Chalchiuhtlicue era la antigua diosa del agua terrestre, del agua dulce, de ríos y lagos. Para conocerla, debemos remontarnos en el tiempo y apoyarnos de las investigaciones históricas y arqueológicas.
¿Quién era Chalchiuhtlicue?
Según el mito, Chalchiuhtlicue era la diosa del agua terrestre, de los manantiales y los lagos, en especial del de México. Su nombre en náhuatl, se compone de las palabras chalchihuitl (jade) i («su») y cueitl, (falda), es decir, “la de la falda de jade” o «la que tiene en su falda jade». Personificó al agua dulce y regía una de las trecenas del tonalpohualli, el calendario ritual de los nahuas y otros pueblos mesoamericanos. De acuerdo a algunas versiones era consorte de Tláloc, dios de la lluvia. Según otra tradición, la deidad pluvial tomó como mujer a Matlalcueye, “la de la falda verde”, que no es sino una advocación de la diosa.
Chalchiuhtlicue era ya para el periodo Postclásico(900 d.C.-1521 d.C.), una antigua deidad del Centro de México. Desde época teotihuacana fue reverenciada, como lo atestigua el famoso monolito de su efigie, encontrado en la «Ciudad de los Dioses». También ocupó una importante posición en el panteón mexica. Los tlaxcaltecas tenían especial estima por ella en su forma de Matlalcueye; la identificaban con el volcán sagrado de Tlaxcala, conocido hoy día como La Malinche.
Atributos
De acuerdo a lo recopilado por Fray Bernardino de Sahagún, los mexicas y otros pueblos del Centro de México, creían que los ríos fluían del útero de la tierra en forma de montaña. De ahí los mandaba Chalchiuhtlicue. Ella tenía poder sobre el agua del mar y de los ríos, y podía ahogar a los que andaban en estos cuerpos acuáticos. Tenía el poder de provocar tempestades y torbellinos en el agua, así como hacer que se anegaran barcas y otros navíos.
Por otra parte, la muerte y las enfermedades causadas por Tláloc, los tlaloque, los tepictoton y los ahuaque, (habitantes de los aposentos del dios de la lluvia), también las podía provocar la Chalchiuhtlicue. Ella podía enfermar a la gente que estuviera cerca de sus dominios: los ríos y los arroyos.
Todo esto nos muestra que su asociación con Tláloc, así como otras deidades, evidencia la relación que los pueblos mesoamericanos (sobre todo los del Valle de México), percibían entre las montañas, las lluvias y otros elementos terrestres.
Características de la Chalchiuhtlicue
Se solía representar a esta diosa del agua con el rostro de color amarillo, llevando un collar de piezas preciosas con un colgante de oro. En su cabeza portaba una corona hecha de papel, pintada de azul claro, con unos penachos de plumas verdes y unas esferas azules. Sus orejeras estaban labradas en mosaicos de color turquesa, e iba vestida con un huipil de tonalidades azules. En la mano izquierda sujetaba una rodela con una hoja ancha y redonda llamada atlacuecona.
La fiestas del etzalcualiztli
En su conjunto, las fiestas realizadas en el periodo del etzalcualiztli estaban dedicadas a la celebración de la abundancia. En ellas se retribuía a Tláloc por los beneficios que había traído en los campos de cultivo, y a la vez se le suplicaba para que hiciera lo propio en los meses por venir. A la Chalchiuhtlicue y los tlaloque también se les festejaban ceremonias en su honor.
El platillo principal asociado a esta veintena era el etzalli, un guiso de maíz con frijol. Durante las fiestas la gente bailaba y llevaba en las manos mazorcas y ollas con etzalli. Los jóvenes y los hombres que habían demostrado su valentía, se disfrazaban de tlaloques, e iban de puerta en puerta solicitando algún alimento, en especial atole.
Una parte importante del esquema ritual de esta veintena eran las ceremonias que se realizaban en honor a Chalchiuhtlicue. Se fabricaba una efigie de madera, que se vestía con los atavíos propios de la diosa, a la que se le hacían ofrendas. Después se sacrificaba frente a dicha imagen una mujer que personificaba a la deidad del agua terrestre, y que era entregada por los vendedores de agua.