Cuentos de Día de Muertos: Lo que se dice de los panteones más grandes de México
Conoce de primera mano la verdad detrás de estos cuentos de Día de Muertos en los panteones más grandes de México.
Traemos para ti 3 Cuentos de Día de Muertos de la voz de quienes los vivieron: los sepultureros de los panteones más grandes de México.
Desde niños hemos escuchado cuentos de Día de Muertos, sobre todo cuando la fecha de esta celebración está cerca.
Historias de apariciones, sonidos extraños, entre otras manifestaciones sobrenaturales se hacen presentes, pero nada como escucharlas de las personas que las vivieron.
Entre tumbas, lápidas y mausoleos se pasean los sepultureros y guardias de los panteones más grandes de México, aquellos que se encargan de cuidar el último lugar de descanso de miles de personas.
Sucesos inexplicables que compartieron solo con sus seres queridos y que hoy traemos para ti. ¿Realidad o producto de la imaginación? tú tienes la última palabra.
El panteón de Belén, Guadalajara
Inaugurado en 1848, el panteón de Belén luce muchos tipos de arquitectura, prueba del paso del tiempo.
Ahí están los restos de hombres y mujeres ilustres de Guadalajara en los campos de la política, educación, ciencia, música y literatura, por lo que está protegido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia y forma parte del catálogo de Tesoros Arquitectónicos de nuestra Nación.
Desde su concepción como hospital, pasando por huerto y casa de frailes franciscanos, los pasillos de este gran cementerio cuentan mil historias, especialmente para este Día de Muertos. Si estás atento, puedes escuchar el eco de las voces del más allá.
En esta ocasión, es don Mariano Cuahutle, velador y sepulturero del panteón de Belén, quien nos cuenta que se ha topado con los protagonistas de 2 leyendas de Día de Muertos de este famoso cementerio.
Los enamorados
“Al panteón no hay que tenerle miedo, pues aquí todos descansan en paz. Bueno, casi todos” – Dice don Mariano entre risas nerviosas, pues sabe que casi nadie cree lo que está a punto de contar.
“Hace más de un siglo se enterró aquí a una pareja, se dice que sus familias no querían el casamiento. Por eso se mataron juntos y juntos los sepultaron. una vez me tocó ver a una muchacha muy guapa que entraba al camposanto. Me llamó la atención su ropa, porque venía con un vestido muy largo y abultado. Llevaba guantes y un pequeño sombrero. Yo estaba haciendo limpieza, por lo que le dije de lejos que ya no se podía pasar. La muchacha siguió caminando y de repente tomó del brazo a un caballero que yo no había visto parado ahí. Un señor muy trajeado. Les repetí que la hora de visita había terminado. Los dos me vieron con cara de no entender, se tomaron de la mano y se metieron entre las tumbas. Por poco me muero cuando los seguí y llegué a la lápida de aquella pareja”.
Nachito, el niño que le temía a la oscuridad
“Todo mundo dice que es cuento mío, pero otros me creen porque ya vieron al niño» .- continúa don Mariano, que está a punto de contar otra de sus vivencias.
“En otra ocasión me encontraba cerca de la tumba de Nachito haciendo mis rondas de la tarde. Ya estaba anocheciendo y olvidé mi linterna en la oficina. Esa vez, todo estaba silencioso porque ya se habían cerrado las puertas, pero escuché clarito la risa de un niño. Pensé que algún grupo de escuincles se había metido a jugar y fui a regañarlos. Cuando llegué, los juguetes que la gente le trae al niño estaban alrededor de su tumba, como si hubiera estado jugando con ellos. Lo más lógico para mí, fue pensar que estaba jugando y que se molestaría si lo regañaba, así que me fui para otro lado. Cuando me alejé, volví a escuchar risas de niños, pero ya no regresé”.
Don Mariano se refiere al niño Ignacio Torres Altamirano, quien falleció el 24 de mayo de 1882 y que padecía de nictofobia, condición que lo llevó a la muerte a la corta edad de cinco años.
Se dice que durante los días posteriores a su fallecimiento, su cuerpo era encontrado por los sepultureros encima de su tumba, hecho que fue atestiguado por la gente de Guadalajara.
Muchos aseguran que esto se debía a la fobia del niño hacia la oscuridad, por lo que decidieron exponer el féretro por fuera, así ya nunca estaría en la penumbra eterna.
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Panteón El Cero Morelos, Tamaulipas
Personaje clave en enfrentamientos armados, último lugar de descanso de héroes de la nación y patrimonio artístico de Ciudad Victoria, el panteón El Cero Morelos tiene mil historias que contar.
Aunque es el cementerio más antiguo de Morelos, Tamaulipas, los cuentos de Día de Muertos sobre este panteón poco tienen que ver con aparecidos y almas en pena.
Son más bien los vivos los que causan miedo entre los habitantes pero sobre todo, entre los vigilantes y sepultureros del Cero.
Miedo a los vivos
El señor Jonathan Rosales Hilario trabaja en el Cero Tamaulipas desde la edad de 15 años, cuando entró como velador para luego subir de rango a sepulturero.
“No hay día en que no encontremos hechicería y magia negra. Esto es un camposanto, párrocos y sacerdotes vienen a dar misa, bendecir y la gente entierra a sus familiares aquí. No es lugar para hacer esas porquerías” – cuenta don Jonathan algo enojado.
“Pero es verdad. Antes, cuando la ciudad no era como hoy, encontrábamos fotos y nombres de personas que conocíamos junto a amarres y hechicería de todo tipo. Muchas de esas personas ya habían pasado a mejor vida. Tal vez si hubiéramos encontrado esas cosas antes, no habrían sufrido tanto” – dice don Jonathan, con un semblante más tranquilo.
Le ponen fin a un hechizo
“Una vez, estábamos varios jardineros y cuidadores cerca de las puertas principales del panteón, dándole mantenimiento a esa parte. De repente uno de los muchachos gritó y salió corriendo muerto de miedo. Estaba limpiando lápidas y encontró el cuerpo de un animal que no supimos qué era, pero estaba dentro de una frasco de cristal. Todos se rieron, porque es muy común encontrar esas cosas. Pero todos quedaron helados cuando a los pocos minutos un fuerte viento sopló y escuchamos el grito de una mujer. En eso, las puertas del cementerio se abrieron de par en par y escuchamos muchos pasos, como si mucha gente entrara corriendo al camposanto. Nadie dijo nada. Nadie volvió a hablar de eso”.
Don Jonathan tiene 78 años. 63 años después de comenzar a laborar en el cementerio El Cero Tamaulipas, todavía encuentra brujería entre sus tumbas.
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Panteón de Dolores, CDMX
El panteón de Dolores está ubicado en la alcaldía Miguel Hidalgo, en la Ciudad de México. Actualmente, es el cementerio más grande de América Latina.
Aparecidos y gritos de dolor son algunas de las miles de historias que este panteón tiene para contar, pero no hay cuento de Día de Muertos que dé más miedo que los reales, como el que te narramos a continuación.
El soldado que no descansa
El Panteón Civil de Dolores es el más grande de la Ciudad de México y uno de los más antiguos e importantes del país. En él se encuentran los restos de Diego Rivera, Agustín Lara, Dolores del Río y José Guadalupe Posada, entre otros hombres y mujeres ilustres.
Entre estas figuras está el soldado Andrés Figueroa, que falleció a la edad de 54 años y no se sabe la causa de su muerte.
Don Moisés Vargas, sepulturero y vigilante del Panteón de Dolores, cuenta que ya se ha topado con la presencia del militar.
“Es un hombre alto, de traje oscuro y lleva un fusil en el hombro. Sus pasos se escuchan a lo lejos y en un minuto llega hasta donde estás. Una vez, cuando era nuevo, estaba dando mis rondines nocturnos y escuché el marchar de sus botas a lo lejos. Ya me habían hablado del soldado, pero pensé que eran mis compañeros queriendo espantarme. De repente, escuche como claramente venía hacía mí, de un momento a otro sus pasos ya estaban muy cerca y me quedé quieto, orando por no morirme del susto si lo veía. Hasta el día de hoy podría jurar que lo escuche y sentí pasar a mi lado, alejándose marchando”
Otros no corrieron con tanta suerte como don Moisés, pues se sabe de un guardia que murió de un infarto al encontrarse con el soldado.
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“Sí, hace muchos años murió un compañero. Es que dicen que el soldado Figueroa cuida el panteón de quienes intenten profanarlo y si te lo encuentras, te grita que te detengas o te vayas, dependiendo de tus intenciones”.
Estos cuentos de Día de Muertos vienen de viejas creencias y mitos que la gente narra de generación en generación. Si bien la mayoría son leyendas modernas, ya forman parte de la tradición oral del pueblo mexicano.