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Cuetzalan y su mirada mágica

Puebla
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© Mauricio Avramow/flickr

¿Dónde reside la magia de un pueblo? Contestar esta pregunta se convierte en un reto al encontrarse en un lugar como Cuetzalan, en la Sierra de Puebla, donde destaca su belleza natural.

¿Dónde reside la magia de un pueblo? Contestar esta pregunta se convierte en un reto al encontrarse en un lugar como Cuetzalan, en la Sierra de Puebla, donde no sólo destaca su belleza natural, sino la combinación de múltiples elementos, como la herencia de ricas culturas indígenas que le da el toque y carácter especial a toda esta zona.

Aprender a ver a través de esa mirada mágica nos permite descubrir y comprender un entorno más rico. A menudo los habitantes de estas regiones son cautos y temerosos de hablar de sus creencias antiguas y profundas. Sobre todo cuando están ante la modernidad de una cámara, donde pareciera que aquellas creencias no caben. Hay que convencerlos de hablar y cuando lo hacen surge la magia.

Cada vez que se olvida o se pierde a un ser mágico o un espíritu, todos perdemos algo de nuestra esencia y de nuestra cultura. Y aunque existan explicaciones racionales y científicas a los fenómenos naturales, al escuchar estas historias podemos entender los sueños y pensamientos de los hombres.

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AL BORDE DEL PRECIPICIO

Entre las anécdotas que más apasionan se encuentran las que hablan sobre el diablo que provoca las lluvias terribles que se dejan sentir en estas serranías y que causan enormes destrozos. A nosotros nos relataron parte de la historia, de las ocurridas en 2000 y 2009, cuando nos encontramos al borde de un precipicio impresionante, el “Balcón del diablo”, en el municipio de Xochitlán, a un lado del de Cuetzalan. Desde ahí nos explicaron cómo las tormentas deshicieron el cauce del río Cempoala. Cabe advertir que en esta zona los ríos que estructuran el paisaje van formando líneas sobre el terreno, y en los desniveles el agua salta creando impresionantes cascadas por todos lados.

UN DIABLO SOMETIDO

En el pueblo de Tzinacapán, a sólo 20 minutos de Cuetzalan, se encuentra el templo dedicado a San Miguel. Bajo los pies de la imagen del Arcángel está sometido el rostro del diablo, de cara terrible, con ojos encendidos. En la fiesta de San Miguel la imagen es sacada de la iglesia y llevada a cuestas por los pobladores. Se acostumbra a tapar los ojos del diablo para que no reconozca el pueblo y pueda causar daño. Sin embargo, cuentan que ese año el paño que cubría los ojos resbaló dejando expuestas a la mirada diabólica las vistas de la sierra. El diablo observó todo y desafió al mismo San Miguel abatiendo tormentas y agua en exceso.

Thomas Aleto/flickr

LOS MAMEYES VERDES

En uno de nuestros traslados que iba de una cascada a otra, siguiendo la ruta marcada por uno de los ríos, tuvimos la suerte de encontrar a un campesino que bajaba de un altísimo árbol una gran cantidad de mameyes. El gusto por la fruta hizo que nos detuviéramos, pues queríamos saborear ese manjar. Probar el mamey no fue posible, ya que se cortan aún verdes.

Pero encontramos a un narrador extraordinario, quien nos habló de las plantas comestibles y de los espíritus traviesos que habitan la selva, historia bien conocida en la zona, pues a más de uno le ha tocado ver a una especie de niños juguetones que atraviesan la selva corriendo y jugando. Estos pequeños, o quizá enanos, son espíritus chocarreros que cometen travesuras sobre sus víctimas, muchas veces engañan a borrachines, o a personajes dormidos. Las rodean, si están despiertas las acosan, si no las mueven del lugar original en donde se encuentran hasta llevarlas a sitios escarpados, peligrosos e insólitos.

Las víctimas de estos chicos, al despertar o encontrarse en un precipicio o en la punta de un árbol, si se alarman o reaccionan de modo brusco pueden lastimarse físicamente, y también puede darles ‘el susto’ y quedarse con un sentimiento o enfermedad que les molestará por varios días.

Estas son las historias que se cuentan en Cuetzalan y que llenan de magia las calles empedradas de este pueblo. Nosotros suspiramos al hacer nuestras maletas, pero prometemos volver en busca de nuevas historias.

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autor Conoce México, sus tradiciones y costumbres, pueblos mágicos, zonas arqueológicas, playas y hasta la comida mexicana.
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