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Día de la Santa Cruz en Angangueo, espectáculo de luz inolvidable

Michoacán
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© Viridiana Miron

Cada 3 de mayo en el Pueblo Mágico de Angangueo, en Michoacán, se realizan los festejos de la Santa Cruz con tapetes coloridos de aserrín y un espectáculo de luces y fuegos artificiales.

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Adrián Téllez, guía de turistas Tlalpujahua y mariposas monarca




Los 3 de mayo siempre han sido muy significativos para mí, pues, mientras algunos festejan a la Santa Cruz y a los albañiles, yo celebro el nacimiento de mi mamá. Este año, la experiencia fue diferente, ya que me invitaron al Pueblo Mágico de Angangueo, en Michoacán, para vivir una de las fiestas más importantes de todo el estado.

Angangueo es un destino muy popular, sobre todo durante los meses que van de noviembre a mayo, cuando centenares de mariposas Monarca llegan a sus bosques, pero ese no es el único motivo que le da ese espíritu mágico a este destino. Desde hace décadas, cada tres de mayo, el pueblo se convierte en el punto de encuentro de los creyentes que celebran a la Santa Cruz.

Viridiana Mirón

Los preparativos empiezan meses antes, pero el 3 de mayo, desde muy temprano, los habitantes de Angangueo salen a las calles para adornarlas con hermosos tapetes de colores.

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Este camino colorido de aserrín comienza desde la Parroquia de San Simón -patrono del pueblo-, continúa por la calle principal, sube hasta el mirador del Minero, mejor conocido por todos como “el Mono” y culmina en el mismo punto donde empieza. Son más de dos kilómetros de tapete; no lo podía creer.

El sol estaba en todo su esplendor y el piso empedrado hervía, pero a las personas eso no les importaba. Niños, jóvenes, hombres y mujeres cargaban costales de aserrín e hincados decoraban el piso con figuras diferentes. Mientras tanto, algunos músicos, en diferentes zonas, tocaban y tocaban sin cesar.

Los preparativos no terminaban ahí. Otras personas subían a los montes a colocar centenares de faroles que en la noche serían alumbrados con velas; otros empezaban a instalar los fuegos artificiales y otros más decoraban la Parroquia y preparaban a los santos que más tarde cargarían durante la procesión.

Viridiana Mirón

Pasaban de las siete de la tarde cuando por fin los tapetes quedaron listos y la gente local y de otros poblados cercanos como de Áporo, Zitácuaro y Ocampo, comenzaban a llegar y daban el paseo obligado por todo el camino de tapetes. Cuando cayó la noche los faroles que seguían el camino de aserrín y los que alumbraban los montes empezaban a brillar y la plaza principal se iluminaba con el resplandor morado de la parroquia. En los alrededores, cruces chicas y grandes también se encendían de colores.

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El festejo comenzó cuando el Obispo llegó a la Parroquia de San Simón y dio comienzo la eucaristía. Al terminar, empezó la procesión que más tarde se convertiría en uno de los momentos más memorables de mi vida.

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Al terminar la misa, las campanas de la parroquia, que por cierto, son de plata y tienen un sonido que llega hasta el último rincón del pueblo, empezaron a redoblar, mientras el Obispo y otros miembros de la iglesia comenzaban la procesión. Detrás de ellos, un grupo de hombres cargaba un féretro de cristal iluminado con el Señor del Santo Entierro y justo atrás otros más llevaban en sus hombros la imagen de la Virgen de los Dolores.

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Comenzó entonces la procesión, que pasa justamente sobre el camino de aserrín. Escuché a alguien decir “qué triste que pisen el trabajo de la gente”, pero al ver lo que sucedía y la devoción de todos los asistentes yo sólo podía pensar que esa era una lección para todos nosotros, pues nada -ni la vida misma- es eterna,  todo es efímero y, cuando se trata de alabar, el apego -sobre todo a las cosas materiales- es lo primero que debemos dejar ir.

Después de mi reflexión me uní a la procesión que duraría más de una hora. Decenas de personas acompañaban a las imágenes mientras la banda tocaba; otros preferían ser espectadores desde las banquetas, casas y balcones.

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De pronto, sin que me diera cuenta, empezaron a tronar cuetes que venían de diferentes puntos del pueblo. El cielo se ilumina de luz y de muchos colores. “Viva la Santa Cruz, Viva el Santo Rey, Viva Angangueo, Viva Michoacán”, gritaba la gente.

Este espectáculo continuó de manera intermitente en diferentes puntos del recorrido. Jamás en mi vida había visto tantos fuegos artificiales, ni tampoco por tanto tiempo. Algunos eran muy espectaculares, otros más sencillos, otros formaban figuras, pero todos nos hacían voltear al cielo.

El punto álgido de la procesión fue cuando llegamos al mirador del Mono. Ahí, la procesión se detuvo y más cuetes tronaron e iluminaron todo Angangueo. La gente, aglomerada y sonriente, veía extasiada ese espectáculo y fue ahí, rodeada entre devotos, cruces y luces que me conmoví; hasta ese día no había tenido la oportunidad de participar en una celebración como esta.

Cabe mencionar que esta fiesta la organizan los propios habitantes del pueblo, que durante todo el año ahorran para poder comprar el material como velas, papel, etc. para poder festejar a la Santa Cruz.

Un poco antes de terminar la procesión hubo de nuevo otro espectáculo de fuegos artificiales. Parecía que no había fin y eso me encantaba.

Cuando por fin llegamos a la parroquia, justo donde todo había comenzado, siguieron tronando los cuetes y nuevamente la gente gritaba  “Viva la Santa Cruz, Viva el Santo Rey, Viva Angangueo, Viva Michoacán”.  Finalmente, se encendió el castillo de luces de colores. Los niños maravillados sonreían mientras las chispas giraban sin cesar. Al terminar, comenzó la música, la fiesta y el baile que no pararía hasta las tres de la mañana.

El cansancio me venció y no pude quedarme a seguir la fiesta, pero eso ya no importaba, porque lo que había vivido horas antes se había quedado grabado en mi corazón para siempre.

Tips para el viajero

    • Los festejos de la Santa Cruz se realizan cada año el 3 de mayo.

 

    • Te recomendamos llegar al medio día y visitar sus iglesias y alrededores.

 

    • Lleva zapatos cómodos, pues vas a caminar bastante sobre calles empedradas.

 

    • Te sugerimos llevar ropa abrigadora, pues al ser un destino rodeado de montañas y bosque, por la noche la temperatura baja significativamente.

 

    • Lleva protector solar. Los rayos del sol pueden llegar a ser muy fuertes.

 

    • Si te animas, puedes ayudar a decorar los tapetes.

 

  • No dejes de probar las corundas, uno de los platillos michoacanos más típicos.

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autor No hay mejor forma de conocer México, que a través de sus sabores. Acompáñame a descubrir lo dulce y lo salado de este país. En Instagram te dejo más recomendaciones para comer sabroso.
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