El ocote, el árbol con el que prendemos el anafre
¿Alguna vez te han dicho que eres un ocotito? Te contamos sobre el ocote y su poderoso poder para hacer fuego.
El ocote es una de las cosas que nunca pueden faltar si queremos hacer una carne asada, prender un anafre o prender rápidamente una fogata. Esta madera inflamable proviene del árbol conocido como pino de Moctezuma o pino chamaite, cuyo nombre científico es (Pinus montezumae).
El árbol de ocote proviene de la familia de los pinaceaes y puede llegar a medir hasta 35 metros de alto. En nuestro país su hábitat se extiende desde Tamaulipas a Chiapas y crece en los bosques templados y en las montañas. Otros de los árboles de los que también se puede extraer el ocote es el pino escobetón (Pinus devoniana), el pino apache (Pinus engelmannii) y el ocote pardo (Pinus hartwegii).
Una de las principales características del ocote es su propiedad aromática, la cual proviene de una resina que es altamente inflamable, lo cual hace que la madera suela ser utilizada para prender fuego o para su uso doméstico. Además, es un árbol con hojas de color verde oscuro, posee una corteza de color café rojizo, madera blanca al interior y tira piñas de diversos tamaños.
Otros usos del ocote
Además de su uso como combustible, el ocote ha sido utilizado por los pueblos originarios como medicamento. De acuerdo con el Código Florentino –escrito en el siglo XVI–, el ocote se utilizaba para curar «la sarna, granos de la cabeza, dolor de oídos e inflamaciones, para las niguas (granos) de la espalda, enfermedades de los empeines, hinchazones de los pies y quebraduras de los huesos de los pies, y para las hinchazones de los pezones». En el mismo siglo, Francisco Hernández relata: «son muy eficaces según afirman los médicos indios, para curar las lepras».
Debido a la importancia que el ocote tiene como instrumento de combustión, en la cultura popular se suele llamar «ocotito» a las personas que buscan generar odio o intrigan para generar problemas. También suele ser una madera utilizada para elaborar talismanes para proteger del «mal de ojo», existiendo ejemplares con forma de cruz o de estrella de David.