El Parque México, Distrito Federal
Construido en 1927 como el principal atractivo de la nueva colonia residencial Hipódromo Condesa, el Parque México hoy se ha convertido en uno de los más hermosos y más visitados de la Ciudad de México.
El Parque México fue concebido como el centro del fraccionamiento y su forma evoca el trazo oval de la pista hípica del Jockey Club sobre la que se construyó, por esto algunas de las calles que lo rodean corren en forma circular, lo que confunde a quienes visitan por primera vez el parque, pues no le encuentran ni pies ni cabeza y el paseante da vueltas y más vueltas.
Aunque su nombre oficial es Parque General San Martín, todos los conocemos como Parque México, seguramente porque así se llama la calle que lo limita: Avenida México y en relación con su par, el vecino Parque España, que le antecedió tan sólo por unos cuantos años, ya que fue inaugurado en 1921 como parte de la celebración del centenario de la consumación de la Independencia.
Además de ser un importante sitio de recreo, el Parque México representa el moderno estilo de vida que adoptó nuestra ciudad en sus nuevos desarrollos residenciales durante las décadas comprendidas entre las dos guerras mundiales. El dinámico ambiente del art-decó de aquella época quedó capturado en esta colonia gracias a que se construyó casi totalmente en tan sólo 15 años, lo que le dio una unidad arquitectónica excepcional.
El parque es, antes que otra cosa, una inmensa masa vegetal que ocupa casi 9 hectáreas, una quinta parte de la superficie total del fraccionamiento, esto es una proporción insólita en la historia de la planeación urbana en México, por lo general mucho menos generosa en cuanto a la dotación de áreas jardinadas.
El diseño del parque, así como el de todos y cada uno de sus componentes es de primera categoría y combina en forma muy afortunada la arquitectura con la escultura monumental y con lo que hoy se conoce como arquitectura del paisaje, esto se explica pues en su realización intervino un equipo multidisciplinario muy competente. Sobre todo en el aspecto de la escultura monumental urbana, el Parque México es una obra modelo y pionera, ya que fue la primera que se concibió para atraer compradores a un fraccionamiento e inspiró a otros artistas como Luis Barragán en las obras semejantes que posteriormente desarroIló en Ciudad Satélite, El Pedregal y Las Arboledas.
El mobiliario del parque también está muy bien logrado, tanto en lo plástico como en lo funcional. Hace gala del concreto armado, material que revolucionó a aquella época, así como de las características formas geométricas abstractas, los colores vivos y el espíritu nacionalista que identifican al art-decó mexicano.
Otros elementos característicos del mobiliario de este bello lugar son las bancas y los letreros. Las primeras son ajenas al estilo art-decó en que se diseñaron la mayoría de los complementos, pues aunque se construyeron también en concreto armado, formalmente son de estilo naturalista imitando troncos y ramas, lo que les da un aire campirano y las remite al equipamiento característico de los parques del porfiriato. Los letreros consisten en una placa rectangular sostenida por postes en la que aparecen textos breves exhortando a los usuarios a que se conduzcan con urbanidad. Estos letreros resultan curiosos por su tono didáctico y por sus pretensiones ingenuas, sobre todo hoy en día.
En cuanto a la vegetación, además de abundante es muy variada, pues comprende plantas de todos los climas, desde el tropical hasta el frío pasando por el templado. Si bien entre los árboles más abundantes están los fresnos, los truenos y las jacarandas, también hay plátanos, palmeras de varias clases, oyameles, cedros y hasta ahuehuetes, los árboles mexicanos por excelencia. Encontramos así mismo arbustos de azaleas, azucenas y setos diversos, así como hiedras, bugambilias y pasto. En este aspecto no vale aquello de que «todo tiempo pasado fue mejor», ya que estas plantas hoy están muy desarrolladas en comparación con el pequeño tamaño que tenían en los inicios del parque, según se puede apreciar en las fotografías de la época.
El Parque México es, desde sus orígenes, un poderoso imán que atrae a todo aquél que se le aproxima y ya no lo deja escapar nunca pues por más que se aleje de él, sólo lo hará en forma temporal e inevitablemente volverá para dejarse atrapar de nuevo por sus frondas.
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