Emilio Carranza, el sobrino de don Venustiano que murió en una misión pacífica
Emilio Carranza se convirtió en héroe nacional por encabezar una misión pacificadora y amistosa entre México y Estados Unidos.
Emilio Carranza Rodríguez, sobrino nieto de quien fuera presidente de la República, fue un notable piloto aviador mexicano nacido en la Villa de Ramos Arizpe, Coahuila, un 9 de diciembre de 1905. Creció entre México y los Estados Unidos y desde muy pequeño estuvo familiarizado con el mundo de la aviación, pues solía acompañar a su tío Alberto Salinas Carranza, piloto graduado de la escuela de Aviación de Moissan, quien combatió al lado de Francisco I. Madero y más tarde de su tío Venustiano Carranza, y dirigió además una escuela de pilotos militares en la ciudad de México.
El 2 de julio de 1923 ingresó a la Escuela Nacional de Aeronáutica y, para el 14 de enero de 1926, obtuvo el grado de Teniente Piloto Aviador de la Fuerza Aérea Mexicana. Combatió contra la rebelión yaqui y tras derrotarlos, lo ascendieron a capitán.
Llevó a cabo el vuelo más largo efectuado hasta entonces por un piloto mexicano el día 2 de septiembre de 1927: 10 horas y 48 minutos de la ciudad de México a Ciudad Juárez, Chihuahua, en un monomotor Quetzalcóatl de fabricación nacional.
Emilio Carranza encabezó la misión de pacificar la relación entre México y Estados Unidos, un gesto amistoso entre dos países que entonces no se toleraban
Más tarde, el diario Excélsior organizó una colecta para hacer un vuelo sin escalas desde la Ciudad de México a Washington D. C., para lo cual se mandó construir un avión similar al “Espíritu de San Luis” que había llevado a Lindbergh –otro famoso piloto de vuelos de largo alcance– de Nueva York a París. Emilio Carranza se convirtió en el encargo de la misión.
Esto despertó el interés general y de pronto, gente de todos lados, enviaban contribuciones, incluyendo inmigrantes y mexicanos que habían emigrado a los Estados Unidos; estudiantes de todo el país, cantineros, boleros, trabajadores domésticos, vendedores, comerciantes, taxistas, chóferes y todas aquellas personas con un sentido de patriotismo, que querían impulsar la noble causa de paz, buena voluntad y comprensión entre los dos países –México y Estados Unidos–. Cuando Lindbergh se enteró del posible vuelo, él mismo mandó un donativo de $2,500.00 dólares»
Narra el texto Emilio Carranza, El mensajero de paz
De este modo logró incontables hazañas y el 11 de junio de 1928, Emilio partió de la capital del país a Washington D.C. en el avión bautizado como México Excélsior. A las 3:45 de la mañana del día siguiente, debió hacer un aterrizaje forzoso en Mooresville, North Carolina, a 300 millas de la capital norteamericana.
Al fin el 11 de junio de 1928 salió una nube de polvo que parecía huracán debajo del México-Excélsiory se levantaba al cielo al elevarse el avión en su vuelo a Washington, DC. La multitud otra vez cantaban «Viva México» «Viva Carranza.»»
Carranza fue un héroe de la diplomacia
Llegó por fin a Washington más tarde y lo recibieron con grandes honores aun cuando no había logrado su objetivo. Fue recibido por diplomáticos que pensaban que el viaje de Emilio Carranza traería una nueva etapa de buenas relaciones entre México y Estados Unidos. Inmediatamente lo llevaron a recibir un telegrama del dueño del Excélsior, que además de felicitarlo, le otorgaba la propiedad de la aeronave. El telegrama reza:
“…ya que el avión se había adquirido con el dinero de la gente a quienes servimos por medio de subscripciones, hoy te otorgamos derecho de propiedad y esperamos que este avión te sirva para que alcances mejores metas. Te recordamos que los contribuyentes fueron elementos de diferentes clases sociales y de diversas aspiraciones.»
Tras este vuelo, el presidente Coolidge lo invitó a cenar a la Casa Blanca y Carranza colocó una ofrenda floral en la tumba del soldado desconocido, en el cementerio militar de Arlington. También en la Ciudad de México este vuelo mereció la celebración de la gente.
Carranza nos representaba como nación y raza y lo enviamos como embajador de paz y amistad hacia esa gran ciudad de Norte América. […] México celebró junto con Washington con un gran orgullo nacional. Los edificios de gobierno estaban abanderados y todos sus ocupantes de fiesta. Pilotos mexicanos se elevaron y dejaron caer flores por toda la ciudad.»
Fuente: Emilio Carranza, El mensajero de paz
El triste final de Emiliano Carranza
En Nueva York, recibió las llaves de la ciudad de manos del alcalde Jimmy Walker y se le otorgó el honor de pasar lista a los cadetes de West Point, luego de anunciar un nuevo vuelo de esta ciudad a la capital mexicana. Las condiciones metereológicas hicieron posponer varias veces su plan y, tras cancelar varias salidas, el 12 de julio, salió hacia el aeropuerto Roosevelt y, pasadas las siete de la noche, despegó para intentar el nuevo viaje sin escalas.
En medio de una tormenta sufrió un accidente letal. Fue localizado su cadaver a 50 pies de distancia del avión en la región boscosa de Nueva Jersey. Algunos testigos declararon que el avión habría sido tocado por un rayo. El presidente Coolidge ofreció un destructor para que transportara su cuerpo al puerto de Veracruz, pero el gobierno mexicano optó por hacerlo por ferrocarril. Sus restos reposan en la Rotonda de las Personas Ilustres y en el lugar donde cayó el Sandy Ridge fue erigido un monumento en su memoria.