En Guerrero Negro se produce el oro blanco
En Guerrero Negro está la salinera más grande del mundo y el ecosistema atrae a ballenas y leones marinos. ¡Mira los paisajes alucinantes!
En Guerrero Negro la sal hace visible a este lugar en sus láminas corroídas y en su aire espeso, hace que se preserve la vida de especies marinas, pero sobre todo, hace infinito lo níveo de sus paisajes.
Guerrero Negro: 33,000 hectáreas de paisajes blancos que en algún punto se funden con el azul del cielo, mientras los monstruos amarillos cosechan la sal a su paso y las moles naranjas, que surcan el terreno pálido, transportan la cosecha a la máquina que lava la sal para ser embarcada y llevarla hasta tierras niponas.
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Nosotros llegamos a Guerrero Negro en avioneta. Fue un viaje rápido, una hora cuando más, saliendo desde Hermosillo. Sin embargo, subirte a una avioneta es una experiencia casi claustrofóbica, hermosa o casi hermosa, pero sin duda claustrofóbica. Son pequeñas, bajas, parecen frágiles, si mides más de 1.50 metros hay que entrar gateando.
Sobrevolando Guerrero Negro, llamado así por el barco Black Warrior proveniente de Massachusetts que, en 1858, se hundió en la laguna Ojo de Liebre; logras ver el Desierto del Vizcaíno, el Valle de los Cirios y La Salina que contrasta con la arena del desierto, y el azul verdoso de la laguna y el mar, sólo hasta que bajas terminas de descubrir las maravillas de un lugar, por decir lo menos, muy particular.
Guerrero Negro se encuentra justo a la mitad de la península de Baja California, dividiendo la Baja California del norte y la del Sur. Se puede llegar desde el norte por la carretera 1 en dirección hacia Cabo San Lucas y, desde el sur, por la misma carretera 1 hacia Ensenada (la cual tiene panorámicas muy hermosas).
La primera imagen que uno tiene de la región es la de un sitio olvidado, como si el tiempo pasara más rápido en este lugar. Puede parecer esto porque las cosas se vuelven más viejas con la sal.
Todo Guerrero Negro gira en torno a su salinidad, la ciudad es un lugar desolado dividido por su avenida principal que viene desde el aeropuerto hasta la exportadora de sal. Todo pasa en esa avenida: los moteles y hoteles, los restaurantes, el banco, las carretas de comida, las tiendas que venden ropa de paca traída desde Estados Unidos, y los autolavados. Estos no pueden faltar.
Como dato curioso, el ambiente está impregnado de sal, y ésta corroe la lámina de los autos. Hay que lavarlos seguido, por que de lo contrario se oxidan y se pudren en muy poco tiempo.
Ballenas vestidas de blanco
La sal también es el gran atractivo que “ven” las ballenas en este lugar, la temperatura del agua y la concentración salina que hay en la laguna, permite que estos mamíferos floten con mayor facilidad, eso les ayuda a poder procrear sin morir aplastados en el intento.
La Laguna Ojo de Liebre, digámoslo así, es el spa de las ballenas y algunos leones marinos; vaya, un spa muy sui géneris, quizá más que un spa es una especie de hotel y sala de partos.
La historia de la sal y su Guerrero Negro puede ser vista de forma panorámica desde su antiguo faro. Aquí, aún se pueden vislumbrar pescadores rondando, pero el silencio del lugar y el ambiente de soledad echan a volar tu imaginación, hacen que te sientas como en un lugar abandonado, post apocalíptico.
La antigua exportadora de sal dejó dos diques ya oxidados y un par de edificios en ruinas, que ahora son refugio de gaviotas y de arena. Esta última fue una de las causantes de que se abandonara la zona, debido a que las dunas comenzaron a crecer y estrecharon el canal donde los barcos se cargaban de sal.
Actualmente la Exportadora de Sal S.A. de C.V. se encuentra en funcionamiento y reubicada a unos minutos más adelante.
Esculturas de sal y viento
Los desechos de la sal son Los Amargos, desde muchos ángulos, es un espectáculo increíble; es como caminar sobre merengue duro; al contrario de los cultivos de sal que está mojada y suave, esta zona solidifica la sal y la hace totalmente transitable a pie. Por otra parte, en algunos huecos que deja la naturaleza se hacen unas lagunas de agua azul cristalina con altísimas concentraciones de sal.
Esto hace que todo objeto metido dentro de estos depósitos se convierta después de un tiempo en una escultura salina. Lo mejor llega al atardecer, cuando todo se vuelve rosa con la puesta de sol, el piso blanco y gris se transforma, dejando una paleta en colores pastel contrastando con las pequeñas pozas de salmuera color azul turquesa.
Este lugar esta básicamente esculpido por la sal y el viento, a su paso, va dejando marcas siempre nuevas y siempre diferentes; se trata de un espacio que parece inútil e inmóvil, árido pues, sin embargo, este lugar es una gran paradoja: hasta que no lo ves de cerca y con detenimiento, te darás cuenta cuánta vida da la sal que produce esta tierra.
Ve aquí el trabajo de La Marmota Azul