La historia de brujería detrás de los engrillados de Atlixco
Hace 100 años un hombre estuvo dispuesto a cometer cualquier atrocidad por conseguir el amor de una mujer, hasta brujería... este es el principio de la tradición de los "engrillados" de Atlixco.
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Cada Semana Santa salen a las calles de Atlixco, Puebla, unos hombres ataviados en túnicas negras llevando unas pesadas cadenas al cuello y autolacerándose con látigos y espinas. Son conocidos como “los engrillados”.
Y aunque los hemos visto tantas veces que parece que han existido de siempre, la realidad es que es una tradición que empezó hace poco más de 100 años, con un hombre que usó la brujería para conseguir el amor de una mujer.
José Muñoz «La becerra», quien inició con los «engrillados»
A aquel enamorado le decían “La becerra”, pero su nombre real era José Muñoz Ariza, quien por el mal consejo de alguien, fue al panteón municipal en busca de un cadáver fresco para hacerse un amuleto.
Una vez que desenterró el cuerpo sacó su cuchillo y mutiló uno de los dedos del difunto, lo metió a su bolsillo y se fue a su casa, en donde, como le aconsejaron, se hizo un amuleto con la extremidad mutilada, así como con un escapulario. Ya solo le quedaba esperar por el amor de la mujer que deseaba.
El remordimiento por hacer brujería
Pero eso no ocurrió, en lugar de eso a José Muñoz le vinieron los remordimientos. Noche tras noche lo atormentaban los pensamientos por haber perturbado la paz de un muerto. Todo el tiempo pensaba que su alma se iría al infierno. Aquellos lamentos nocturnos que “La becerra” emitía, eran escuchados por sus vecinos; el rumor de que algo malo le ocurría se extendió por todo Atlixco.
En una de esas tantas noches de tormentos, al hombre le vino la idea de ofrecer a Dios colgarse pesadas cadenas y lacerar su propio cuerpo durante todas las semanas santas de los próximos 50 años en el templo de santa María de la Asunción. Y así lo hizo.
Los «engrillados» se convirtieron en tradición
Otros lo vieron, se sumaron a él haciendo lo mismo. Ha habido años en que ha habido hasta 100 “engrillados”.
Hace no mucho tiempo las autoridades católicas poblanas tomaron medidas sobre esta tradición, condicionaron la participación a que cada persona interesada en cubrirse el rostro, colocarse una corona de espinas y colgarse cadenas al cuello acudiera a pláticas.
Aquello hizo que bajara el número de engrillados, sin embargo la tradición aún no se ha perdido.
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