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Un paseo por Atlixco: todo lo que puedes hacer en un fin de semana

Puebla Atlixco
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© Astrid Rodríguez

El Pueblo Mágico de Atlixco, en Puebla, es un destino colorido y con muchas opciones para que pases un fin de semana increíble.

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En la mirada del Popocatépetl

Acompañado por el volcán Popocatépetl, el Pueblo Mágico de Atlixco se levanta cada mañana cubierto de flores. El cálido clima se ha encargado de marcar el destino de su gente, apurada en hacer crecer pétalos de colores y delicadas hojas que añadan vida a lo cotidiano.

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Con olor a flores

Atlixco se mira hacia arriba, porque en lo alto están las cosas que más importan. El volcán y su nube de humo, los balcones aferrados a sus flores, también los templos, sus torres. Ahí está, por ejemplo, la hermosa y solitaria Iglesia de Santa María de la Asunción de Acapetlahuacan, escondida detrás de los muros del antiguo convento franciscano ahora en silencio. Abajo, en las calles, caminan con orgullo los atlixquenses. Se saben dueños de un pueblo alegre, atento a los detalles. Por eso celebran las fiestas con tapetes de flores, con danzas y comparsas, con puentes o figuras adornadas de luces.

Asombroso resulta despertar en las faldas del Cerro de San Miguel donde se ubica el hotel Posada Los Alcatraces (14 Poniente 1101; T. 01244 446 1212). Está lleno de jardines y fuentes, tiene 11 habitaciones, spa y alberca. Su restaurante, Valentina, presume una carta de cocina internacional. Hay que probar la ensalada de pétalos de rosa con aderezo de vino tinto y fresas.

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Rincones pintorescos

Sentarse a tomar café y contemplar la tarde desaparecer en el quiosco de azulejos –el centro de Atlixco gira alrededor de él–. En una de las esquinas del zócalo se encuentra la Parroquia de Santa María de la Natividad. La gente entra y sale de la iglesia, pasea entre árboles o se entretiene en cualquiera de los restaurantes que hay bajo los portales. Es preciso asomarse al Palacio Municipal para ver los murales de Juan Manuel Martínez Caltenco.

A un costado de la parroquia se despliega la calle Constitución, hay que recorrer este corto trayecto que termina justo enfrente del Ex Convento del Carmen. A medio camino, es preciso conocer Helados Ximitl (Constitución 6; T. 01244 445 0830), el local donde Gerardo Ximitl experimenta con los sabores que la imaginación o las temporadas le permiten. Desde chile en nogada, ponche de frutas y polvorón sevillano, hasta calabaza en tacha, pinole o chapulín.

Otro recinto es el Ex Convento del Carmen (4 Norte 202), una de las construcciones más antiguas de Atlixco. Ahí donde antes habitaron los carmelitas descalzos hoy existen un par de museos. El primero es el Museo de las Culturas del Valle de Atlixco, donde se exhiben objetos prehispánicos pertenecientes a distintas regiones en derredor. Además hay una sala dedicada al festival Huey Atlixcáyotl con muestras de la indumentaria usada durante la fiesta. En la parte de arriba del convento se halla el Museo de Santa Clara, un interesante espacio de arte sacro de principios del Virreinato.

Luego hay que caminar por la avenida Hidalgo, mejor conocida como Calle Emblemática. Está poblada de casonas de colores y en sus balcones siempre se asoman flores. Faroles y grandes macetas acompañan al paseante mientras la vía se va empinando de a poco. Vale la pena detenerse en Casa Amantolli (Av. Hidalgo 305), una tienda de artesanías poblanas. Pregunte por las curiosas mojigangas, son los muñecos que suelen acompañar fiestas y desfiles en el pueblo, solo que aquí se encuentran en diminuto.

Momentos para no olvidar

Desde la Calle Emblemática por la Escalera Ancha se llega fácilmente hasta el Antiguo Hospital de San Juan de Dios (11 Sur 301). En uso hasta hace poco, se trata de un hospital fundado por la orden de los juaninos. Hoy el claustro puede ser visitado para admirar la Pinacoteca, el lugar donde se resguardan las obras que de San Juan de Dios elaboraron los artistas virreinales Luis Berrueco y Pablo de Talavera. No deje de conocer el pequeño Templo de San Rafael Arcángel que se levanta a un costado.

La famosa cecina que este Pueblo Mágico presume en el mercado Benito Juárez no se puede olvidar. Servida en abundantes platos con ensalada de nopales y cebollitas asadas, es un manjar al que cuesta resistirse y los locales lo saben. Se acompaña de aguacate, ese fruto que con ahínco es cultivado en los alrededores. Hay también mixiotes de carnero, barbacoa y consomé atlixquense.

Si algo crece en el suelo de Atlixco son flores, de todo tipo, todo el tiempo. Para acercarse a ese colorido mundo basta con darse una vuelta por los viveros de la colonia Cabrera. Ahí va a parar el trabajo de los floricultores, la labor que realizan tanto en invernaderos como a campo abierto, donde se observan alcatraces y tulipanes, begonias, pensamientos, crisantemos, petunias, malvones. También hay hierbas de olor, plantas carnívoras, cactáceas y hasta árboles frutales a la venta.

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Para ver Atlixco desde las alturas está el Cerro de San Miguel. Ahí se siente más cerca que en ninguna otra parte el volcán Popocatépetl. Al amanecer está rodeado de neblina que poco a poco se dispersa, a veces queda solo su fumarola en medio de un cielo rosa. En la parte más elevada del cerro se encuentra la Capilla de San Miguel Arcángel, un modesto edificio del siglo xvi que cada 29 de septiembre recibe a cientos de peregrinos.

Es una obligación caminar y visitar una antigua hacienda de cereales, la de San Mateo, donde hoy se encuentra la Cervecería 5 de Mayo (Prolog. 4 Sur 1504; T. 01244 446 0370; visitas guiadas S y D de 14 a 18 h). Fermentadas a altas temperaturas, las dos cervezas de la compañía, Saga y Osadía, están hechas con agua de la región y poseen sabores afrutados. Vale la pena alistarse para un recorrido por las instalaciones, a un lado se encuentra además la galería de arte contemporáneo El Leñero.

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