Hombre campo vestimenta 2
Algo verdaderamente importante es que los charros no sólo han usado con maestría la reata, el cuchillo, el machete y todos sus atuendos en las labores del campo, sino que también han utilizado tácticas militares. Durante la guerra de 1847 don Pablo de Verástegui, hacendado de Ríoverde, convocó a organizar una guerrilla contra el invasor ejército norteamericano.
Durante el Porfiriato se hicieron famosos los «Rurales», un cuerpo de voluntarios cuya misión consistía en perseguir a los ladrones y a los asaltantes que asolaban el campo mexicano y hacían intransitables los caminos.
El grupo estaba formado por hombres que vestían como charros, con la clásica indumentaria, y portaban sombrero gris galoneado en plata. Ellos dependían de la Secretaría de Guerra y fueron famosos por su eficiencia para perseguir a bandoleros y abigeos; además, en los desfiles del 5 de mayo y 16 de septiembre, donde participaban, eran ovacionados por la concurrencia.
A los grupos de charros se les ha considerado como un ejército de reserva, por el manejo y conocimiento de armas de fuego. Han participado en las tres revoluciones de nuestro país: la de Independencia, la de Reforma, así como la de 1910. En la segunda, los Plateados y los Chinacos ocuparon un lugar destacado. Durante la batalla, ellos usaron la carabina 30-30.
Durante la Revolución Mexicana de 1910 la charrería como actividad sufrió un receso, ya que se suspendieron las labores del campo; sin embargo, una vez concluido este período y debido a la desaparición de las haciendas ganaderas, se continuó ejercitando, aunque ya como un deporte. De esa manera, se pudieron organizar asociaciones en toda la República y se construyeron lienzos, que tenían y tienen hasta la fecha una reglamentación muy precisa.
La mujer también está presente en la charrería. Ella participa en la Escaramuza charra que fue ideada por don Luis Ortega Ramos, inspirado en una exhibición que presenció en Houston, Texas; no obstante, esta tradición se fue adaptando hasta que quedó como la vemos ahora: un espectáculo totalmente mexicano en el que las participantes lucen sus habilidades con el caballo, sin perder el encanto de su femineidad.
El arte de la charrería nació en el Estado de México y en Hidalgo, extendiéndose al Bajío; ahí tomó características especiales en Guanajuato, San Luis Potosí, Michoacán, Guerrero, Colima y, especialmente, en Jalisco, donde el charro hizo pareja con la «China Poblana».
No hay espectáculo charro que no concluya con el clásico jarabe tapatío, antiguamente llamado «jarabe gatuno», que se consideraba un baile deshonesto, por lo que fue prohibido. Luego se retomó muchos años después.
En dicha danza participan el charro y su compañera, la «China Poblana», en cuyas figuras ha recaído la representación de México en todo el mundo.
La figura del charro ha inspirado a numerosos artistas de diferentes disciplinas: especialmente, se puede señalar al «charro pintor de charros», don Ernesto Icaza y Sánchez, quien, a través de su obra, nos hace admirar detalladamente la vestimenta, las sillas de montar y los arreos clásicos. Él hizo algunos murales en la hacienda de Ciénega de Mata, en Jalisco.
El charro, figura mexicana por excelencia, no pasó desapercibido a la marquesa Calderón de la Barca: «Es innegable que los charros actúan con la autenticidad de un producto cultural mexicano, cuya solera de origen mestizo tiene más de cuatrocientos cincuenta años de añejamiento».
El charro representa al mexicano, el hombre mestizo que lleva en sus venas sangre mezclada de dos grandes razas: la indígena y la española.
Fuente: México en el Tiempo # 28 enero / febrero 1999