La Basílica Efímera, cuando el templo guadalupano se hizo con carpas
¿Sabías que existió una Basílica Efímera hecha con lonas? Te contamos sobre este episodio.
En la Abadía del Tepeyac, Cuautitlán, Estado de México, vive uno de los arquitectos más sobresalientes en la historia contemporánea de México, reconocido por su participación en uno de los centros de peregrinaje más importantes de nuestro país y del mundo: la Basílica de Guadalupe. También fue el inventor del proyecto que anticiparía la nueva sede guadalupana: la Basílica Efímera. Se trata de fray Gabriel Chávez de la Mora, quien en 2020 fue condecorado con la medalla del Premio Nacional de Arquitectura de manos del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Schulenburg y la nueva Basílica de Guadalupe
Fue durante sus estudios de teología en el Seminario Conciliar de Tlalpan, que Chávez de la Mora conoció al cardenal Guillermo Schulenburg, rector del seminario, quien quedó sorprendido por lo innovador de su trabajo arquitectónico en el monasterio. Posteriormente, Chávez de la Mora se trasladó de la comunidad de Cuernavaca a la Abadía del Tepeyac en Lindavista. Schulenburg, quien ya fungía como el último abad de la Basílica de Guadalupe, lo buscó para que participara en el proyecto de la Nueva Basílica de Guadalupe.
Pasé a la comunidad de fundación norteamericana de Lindavista en 1968. En talleres estábamos trabajando para el Comité Olímpico. En la Basílica estaba de abad Schulenburg, que lo había tenido como rector en el seminario. Él sabía que yo estaba haciendo obras, así que me llamó para trabajar en la Basílica.»
Recuerda en enteevista para México Desconocido.
Con una sonrisa, relata que desde 1968 trabaja en la Basílica, pues aún lo llaman para que supervise obras. «Soy el veterano ahí en el conjunto guadalupano», comenta para recordar que su primera tarea fue la renovación de la Capilla del Pocito, que entonces estaba por colapsar. Posteriormente, con ayuda de pilotes, acondicionó la antigua Basílica.
Fray Gabriel Chávez de la Mora y la Basílica Efímera
La tarea titánica vendría en 1970, cuando se celebraba un aniversario importante de la coronación de la Virgen de Guadalupe. El espacio en la Basílica, calculaban, era insuficiente. Entonces De la Mora propuso un proyecto temporal, la Basílica Efímera, la cual era una carpa que abarcó desde la antigua Basílica hasta el atrio. El espacio se adecuó para 10,000 personas.
Posteriormente, Schulenburg se decantó por un nuevo proyecto de Basílica. Existieron varias ideas, como la de José Luis Benlliure, que proponía hacer el templo en el Cerrito. También se pensó en construir una estructura más grande sobre la antigua, así como la demolición.
Finalmente, el proyecto que prosperó fue el encabezado por Pedro Ramírez Vázquez con el acompañamiento de Benliure y fray Gabriel Chávez de la Mora. Se construiría un nuevo edificio.
