La Cañada de las Guacamayas
Llegar hasta aquí no es fácil. Se necesita buena condición, moverse hábilmente entre las agudas puntas de los agaves y, sobretodo, un buen guía.
Esta es la zona más alta de la cañada de las guacamayas, en lo más recóndito de la Reserva de la Biosfera de Cuicatlán-Tehuacan, en el estado de Oaxaca, cerca de los límites con Puebla. El paisaje de estas tierras es, por decir lo menos, sorprendente. Por un lado, nos encontramos en un desierto, el más sureño de México; y por el otro, en una selva baja, donde los árboles tropicales de troncos verdosos abrazan cactáceas columnares en forma de candelabro. Aquí el desierto se une con la selva, se entrelaza y se mezcla en una frontera indivisible.
Mientras subimos al mismo ritmo de nuestros guías, es decir, a toda velocidad, una parvada de guacamayas despegó de entre la vegetación a unos cuantos metros de nuestros pasos, salieron provocando un escándalo con sus alaridos característicos alarmando a toda la selva. Nuestro corazón se aceleró entre la sorpresa y la emoción. Estábamos cerca de llegar a una de las cañadas más bellas de México, en sus impresionantes paredes de 400 metros anidan guacamayas verdes (Ara militaris) y en esta época del año entran y salen constantemente de la cañada para darle de comer a sus pollos. En el cielo un halcón cola roja (Buteo jamaicensis) vigilaba el escenario.
Plumaje iridiscente
El plumaje de las guacamayas es inigualable, plumas de azul turquesa, rojas y amarillas se desprenden del verde iridiscente. Algunas volaron tan cerca de nosotros, que les pudimos ver el ojo enmascarado entre piel blanca y los dibujos negros de guerreros milenarios. Vuelan con confianza, sus pollos están protegidos por las paredes verticales, inexpugnables para cualquier depredador. Sus nidos se encuentran dentro de agujeros y grietas que adaptan y modelan con sus poderosos picos para ajustarlas a su tamaño. Tienen una o dos puestas al año y forman parejas de por vida.
Aunque parece increíble, en estas paredes hay árboles que crecen solitarios aferrándose a las paredes calizas del cañón que también funcionan como camuflaje y protegen los nidos de los rayos solares y de las escasas lluvias de verano. Las guacamayas se perchan en estos árboles un buen tiempo antes de entrar al nido, de esta manera evitan revelar la posición del mismo a sus depredadores.
Las flores de mayo
Definitivamente, esta reserva no debe ser visitada sin un guía local, existen miles de veredas y es fácil perderse. Bajamos al río que se encuentra en el fondo de la cañada escoltados por Juan, nuestro guía, y aprovechamos el camino para liberar un alacrán que nos visitó en el campamento la noche anterior, un bello espécimen “güero” (Hadrurus sp) de unos 12 centímetros de largo, muy impresionante, pero más sorprendente fue que mi hijo lo liberó a mano limpia, guiado por supuesto de nuestro amigo y biólogo de cabecera Roberto, que es un experto en bichos venenosos. Esta especie no es mortal, pero un piquete puede ser un recuerdo inolvidable, especialmente para un niño de ocho años. Ya en el río encontramos una extraordinaria cantidad de ranas, sapos, tortugas e incluso iguanas verdes.
Finalmente, nuestro regreso a lo alto de la sierra, donde montamos el campamento, lo realizamos por una estrecha vereda coronada por flores de mayo, de gran importancia en las ofrendas de las culturas prehispánicas. Una hora de sinuosos caminos entre desérticos y selváticos; piernas adoloridas por los recuerdos de las cactáceas, imágenes memorables de las guacamayas al vuelo y de sus estruendosos sonidos que llenaban el valle y nuestra mente, nos acompañaron por muchos días más.
¿Qué reserva es ésta?
La reserva de la Biosfera de Tehuacán-Cuicatlán es un valle que forma parte de la región árida de México; tiene cerca de 500 mil hectáreas de superficie y se localiza al sureste del estado de Puebla y noreste de Oaxaca.
Las condiciones semidesérticas de este valle se deben a la sombra orográfica que produce la Sierra Madre Oriental, es decir, las montañas no permiten que la humedad proveniente del Golfo de México llegue al valle. Su accidentada orografía la califica como uno de los espacios desérticos con más diversidad biológica de México y con una extraordinaria diversidad de ecosistemas: desde los bosques templados de pino-encino y bosques mesófilos, con una extraordinaria variedad de orquídeas y bromelias en las partes más altas de la sierra, pasando por la selva alta y selva baja caducifolia hasta llegar al valle desértico de Cuicatlán, donde viven las guacamayas.
Se han clasificado 91 aves sólo en la zona desértica, sobresalen por supuesto, las guacamayas verdes y un pequeño tecolote que busca sus nidos principalmente en las oquedades de cactáceas como cardones y candelabros.
Mayor información: [email protected]
Cómo llegar
Tome la Autopista Federal México-Puebla. A partir de Puebla, siga sobre la autopista Cuacnopalan-Oaxaca, llegue a Tehuacán y desde ese punto, se puede atravesar gran parte de la reserva por las carreteras 131 y 125 y sus caminos secundarios.
Hay un aeropuerto nacional en Tehuacán que cuenta con servicio de taxi aéreo ejecutivo. En Cuicatlán existe un aeródromo y se puede hacer un recorrido aéreo.