El abandono de la fuente más antigua de México

La fuente más vieja de México está en uno de los lugares más transitados de la capital mexicana pero nadie le dedica una sola mirada, así se pierde en el olvido de transeuntes y autoridades quienes solo dejaron una cerca desvencijada para protejerla de ambulantes y grafiteros. Ella responde a esta indiferencia resquebrajandose; primero se desmoronaron los niños de piedra de la parte frontal, luego le pasó lo mismo a las cornizas, más tarde surgió una enorme grieta que empieza a partirla en dos. 

Se encuentra solo a 20 pasos de la salida del Metro Chapultepec. Claro que no luce igual que en 1755, año en que fue inaugurada por el virrey Agustín de Ahumada, pero aún conserva algo que la hace bella: su poder de conectarnos con el pasado de una ciudad que ya no es la misma.   

Las crónicas dicen que fue transportada hasta este lugar en 1921 por el arquitecto Roberto Álvarez Espinosa con la intención de remodelarla, pero no se le hizo ninguna intervención.

Esta fuente fue creada con la intención de captar y distribuir el agua para los habitantes de San Miguel Chapultepec, desde ella partían 902 arcos coloniales que culminaban en la fuente del Salto del Agua, la cual aunque más reciente, tuvo mejor suerte pues fue rescatada y llevada a las huertas del convento de Tepozotlán, Estado de México, y por si eso no bastara se le hizo un duplicado que es el que podemos ver en Avenida Chapultepec y Eje Central.    

El piso donde está la fuente más vieja de México tiene una grieta enorme, producto del hundimiento de la Ciudad de México, la fisura no se ha reparado, ni tampoco los daños que está provocando en la construcción. Lo único que la proteje es una reja por el frente y una malla ciclónica vencida por la parte de atrás. 

Se pueden ver incluso los pedazos de niños de piedra en el piso y una placa con letras borrosas que posiblemente describa el año en el que esta pieza arquitectónica se construyó por un arquitecto desconocido.  

Josúe Huerta