La herencia del Galeón de Manila - México Desconocido
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Arte y Artesanías

La herencia del Galeón de Manila

La herencia del Galeón de Manila fifu

En 1489, Vasco de Gama había descubierto la India para el reino de Portugal. El Papa Alejandro VI, ignorante del tamaño de estas tierras, decidió repartirlas entre Portugal y España mediante la famosa Bula Intercaetera...

Para ello trazó una línea arbitraria en aquel gigantesco mundo apenas vislumbrado, lo cual dio origen a interminables conflictos entre ambos reinos, ya que Carlos VIII, rey de Francia, le exigió al pontífice que le presentara «el testamento de Adán donde se establecía semejante reparto».

Tres años después de estos acontecimientos, el accidental descubrimiento de América revolucionó al mundo occidental de entonces e infinidad de acontecimientos de gran trascendencia se sucedieron en forma casi vertiginosa. Para Carlos I de España era impostergable ganarle a Portugal la posesión de las Indias Orientales.

En la Nueva España, Hernán Cortés ya era virtualmente amo y señor; su poder y fortuna se comparaban, para disgusto del emperador español, con los que el propio monarca ostentaba. Conocedor de los problemas que representaban el comercio y la conquista del Extremo Oriente partiendo desde España, Cortés costeó de su propio peculio una flota armada en Zihuatanejo y se hizo a la mar el 27 de marzo de 1528.

La expedición llegó hasta Nueva Guinea, y perdida decidió tomar rumbo a España por el cabo de Buena Esperanza. Pedro de Alvarado, no conforme con la gobernación de la Capitanía de Guatemala y obsesionado por el mito de las riquezas de las Islas Molucas, en 1540 construyó su propia flota, que zarpó con rumbo al norte bordeando las costas mexicanas hasta el puerto de la Navidad. Al llegar a este punto, Cristóbal de Oñate, entonces gobernador de Nueva Galicia -que en términos generales abarcaba los actuales estados de Jalisco, Colima y Nayarit-, solicitó la ayuda de Alvarado para combatir en la guerra del Mixton, por lo que el belicoso conquistador desembarcó con toda su tripulación y armamento. En su afán por conquistar más gloria, se adentró en las abruptas sierras, pero al llegar a las barrancas de Yahualica, su caballo resbaló arrastrándolo al abismo. Así pagó el brutal asesinato perpetrado años atrás contra la nobleza azteca.

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Entronizado Felipe II, en 1557 ordenó al virrey don Luis de Velasco, padre, armar otra flota cuyas naves salieron de Acapulco y llegaron a Filipinas a finales de enero de 1564; el lunes 8 de octubre de ese mismo año arribarían de regreso al puerto que las vio partir.

Así, con los nombres de Galeón de Manila, Nao de China, Naves de la seda o Galeón de Acapulco, fueron conocidos el comercio y las mercaderías que concentrados en Manila y provenientes de diferentes y remotas regiones del Oriente Extremo, tenían como primer destino el puerto de Acapulco.

La gobernación de Filipinas -dependiente de los virreyes de la Nueva España-, con vista al almacenaje de las diversas y valiosas mercancías que serían transportadas, construyó en el puerto de Manila un gigantesco almacén que recibió el nombre de Parian, el famoso Parian de los Sangleyes. Aquella construcción, que podría compararse con una moderna central de abastos, almacenaba todos los productos asiáticos destinados al comercio con la Nueva España; ahí se concentraban mercaderías llegadas de Persia, India, Indochina, China y Japón, cuyos conductores debían permanecer en aquel sitio hasta embarcar sus productos.

Poco a poco, el nombre de Parian se le fue dando en México a los mercados destinados a vender productos típicos de la región donde se localizaban. El más famoso fue el ubicado en el centro de la ciudad de México, desaparecido allá por la década de los 40, pero aún se mantienen con gran éxito comercial los de Puebla, Guadalajara y Tlaquepaque, entre los más reconocidos.

En el Parian de los Sangleyes había un pasatiempo favorito: las peleas de gallos, que pronto tomarían carta de naturalización en nuestro país; pocos son los aficionados a este tipo de eventos conocedores de su origen asiático.

El galeón que zarpó de Manila en agosto de 1621 con destino a Acapulco, junto con sus tradicionales mercancías traía un grupo de orientales destinados a trabajar como sirvientes en los palacios mexicanos. Había entre ellos una niña hindú disfrazada de muchacho a quien sus compañeros de infortunio llamaban Mirra, y que fue bautizada antes de la salida con el nombre de Catharina de San Juan.

Aquella doncella, que para muchos de sus biógrafos fue miembro de alguna familia real de la India y en circunstancias no esclarecidas raptada y vendida corno esclava, tenía como destino final de aquel viaje la ciudad de Puebla, donde el acaudalado comerciante don Miguel Sosa la adoptó, pues no tenía hijos. En esa ciudad gozó de fama por su vida ejemplar, así como por sus extraños vestidos bordados con chaquira y lentejuela, que dieron origen al atuendo femenino con el que se identifica a México en casi todo el mundo, el famoso traje de China Poblana, que así se le llamaba en vida a su primigenia portadora, cuyos restos mortales se encuentran enterrados en la iglesia de la Compañía de Jesús en la capital angelopolitana. Respecto al pañuelo que conocemos popularmente corno paliacate, también tiene un origen orientar e igualmente llegó con la Nao de China desde Kalicot, en la India. En Nueva España se le llamó palicot y el tiempo lo popularizó como paliacate.

Los famosos mantones de Manila, prendas usadas por la aristocracia, se fueron transformando a partir del siglo XVII hasta convertirse hoy día en el bellísimo traje de Tehuana, uno de los más suntuosos atuendos femeninos de nuestro país.

Por último, el trabajo de joyería con la técnica de filigrana con el que México alcanzó gran prestigio, se desarrolló sobre la base de la enseñanza de algunos artesanos orientales llegados en aquellos viajes del famoso Galeón.

autor Conoce México, sus tradiciones y costumbres, pueblos mágicos, zonas arqueológicas, playas y hasta la comida mexicana.
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