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La historia de Augusto H. Álvarez, el papá de nuestra Torre Latinoamericana

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Augusto H. Álvarez nos dejó a los mexicanos una torre para representarnos en todo el mundo, conoce su historia

No existe rascacielos mexicano que haya resistido a más sismos de alta intensidad que la Torre Latinoamericana. Y su fuerza no solo radica en los 361 pilotes de 33 metros de profundidad sobre los que está asentado, sino sobre todo en el talento de su creador: Augusto H. Álvarez.   

Nació en la navidad de 1914, en Mérida, Yucatán. Sobre sus primeros años de vida no hay mucha información, solo que cuando llegó el momento, se inscribió en la Escuela Nacional de Arquitectura, en donde también mostraba su pasión por otro rubro aparte de la construcción, nos referimos a los trenes. 

El joven arquitecto Augusto H. Álvarez

Tras egresar no tardó mucho en llegarle su primera obra, una casa para unos familiares, la cual Augusto se las diseñó en un estilo lecorbusiano, esto en 1939. Pero no tardaron en llegarle nuevos proyectos

Así que muy joven se encargó de llevar a cabo el diseño y construcción de inmuebles emblemáticos como la Universidad de Chapingo, la Torre Altus, la Escuela Bancaria y Comercial (edificio que perteneció a IBM), la Arquidiócesis de México y el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México

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Fue en este prolífico lapso de su vida en el que contrajo nupcias con Delfina Fuentes Ogarrio, con quien tuvo cuatro hijos: Augusto, Manuel, Jorge y Javier Álvarez Fuentes. 

Un obseso del diseño, las maquetas y los trenes

En diferentes entrevistas sus descendientes recuerdan al arquitecto casi enclaustrado en su estudio, al que prefieren llamar “laboratorio”, haciendo maquetas de edificios, carreteras, caminos y vías de ferrocarril, con todo y trenes a escala.  

“Mi padre pasaba tanto tiempo  en su estudio que mi madre se sentaba en una silla junto a él para poder pasar tiempo juntos. Mi hermano Augusto y yo entrabamos para saber si algún tren se había descarrilado”, contó palabras más, palabras menos, Manuel Álvarez Fuentes, quien por evidente influencia de su constructor se convirtió en diseñador. 

La Torre Latinoamericana le llegó a sus 34 años

Fue a sus 34 años de edad cuando empezó a bosquejar la que sería su obra más emblemática: la Torre Latinoamericana, con base en el Empire State Building de Nueva York. Pero el arquitecto Augusto pondría su toque, algo más industrial, además de un elemento central para hacer de este proyecto resistente: el acero denominación 47.

Con eso y con la cimentación de concreto que permite que el edificio flote en el subsuelo, independientemente del soporte que proporcionan los pilotes, la Torre Latinoamericana, construida durante ocho años, se convirtió en el edificio más resistente

Augusto H. Álvarez recibe premio en EU por torre antis ismos

Por eso recibió del American Institute of Steel Construction, el premio al edificio más alto expuesto a una enorme fuerza sísmica que jamás  haya existido. 

Y no es para menos. Tan solo de 1957 (un año después de haber sido concluído) a 2020, la Torre Latinoamericana ha resistido siete temblores de intensidades considerables. 

Los sismos que ha soportado la Torre Latinoamericana

El primero  el del 28 de julio de 1957, de 8 grados; el del 14 de marzo de 1979, 7.6 grados; 19 de septiembre de 1985, 8.1; 20 de marzo de 2012, 7.4; 7 y 19 de septiembre de 2017, 8.2 y 7.1 grados; 16 de febrero de 2018, 7.2 y 23 de junio de 2020 con 7.5. 

Augusto H. Álvarez falleció el 29 de noviembre de 1995, dejándonos su más grande obra: una torre que nos representa como ninguna, pese a que haya otras más grandes y modernas pero que no permiten el acceso a su interior a todos los mexicanos, como sí lo hace “la Latino”. 

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