«Revolución social o Reconstrucción»: El mural desconocido de José Clemente Orozco en Orizaba, Veracruz
José Clemente Orozco es uno de los llamados tres grandes del muralismo mexicano. Sin embargo, algunas de sus grandes obras aún siguen sin ser muy conocidas. ¡Descubre su mural en el Palacio Municipal de Orizaba!
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Tras las grandes campañas militares que sacudieron al país durante la Revolución Mexicana, empezó la construcción del nuevo régimen, el del Estado Revolucionario. El muralismo formó parte de la mística cultural de aquella etapa histórica, y sin duda alguna José Clemente Orozco fue uno de sus grandes protagonistas. Pintó diversos murales, algunos muy conocidos, pero otros no tanto. Uno de ellos es el que se encuentra en el Palacio Municipal de Orizaba, Veracruz.
La cruzada cultural de Vasconcelos
Una vez acabadas la turbulencias más fuertes de la etapa armada de la Revolución Mexicana, entre 1910 y 1920, vendría el alzamiento de las nuevas instituciones estatales. Para el presidente de México, el general Álvaro Obregón, un área de especial interés fue la educativa. Para ello nombró como secretario de Educación Pública a José Vasconcelos, en 1921.
Aprovechando el apoyo recibido desde la presidencia así como los recursos de su ministerio gubernamental, Vasconcelos impulsó durante su gestión una cruzada educativa a gran escala, a fin de difundir la cultura en el país, con programas de instrucción popular, escuelas rurales, edición de libros y promoción del arte y la cultura. El fin era integrar a México a los grandes cambios que acontecieron en el mundo, a partir de los significativos eventos de inicios del siglo XX: la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa y la propia Revolución Mexicana, entre algunos otros. Uno de los objetivos más famosos y concretos de esta campaña, era alfabetizar a la mayor parte de la población del país.
El muralismo
Es de esta manera que uno de los flancos que Vasconcelos decidió abordar fue el de las artes plásticas, al disponerlas como medio de difusión de los saberes universales. En 1921 el secretario de Educación Pública contactó a Diego Rivera (que estaba en Europa) y a otros jóvenes pintores mexicanos, a fin de hacerlos parte de su gran cruzada cultural y empezar a comisionarles sus primeros trabajos. Hay controversia sobre de quien fue la idea del formato del mural, pero es claro que el primer gran ejemplo de ello es la obra de Rivera «La creación» (1922), realizada en el Antiteatro Simón Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM, en lo que es actualmente el Antiguo Colegio de San Ildefonso.
Con esto, se inició el movimiento artístico del muralismo mexicano. Muy pronto los muralistas se rebelaron contra las directrices de José Vasconcelos, abrazando el espíritu social de la Revolución Mexicana; también buscaron elaborar una nueva identidad nacional, surgida de la reivindicación de las tradiciones locales y de los pueblos originarios que habitan México. Varios nombres empezaron a destacar; uno de ellos fue el jalisciense José Clemente Orozco.
José Clemente Orozco y la comisión en Orizaba
Si bien, todos tienen presente la obra más importante que se le encargó a José Clemente Orozco durante la cruzada vasconcelista y el inicio del muralismo mexicano, es decir, sus fascinantes murales en el Antiguo Colegio de San Ildefonso (realizados entre 1923 y 1926), pocos saben que en esta época la Secretaria de Educación Pública le encargó un trabajo especial.
El trabajo comisionado a Orozco fue pintar un mural para la Escuela Técnica Industrial y Comercial de Orizaba, Veracruz. El inmueble donde estaba dicha institución, es actualmente el Palacio Municipal de Orizaba.
No hay que olvidar que a partir de la revuelta obrera de Río Blanco en 1907, la ciudades del Valle de Orizaba, y especialmente la propia Pluvosilla, vivieron diversos hechos de armas en la Revolución, así como un enorme auge en las actividades sindicales, las cuales buscaban garantizar mejores condiciones de trabajo para los obreros de las diferentes fábricas textiles de la región. Por ello, no debe sorprendernos que donde alguna vez estuviera el Colegio Preparatorio de Orizaba que fundó Porfirio Díaz en 1905, estuviese después un instituto de educación técnica para futuros trabajadores.
El mural orizabeño de José Clemente Orozco
Es de esta manera que en el año de 1926, finalmente Orozco pintó el mural para la Escuela Técnica de Orizaba. Dicha obra lleva el título de «La revolución social o La reconstrucción».
Comparado con otras obras del famoso jalisciense, la disposición de esta pintura mural nos recuerda a la usada para «Omnisciencia» de 1925, en la Casa de los Azulejos, en la Ciudad de México. Al igual que aquella, el mural orizabeño está dispuesto en la enorme pared del descanso de la escalera principal del palacio municipal.
En la parte superior del muro, Clemente Orozco pintó a unos hombres reconstruyendo una pared. Lo llamativo de los personajes es que junto a la espátula y sus herramientas, estos aún llevan sus fusiles y sombreros de ala ancha. Esto los puede identificar como una alegoría del tránsito de la etapa armada a la reconstructiva de la Revolución Mexicana.
En la parte inferior, a los flancos, se encuentran dos grupos de mujeres. Ellas están lamentándose, sollozando; una consuela a su hijo tullido por la guerra (quien parece ser un antiguo soldado porfirista). Estos personajes podrían identificarse como un símbolo de la resignación y la necesidad de continuar con la inercia transformadora de la Revolución. Pero se comenta que en particular, este fragmento del mural está inspirado en una vivencia del propio José Clemente Orozco. Y es que parece ser que en 1914, el pintor también había visitado Orizaba. Ahí fue testigo de cómo soldados carrancistas acribillaron a un grupo de zapatistas, justo en el atrio de la Catedral de San Miguel Arcángel. La mayoría de aquellos desdichados eran mujeres y niños.
La fuerza dramática en las composiciones de Orozco a menudo estaba basada en sus propias experiencias. Dicho tono no solo remarcaba las contradicciones y tragedias acaecidas durante la Revolución Mexicana, sino también matizaba la idealización de aquella guerra civil que cambió el rumbo del país para siempre. Es un recordatorio, sin duda alguna, de la complejidad de la sociedad y del ser humano.
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