La historia de los japoneses que nos trajeron los jacarandas a México
Las jacarandas llegaron a México gracias a un par de japoneses que trajeron este árbol que era similar a los cerezos de su país. Aquí la historia.
Un día 1910 un joven salió de Japón rumbo a México en busca del padre que 13 años atrás los abandonó a él y a su madre con la promesa volver. Este evento familiar fue el origen de los árboles de jacarandas en México, el momento responsable de que todos los meses de marzo y abril las calles de la capital mexicana se tiñan de azul violáceo que dejan sus flores.
El muchacho se llamaba Sanshiro Matsumoto. Es probable que cuando llegó no le fuera difícil encontrar a su padre, Tatsugoro Matsumoto, ya que éste había sido el creador de un majestuoso jardín con lago artificial en el Palacio de Cristal para festejar el centenario de la Independencia de México, convirtiéndose en el jardinero favorito del porfiriato.
De las reacciones tras su encuentro no se sabe mucho, o más bien nada, pero lo que sí se sabe es que Sanshiro ayudó a su padre a asentar las bases administrativas de un sólido negocio de jardinería en la capital del país. La empresa próspero, pese a que la Revolución Mexicana empezaba.
¿Qué hicieron los Matsumoto durante los 10 años siguientes? Ése es otro de nuestros vacíos históricos. Pero se conoce que entre 1920 y 1924, cuando los álgidos momentos del conflicto armado habían pasado, el maestro jardinero propuso al presidente Álvaro Obregón sembrar árboles de jacarandas en las vialidades principales de la ciudad, y el permiso le fue concedido.
Tatsugoro y su hijo Sanshiro habían puesto en marcha un plan de crianza de jacarandas en sus viveros, el árbol había sido traído desde Brasil, y una de las razones por las que quería imponerlo en México era que gozaba de un clima ideal y sin lluvias durante la primavera.
Se cree que durante el tiempo en que los japoneses fueron perseguidos por el gobierno norteamericano como represalia a su intervención en el conflicto mundial, Sanshiro compró la Ex Hacienda de Temixco, en el Estado de Morelos, para colocar ahí un albergue en donde sus connacionales pudieran refugiarse y vivir de sus cultivos.
Hoy en día los torcidos y altos troncos de los árboles de jacarandas aparecen por casi toda la Ciudad de México, a ratos incluso parecen estar muertos, pero cuando florecen en marzo nos recuerdan que los Matsumoto, siguen de algún modo aquí junto al lazo de amistad que une a este país con México.