La Iglesia de Santa Rosalía, ¿una obra de Eiffel?
Existe una tendencia internacional que atribuye a Gustave Eiffel todas las construcciones de hierro, pero podría haber otras empresas involucradas en la creación de estas obras.
La paternidad de toda estructura metálica histórica del siglo de hierro es de dudosa ascendencia y el de la iglesia de Santa Rosalía no es la excepción.
La iglesia metálica de Santa Rosalía fue llevada por el mar a las minas de cobre del Boleo en 1894 y desde ese entonces se le atribuye su construcción a Gustave Eiffel. Pero como según cuenta Bertrand Lemoine, estudioso de Eiffel, confirma que el francés tiene el privilegio de verse atribuir todo lo que de cerca o lejos parece metal noblemente labrado”.
Aunque recientemente Lemoine ha desmitificado el origen de una casa de lámina asignada al famoso ingeniero en la región parisina para devolverle su paternidad real…La de una empresa belga, la Casa Danly, constructora de edificios metálicos prefabricados.
El templo de Santa Bárbara: una «casa de hierro» armada en el siglo XIX en este pueblo de Baja California, ha sido estudiada en diversas ocasiones. Una de ellas fue en abril de 1993, cuando Ángela Gardner, estudiante de arquitectura en Washington, llegó a Santa Rosalía para trabajar en la «iglesia eiffel» para examinar todas las junturas del edificio en busca de algún indicio que permita conocer la procedencia, el diseñador o el constructor de la misma.
Pero después de semanas de trabajo, aparte de la gran placa con el nombre de eiffel en la fachada del templo, se encontró que no existía ninguna prueba que corroborara lo que el rumor rosalino daba por sentado.
Ángela batalló entre los inciertos relatos históricos (sobre los cuales nos hemos apoyado para recuperar la historia de la iglesia), ya que en el archivo de la compañía minera faltaba precisamente el Diario correspondiente al año de compra de la iglesia (1894).
Tipológicamente, la iglesia de Santa Rosalía pertenece a la categoría de las”casas de hierro» una especie de barracas armables que se ponían sobre el suelo y se desarmaban a voluntad, que fueron producidas por la industria europea produjo con gran auge en el siglo pasado para exportar a las colonias. Los techos son de Lámina, y las paredes a base de placas embutidas fijadas con pernos, las cuales soportan gran parte de la carga del edificio. Cada una de estas casas está vinculada a una construcción tipo, a un sistema, con todo lo que esto supone: concepción estructural, modularidad de los elementos, estandarización del ensamblado y prefabricación.
Ahora bien, aunque los talleres Eiffel intervinieron en un amplio panel de actividades de ingeniería (puentes, viaductos, mercados, fábricas, eclusas, escuelas, talleres y casinos, aproximadamente un centenar de obras en Francia y unas 60 en el extranjero), se desconoce si proyectaron y comercializaron casas de lámina en serie. Aunque si hubieran construido una, habrían hecho cien. Lo que sí se sabe es que sí edificaron iglesias, como es el caso de Notre-Dame-des-Champs y Saint-Joseph en Paris, además de las iglesias «clé-en-maln» construidas para los países lejanos.
En 1875, Eiffel mandó una iglesia metálica (testificada) a Anca, Perú (un área que hoy día pertenece a Chile), dicha iglesia sustituyó el antiguo templo destruido en 1868 por un terremoto. La iglesia de San Marcos de Arica, aunque fue mandada en cajas para ser armada en el lugar, es un edificio de”estructura” y no una caja de metal armable- desarmable.
Pero vayamos a los hechos y hablemos de Rothschild y Rockefeller y sobre las verdades y leyendas el Templo de Santa Bárbara y la compañía del boleo.
En 1885, la Casa parisina Rothschild y el banco Mirbaud fundan la Compañía del Boleo, concesionaria de ricas minas de cobre recientemente descubiertas en Baja California. Emigrantess del interior de la República y técnicos franceses fomentarían la expansión de Santa Rosalía, una pequeña localidad colindante con los yacimientos. Es así como este poblado crece como enclave francés en territorio mexicano: un oasis de civilización en este casi desierto, bañado por el Mar de Cortés.
Instalados en el promontorio de la Mesa de Francia, los franceses viven con exclusividad, repatriando el cobre y los beneficios del mismo a la metrópolis. En esta joven localidad donde el número de cantinas crece rápidamente, las mujeres comienzan a sentir la inquietud de satisfacer sus necesidades religiosas, por lo cual se organizan en grupos para que los responsables de la mina construyan una iglesia.
La señora la Forgue, esposa del primer gerente del Boleo, Charles de la Forgue, influye en la decisión y en 1894, en el curso de un viaje a Europa, los la Forgue se dirigen a Bélgica, donde alguien les recordó que una iglesia construida por Gustave Eiffel se encontraba desmantelada en una bodega de Bruselas. Originalmente esta construcción estaba destinada a las colonias francesas del ecuador africano, ya que al estar hecha de hierro era resistente a las termitas.
Con una inversión mínima, se obtiene la iglesia que se lleva a Santa Rosalía y se ofrece una solución rápida al sentimiento religioso de los habitantes del lugar. El lugar en Santa Rosalía se ofrece a la advocación de Santa Bárbara, patrona de la mina y de los mineros, la cual será consagrada en 1897.
Un artículo del periódico parisino la Paix, retomado el 15 de noviembre de 1894 por el cotidiano mexicano el Eco del Valle, constituye uno de los escasos documentos que atestiguan la transacción: la Compañía pidió a la industria metalúrgica francesa una iglesia de hierro, desarmable y transportable y de un preclo inferior a la de una construcción de piedra. Esta sería mandada a México. Se colocaría en tierra sin cimiento alguno; «sus medidas son de 30 por 16 metros; hay campana, cruz. La armazón es de hierro y las paredes adornadas están forradas de acero y contienen un colchón de aire de 23 centímetros, donde puede renovarse este fluido a voluntad por medio de válvu las, por lo que habrá en ese edificio el mismo fresco que en otro de mampostería».
Esta pequeña muestra de nuestra industría Nacional será quizá precursora de una revolución pacífica en la construcción de edificios para lo futuro. De Eiffel, no hay ninguna mención (imprescindible, si de él fuera).
En el relato de los orígenes, circula otra versión más épica y sin otro fundamento que el de ser transmitida a partir de la memoria popular: la iglesia habría sido adquirida por una empresa minera norteamericana, propiedad de los Rockef eller, para ser insta lada en sus minas californianas. El carguero que la transportaba sufrió una avería y tuvo que recalar en la Baja, en donde se desembarcaron las cajas de la iglesia para facilitar la reparación.
Abandonado en el lugar, el cargamento fue recomprado por la Compañía del Boleo. Y navegó de exposición en exposición. También se cuenta que, en uno de sus pasos transitorios, la iglesia se exhibió en la exposición (magna) parisina de 1889, ¿o será la Colombina, Chicago 1892? Un itinerario errático y relegamientos temporales, han constituido dos elementos recurrentes del mito viajero que envuelve al templo.
Como los pabellones de exposiciones, las casas de lámina han pagado con continuos desplazamientos su flexibilidad original. De allí la pérdida de los orígenes y el indudable encanto que tienen estos sitios.
En el viejo continente se fomentó, por medio de los ingenieros-empresarios, cierta idea de arquitectura para las colonias y se ideó, por ejemplo, un dispositivo de doble pared climatizable para compensar los extremos climáticos, sistema que al parecer no llegó a funcionar conforme a sus intenciones ya que los curas de Santa Rosalía atestiguan que el templo, helado en invierno, se vuelve un horno durante los calurosos meses del verano californiano. En cambio, los esqueletos metálicos cumplían perfectamente con los requisitos que imponen los esfuerzos horizontales. Idóneos para esta zona de Baja California, que a menudo es víctima de temblores y huracanes.
Alrededor de 1870, los elementos tecnológicos están reunidos para que se puedan idear las casas metálicas: el acero, el laminado acanalado, la galvanización, el embutido y el estampado. Con ellos los ingleses, pioneros en materia siderúrgica y en la utilización del hierro en la construcción, impondrán un nuevo concepto, clave para la arquitectura del siglo XIX: el de prefabricación. Láminas, vigas, rieles, remates y barandales, producto de las fundidoras británicas surcan los océanos hacia los territorios del Imperio.
Ya en la segunda mitad del siglo, todos los países europeos con siderurgia y colonias diseñan, fabrican, instalan y exportan elementos, estructuras y edificios metálicos. A fines del siglo, varias patentes de casas de acero están creando ya una industria sui generis.
La iglesia de Santa Rosalía: ¿una edificación Duclos?
El ingeniero belga Marc Braham, al investigar las casas francesas de metal, pudo identificar una decena de ellas como curiosidades en el territorio francés. La Villa de Poissy en las Yvelines, una de las más famosas, había sido atribuida durante muchos años a Gustave Eiffel, antes de ser devuelta a la importante constructora Danly, que mandó a México el Palacio Municipal de Orizaba. Otra de esas casas todavía en pie es la Villa de Morgat en Bretaña, que tuvo el mismo destino de falsa casa «Eiffellana.
Concebida por Eiffel, la Villa fue exhibida en Chicago en la exposición de 1889, donde fue comprada por un parisino moderno deseoso de reconstruirla en el balneario de Morgat. Un itinerario verosímil, aunque legendario: la Villa de Morgat resulta ser otra casa Danly.
Otras seis casas de lámina provenían de otro sistema que Marc Hraham atribuyó a un ingeniero de origen brasileño, egresado, al igual que Eiffel, de I’Ecole Centrale des Arts et Manufactures, en 1878: Biblano Duclos.
Duclos fue un constructor y empresario de obras públicas, ingeniero consejero, galardonado en varias exposiciones universales, Duclos creó el 4 de abril de 1893 la sociedad B. Duclos et Cie, establecida en Courbevoie (periferia parisina). El constructor se proponía explotar la patente pedida el 20 de febrero de 1890, de «Malsons démontables, portables o fijas…» Habitaclones económicas y confortables, armazón metálico, muros de doble pared, según anunciaba la publicidad.
En muchos aspectos, la iglesia de Santa Rosalía se asemeja a las casas Duclos: igual embutido de placas, idéntico dispositivo decorativo, adorno «flor de lis» en la cumbrera y molduras de remate con su recorte característico. Una simple comparación de fotografías puede convencer rápidamente.
El templo y las casas Duclos tienen, además, una misma constitución interna, con sistema de doble pared aislante y un armazón «ligero» transportable; además, los pan eles de embutido sencillo no pueden soportar la carga por sí solos, como lo hacen los del sistema Danly. Cabe menclonar que cada edificio salido de los talleres Duclos Ilevaba una placa con un número de serie y el nombre del constructor. Bastante exiguo en su hermosa forma original, el templo fue notablemente remodelado por sucesivos párrocos (todopoderosos en su parroquia). En los años cincuenta, sus bellos tejabanes laterales sobre columnas fueron rellenados como naves”habitables» y encerrada la base de sus arcos en armaduras dentro de un encofrado de madera.
La casa Duclos cesó sus actividades entre 1900 y 1910. Indica Marc Braham: Si hemos reportado en Francia seis casas Duclos, no conocemos ninguna de ellas en el extranjero. Cuando el sistema, como los otros, estaba destinado a la exportación.
Así, de acuerdo con la hipótesis planteada, México no tendría en su territorlo construcciones de Gustave Eiffel, pero sí la primera casa Duclos conocida fuera de su país de origen.
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