La isla Magdalena (Baja California Sur) - México Desconocido
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La isla Magdalena (Baja California Sur)

Baja California Sur
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La Isla Magdalena junto con sus esteros, canales y la Bahía Magdalena constituyen una reserva natural increíble donde la naturaleza continúa con su ciclo.

Larga y angosta barrera de arena de 80 km de longitud que se localiza frente a la costa occidental de Baja California Sur, próxima a Bahía Magdalena. Esta bahía, la más grande de la península, cubre un área de 260 km2y se extiende 200 km, desde la Poza Grande en el norte, hasta la laguna de bahía Almejas en el sur.

Francisco de Ulloa, experto marinero y audaz descubridor, fue el último enviado de Cortés a las exploraciones de la Baja California, pero el primero en navegar la inmensa Bahía Magdalena a la que llamó Santa Catalina. Ulloa continuó su viaje hasta la isla Cedros a la que originalmente denominó Cerros; cuando llegó al paralelo 20 descubrió que navegaba por la costa de una península y no de una isla. Sacrificando su propia seguridad decidió regresar una de sus embarcaciones y quedarse con la más pequeña; se sabe que naufragó en las turbulentas aguas del Océano Pacífico.

El descubrimiento de Francisco Ulloa ha sido una de las contribuciones más importantes para el conocimiento de la geografía bajacaliforniana. Posteriormente, Sebastián Vizcaíno, en su expedición científica por la península, navegó por los esteros, canales y lagunas de la Bahía Magdalena.

Con el propósito de seguir los pasos de aquellos grandes marineros y aventureros llegamos al puerto Adolfo López Mateos; la primera impresión es la de un puerto poco atractivo, un tanto abandonado y desolado, pero una vez que se convive con sus habitantes y se visitan sus alrededores, la imagen cambia completamente.

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Tiempo atrás, cuando funcionaba la planta empacadora, había mucho dinero en el puerto; los pescadores trabajaban la langosta, el abulón y especies de escama. En aquel entonces, también estaba abierta una mina fosfórica. Aunque hoy todo eso está abandonado, los habitantes continúan ejerciendo el oficio de toda la vida: la pesca.

Durante los meses de enero a marzo las cooperativas pesqueras trabajan como guías de turistas, ya que en esa temporada se organizan paseos para observar al segundo mamífero más grande del mundo, la ballena gris, que año con año arriba a las cálidas aguas del Pacífico mexicano para reproducirse y dar a luz a los pequeños ballenatos.

El pueblo tiene el aspecto de los típicos puertos del Pacífico peninsular, un poco desolados y siempre ventosos, donde día con día los pescadores de piel bronceada desafían las turbulentas aguas del canal de San Carlos, y de Boca la Soledad y Santo Domingo, vías para internarse a mar abierto, con el propósito de pescar tiburón. De ese lado de la isla Magdalena también es frecuente ver tortugas, bufeos mascarillos (mejor conocidos como orcas), delfines y, con suerte, ballenas azules.

En López Mateos nos embarcamos en las lanchas de «Chava», un experimentado guía de la región, y atravesamos el canal de San Carlos durante una hora hasta llegar a isla Magdalena. Un numeroso grupo de delfines nos dio la bienvenida, saltaban y jugueteaban alrededor de la panga.

Con una buena reserva de agua, cámara, binoculares y lupa seguimos las huellas de coyotes, aves y pequeños insectos, para internarnos en el fascinante mar de arena, en las inmensas dunas. Este es un mundo siempre cambiante sujeto al capricho de la naturaleza y del viento, el gran escultor que mueve, levanta y transforma el paisaje, modelando en los montículos de arena caprichosas formaciones. Durante horas y horas caminamos y observamos detenidamente el espectáculo, subiendo y bajando por las dunas móviles.

Estos montículos se originan por la acumulación de arena arrastrada por el oleaje y el viento, factores que poco a poco van desgastando las rocas hasta desintegrarlas en millones de granitos. No obstante que las dunas pueden desplazarse aproximadamente seis metros por año, adquieren caprichosas formas geométricas que se clasifican en lomos de ballena, medias lunas (formadas por vientos moderados y constantes), longitudinales (creadas por vientos más fuertes), transversales (producto de brisas) y, por último, estrellas (consecuencia de vientos opuestos).

En este tipo de ecosistemas la vegetación juega un papel importante, ya que sus extensas raíces además de captar el líquido vital -el agua-, fijan y sostienen el suelo.

Las gramíneas se adaptan muy bien en los suelos arenosos, pues germinan rápidamente; por ejemplo, si la arena las entierra, persisten y vuelven a surgir. Son capaces de soportar la fuerza del viento, la desecación, el intenso calor y el frío de las noches.

Estas plantas tejen una extensa red de raíces, las cuales retienen la arena de las dunas, dándoles firmeza y sus floraciones son de intensos colores rosas y violetas. Las gramíneas atraen a pequeños animales y éstos a su vez a otros más grandes como coyotes.

En las playas vírgenes, bañadas por el infinito Océano Pacífico, encontramos conchas de almejas gigantes, galletas de mar, huesos de delfines, ballenas y lobos marinos. En Boca de Santo Domingo, al norte de la isla, existe una colonia numerosa de lobos marinos que se asolean en la playa y juegan en el agua.

Dejamos el paseo por tierra para continuar con nuestra exploración en el agua, y recorrer el laberinto de canales, esteros y manglares. El área costera de la región alberga la reserva biológica más importante de bosques de mangle en la península. Estos últimos crecen en los litorales, donde ningún otro árbol o arbusto podría soportar el medio salado y húmedo.

Los mangles le van ganando terreno al mar creando una increíble selva sobre zancos. Las principales especies en este ecosistema son: mangle rojo (Rhizophora mangle), mangle dulce (Maytenus(Tricermaphyllanhoides), mangle blanco (Laguncularia racemosa), mangle prieto o botoncillo (Conocarpus erecta), y mangle negro (Avicennia germinans).

Estos árboles son el hogar y criadero de un sinfín de peces, crustáceos, reptiles y aves que anidan en las copas de los mangles.

El lugar es ideal para observar diferentes aves como el águila pescadora, patobuzo, fragatas, gaviotas, varios tipos de garzas como el ibis blanco, el garzón y la garza azul. Hay muchas especies migratorias como el halcón peregrino, el pelícano blanco, conocido en la región como borregón, y bastantes especies playeras como el chorlito alejandrino, el piquigrueso, el playero sencillos, el roquero, el dorsirrojo y el zarapito cabecirrayado.

La isla Magdalena junto con sus esteros, canales y la Bahía Magdalena constituyen una reserva natural increíble donde la naturaleza continúa con su ciclo, donde cada especie cumple con su función. Podemos disfrutar todo esto y más al descubrir lugares lejanos y remotos, siempre y cuando respetemos el entorno natural.

La mejor forma para explorar y convivir con la naturaleza de esta región es acampar en la isla Magdalena. Tres días son suficientes para recorrer las dunas, los manglares y la colonia de lobos marinos.

SI USTED VA A LA ISLA MAGDALENA

De la ciudad de La Paz hay que trasladarse al puerto Adolfo López Mateos, ubicado a 3 horas y media. Los lancheros lo pueden llevar a recorrer los alrededores de la isla de los manglares.

autor Fotógrafo especializado en deportes de aventura. ¡Ha trabajado para MD desde hace más de 10 años!
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