La sensacional historia del Circo Orrin de la Ciudad de México
El recinto del Circo Orrin era un palacio de hierro y madera al que asistía la clase acomodada mexicana para presenciar espectáculos irreales
A partir de 1872 la carpa del Circo Orrin empezó a deambular por las calles del centro de la Ciudad de México hasta que sus dueños, los neoyorkinos hermanos Orrin, decidieron hacer lo impensable: establecerse en la plaza Villamil y construirle a su circo un portentoso recinto de hierro y madera que nada tuviera que envidiar a los europeos.
Fue así como el ahora sedentario Circo Orrin abrió sus puertas al fin el 21 de febrero de 1891. El hierro apenas empezaba a ser conocido en el mundo por lo que la gente de la época quedó anonadada con aquella irreal construcción.
En el lado oriental se situó una torre desde la que los músicos tocaban durante largas jornadas logrando un ambiente festivo que invitaba a la gente a comprar su boletos y entrar, el techo era soberbio con un peso calculado de 230 mil libras. El interior era espacioso con capacidad para 2 mil 500 espectadores, aunque las butacas se podían quitar para armar bailes o patinar.
Planos, Circo Orrin
Una vez dentro el público podía disfrutar de salones de fumar, una cantina, dulcería y un restaurante con buffet especial para señoras, la iluminación hacía que cualquier espectáculo se viera impactante e irreal.
El Circo Orrin hacía unas espectaculares pantomimas, se trataba de un subgénero dramático del mimo, algunas de las piezas que se presentaban eran La Cenicienta, Aladino, La Feria de Sevilla y Una noche en Pekín, aunque la más esperada era “La Acuática”, la cual convertía el interior de recinto en un inmenso lago con luna llena al fondo. Aunque también miles llegaban para ver al payaso inglés Richard Bell, favorito de Porfirio Díaz
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Aunque el circo era muy exitoso los hermanos Orrin empezaron a pensar en incursionar en el negocio de los bienes raíces, en 1902 pidieron permiso a las autoridades de la Ciudad de México e iniciaron con el fraccionamiento de los llamados Potreros de la Condesa, para formar una colonia a la que llamarían posteriormente Roma, en honor a los inicios del espectáculo circense.
Fue así como vendieron el circo con todas y sus instalaciones a Richard Bell quien no pudo sostenerlo por sí solo por mucho tiempo, a esto se sumó que la autorización del gobierno para el uso de la Plaza Villamil llegó a su fin. Para 1907 el circo fue desmantelado y llevado a Tampico en donde fue nuevamente armado para albergar al Cine-Teatro Isabel, pero no sería el destino final de aquella estructura.
El investigadora de Roberta Vasallo indica que el esqueleto del circo fue vendido nuevamente a una familia tampiqueña que lo colocó el armatoste en su rancho para que sirviera como techo de un patio para la subasta de ganado.
Referencias
La rocambolesca historia del Circo Orrin