Las legendarias estaciones ferroviarias de Guanajuato
En la actualidad, cuando decidimos emprender un viaje, ya sea corto o largo, las opciones que primero vienen a nuestra mente para desplazarnos son el automóvil, el avión o el autobús y generalmente nos olvidamos de un medio de transporte que hacia principios de este agónico sigloXX
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Causó gran revuelo y llegó a consolidarse como parte fundamental del desarrollo económico de nuestro país: el ferrocarril. Desde mediados del siglo pasado, y sobre todo hacia principios del presente, se fue estableciendo a lo largo y ancho de nuestro país una extensa red ferroviaria que sembró vías y estaciones en ranchos, haciendas, municipios y, en fin, en todo el territorio nacional. Ahora, habiendo sido reemplazado el ferrocarril por otros medios considerablemente más rápidos, muchas de estas estaciones, rústicamente bellas, han ido perdiendo importancia, y algunas de ellas han sido totalmente abandonadas.Dentro del estado de Guanajuato, entidad histórica y legendaria situada en el mero corazón de la República, existe una gran cantidad de estas estaciones ferroviarias que, aparte de ser todo un espectáculo por su hermosa, aunque rústica construcción, tienen un pasado que nos habla de la importancia que tuvo en el pasado el ferrocarril en tierras guanajuatenses.
EL FERROCARRIL EN GUANAJUATO. SUS INICIOS
Los orígenes de las primeras rutas ferroviarias en lo que hoy es Guanajuato se remontan a finales de 1877, año en que el entonces gobernador del estado, Francisco Z. Mena, conseguía del gobierno federal la concesión que le autorizaba a construir y explotar el ferrocarril que cubriría la ruta entre Celaya y León, con un ramal hacia la ciudad de Guanajuato, y que pasaría por Salamanca, Irapuato y Silao; además, contaría también con su correspondiente línea telegráfica. En enero de 1878, y utilizando la concesión que el mismo gobierno federal le otorgara, el gobernador del estado cede los derechos de explotación a una compañía formada por los señores Franco y Felipe Parkman, Gregorio Jiménez, Francisco Glennie, Francisco Castañeda y Joaquín Hordies.Los trabajos de trazado de las vías se iniciaron en Celaya el 8 de abril del mismo año y se continuaron en forma ininterrumpida hasta el año de 1880, época en que la compañía traspasó sus derechos a la empresa denominada Ferrocarril Central Mexicano, que fue la que, finalmente, concluyó dicha obra.
En 1882 los ferrocarriles corrían por todo el estado y existía ya una línea férrea que llegaba hasta la misma ciudad de México y una ruta troncal que llegaba a Ciudad Juárez y Laredo. Todo esto ocasionó un gran auge económico y permitió la comercialización de diversos productos guanajuatenses en el centro y en el norte de México.Años más tarde, al estallar el movimiento armado de 1910, el ferrocarril se transformó en un excelente medio de transportación de armamento y de grandes ejércitos, por lo que muchas de las estaciones del estado llegaron a convertirse en guarniciones o en cuarteles temporales de rebeldes o de federales.
Por este motivo, en muchas ocasiones los convoyes ferroviarios sufrían atentados y asaltos, tales como el descarrilamiento de un tren de carga en Irapuato y el asaltode otro tren entre las estaciones de Marfil y Silao, ocurridos ambos el día 11 de abril de 1912.El 15 de abril del mismo año, el tráfico del ferrocarril de México a Guadalajara se vio interrumpido debido a que se corrió la noticia de que Irapuato había caído en manos de los alzados y que un tramo de vía estaba destrozado en las inmediaciones de Santa Ana Pacueco, Guanajuato. Durante el periodo revolucionario y posrevolucionario, las terminales del ferrocarril de Guanajuato fueron constantemente visitadas por varios presidentes de México, visitas de las cuales viene a nuestra memoria la que hiciera don Francisco I. Madero el 28 de septiembre de 1911 a la estación de la capital del estado, conocida en ese entonces como la “estación de Tepetapa” (por el barrio en el que se encuentra), para de ahí dirigirse, al día siguiente, hacia la ciudad de Celaya.
También el general Álvaro Obregón hizo escala en Guanajuato el 25 de julio de 1915 y pasó la noche en la estación de Empalme Escobedo, y el día 27 del mismo mes hizo lo mismo en Apaseo, en su camino hacia la ciudad de Querétaro. Por su parte, don Venustiano Carranza arribó a la estación de Celaya a bordo de un tren especial el 15 de enero de 1916, acompañado por el general Alvaro Obregón y por algunos secretarios de Estado y otras personalidades.Al correr el tiempo, el ferrocarril fue pasando a segundo y después a tercer término debido a la aparición de otros medios de transporte más rápidos, lo cual no ha sido suficiente para borrar del mapa a este tradicional transporte que, aunque en menor escala, aún continúa surcando de un lado a otro el territorio guanajuatense.
En la actualidad las estaciones de algunas ciudades de la entidad se caracterizan por ser punto de partida de importantes rutas ferroviarias hacia distintos puntos del país (como Empalme Escobedo), y otras por ser centro de mantenimiento de máquinas y vagones, tal como la de ciudad de Acámbaro y, aunque algunas terminales hoy se encuentran abandonadas y a merced del vandalismo, casi todas han sobrevivido al progreso y a los embates del tiempo y nos brindan una maravillosa oportunidad de emprender un singular viaje hacia el pasado y el presente de nuestro enigmático estado: Guanajuato.
Fuente: México desconocido No. 228 / febrero 1996
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