Las obleas, de la sagrada hostia a dulce popular mexicano
¿Consumir obleas es sacrilegio? Te contamos sobre este dulce popular y en qué se diferencia de la hostia.
Las obleas son uno de los dulces más tradicionales y populares de nuestro país, las cuales pueden tener distintas presentaciones, ya sea con cajeta o como pepitorias. Su origen está ligado al de la hostia, el pan ácimo (sin levadura) que se reparte entre los fieles católicos para celebrar la comunión.
Tanto la hostia como la oblea están hechas a base de harina de trigo, teniendo como diferencia el ritual de consagración. Por ello, el consumo de obleas no se considera un sacrilegio, ya que en realidad mantiene su estatus de pan común y corriente.
La receta de la oblea contemporánea es rastreable hasta la Edad Media, cuando se realizaba panes sencillos a base de huevo, leche, agua y, en ocasiones, miel. Su nombre proviene del latín oblata, el cual significa hostia, palabra que tiene la connotación de ofrecimiento o sacrificio.
De matzá a oblea, una conjunción de culturas
Aunque la eucaristía católica posee elementos rituales y mitológicos de la cultura griega, su origen fundacional se encuentra en la cultura del pueblo judío, en la cual se crió Jesús de Nazaret. El principal antecedente de la oblea es el matzá, el pan sin levadura que consumen los judíos para celebrar el Pésaj, festividad en la que se conmemora la salida del pueblo hebreo de Egipto.
De acuerdo con los evangelios, fue durante la fiesta del Pésaj o Pascua que Jesús celebró su última cena, repartiendo pan y vino como símbolo de su sacrificio. Aún hoy en día los judíos celebran el Pésaj repartiendo pan, sin embargo conserva su significado precristiano.
Como ya se mencionó, la forma actual de las obleas utilizadas para la comunión son de origen más reciente y se elaboran sólo con harina de trigo y agua. De acuerdo con la tradición católica, una vez consagrada la hostia debe ser manejada con extremo cuidado por los fieles. Sin embargo, si una oblea no se consagra, se puede consumir de forma cotidiana.
La llegada de la oblea a México vino de la mano de la evangelización y la colonización. Para dar a conocer el pan, que era una novedad para los pueblos originarios, los misioneros europeos se tomaron algunas libertades lingüísticas. Por ejemplo, Juan de la Anunciación (1514-1594) tradujo «pan nuestro» por yntotlaxcal (nuestra tortilla) en la oración del Padre Nuestro, pues la semejanza entre las tortillas y la hostia eran evidentes. Con el tiempo, la oblea sin consagrar se popularizó y alcanzó el estatus de dulce popular.
Actualmente existe una gran variedad de formas para preparar las obleas, existiendo versiones de amaranto o maicena, alejándose de la de uso litúrgico, pero que son igual de deliciosas si se saben combinar.