Los misterios de Palenque (Chiapas)
Hoy en día las zonas arqueológicas son visitadas por infinidad de turistas. Las investigaciones científicas siguen aportando más y más al conocimiento del pasado.
Pero, ¿cómo lograr que ese conocimiento que avanza, rectifica y vuelve a avanzar se trasmita a la sociedad en general? ¿Cómo obtener recursos para impulsar la investigación arqueológica? ¿Cómo elevar el nivel cultural del turista? ¿Cómo conservar los sitios ante estas visitas cada día más numerosas?
EN PLENA ACCIÓN
Gonzalo Infante Castañeda, nuestro director, conoce muy bien Palenque, pues ha filmado varias veces en esta zona arqueológica. Cuenta con una amplia experiencia en la producción y dirección de cine y televisión, en particular sobre estos temas en el área maya. Su conocimiento al respecto, así como su minucioso trabajo en el guión infundió confianza en el equipo, además del trato personal con las autoridades y los trabajadores de la región, lo que ayudó en la solución de los retos planteados por la producción. El actor Manuel Poncelis se ha convertido en Manuel, el arqueólogo que conducirá nuestra aventura. Él nos platica que los mayas llamaban a Palenque Lakan-Há, ciudad que floreció entre los años 600 y 800 y fue abandonada a finales del primer milenio de nuestra era, y en la cual por más de un siglo los arqueólogos han trabajado develando mitos y hallando nuevos misterios. Acompañamos a Manuel, y al pasar la taquilla caminamos por el acceso y descubrimos entre los árboles el gran escenario de esta bella ciudad envuelta por la selva.
A diferencia de otras del México prehispánico, en Palenque los edificios están enmarcados por el paisaje, no hay una preeminencia de la presencia humana sobre la naturaleza ni lo contrario, de modo que encontramos aquí una composición armónica singular. Nos seduce la magia de esta Ciudad Sagrada donde los reyes eran a su vez los sacerdotes, muy cercanos a los dioses. Hordas de turistas y de vendedores de souvenirs no nos permiten imaginar cómo era esta ciudad en su apogeo. En ese tiempo, en el Viejo Continente los árabes invadían la Península Ibérica y más tarde, en el año 800, Carlomagno era coronado.
El calor del sol y la humedad pesan sobre nosotros, son menos de las cinco de la tarde y por el horario de verano el sol apenas empieza a descender. El silbato de los custodios anuncia el fin de la visita turística. Poco a poco el ruido disminuye y el canto de muy diversas aves, el serruchar de las chicharras y el rugido feroz de los sarahuatos nos regresan a la Aventura del México desconocido. Las cámaras recorren los edificios, El Templo de las Inscripciones, El Palacio, El Templo de la Cruz y el de la Cruz Foliada. El sol entona sus rayos, la piedra refleja sus destellos dorados, los relieves del estuco se nos revelan. El 31 de agosto del año 683, 6 edznab 11 Yax del calendario maya murió el rey Pakal; más de mil años después, en 1730, Antonio de Solís, cura del pueblo de Tumbalá “descubre” las ruinas. En 1840, John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood visitan el sitio, en tanto hace 50 años Alberto Ruz descubre la tumba del rey Pakal en el corazón del Templo de las Inscripciones.
En los años 90 se encuentra otro entierro en los templos contiguos, el de la llamada Reina Roja, y ahora sabemos de otro entierro en el edificio XX. Los vestigios descubiertos nos van acercando a lo que fue esa gran civilización, para lo cual el camino ha sido largo y tortuoso. Hace cien años llegó Maudslay y a finales del siglo XX la reunión de muchos investigadores de los más diversos lugares del mundo hizo posible el desciframiento de la escritura maya. Primero se descubrió la numerología, luego los nombres de las ciudades, más tarde los de los gobernantes. Los grandes tableros pudieron ser leídos gracias al trabajo minucioso de los científicos; hoy sabemos mucho más. Pero cada día surgen más preguntas. La noche llega en la oscuridad y nos retiramos a descansar.
4:30 AM Su despertador… Camino a la regadera… No hay agua caliente, tardo en aceptar la realidad. Poco a poco el equipo se reúne en las camionetas y a oscuras emprendemos el camino hacia la zona arqueológica, donde ya está Jesús Camal, el custodio que nos da acceso. El cielo oscuro palidece en azules, al alba el canto de los pájaros adquiere un volumen impresionante, detrás del palacio el sol destella entre los árboles y luego se mete entre la crestería de los templos. La luz de la mañana dibuja de manera diferente esta ciudad esplendorosa.
Cuando subimos hacia el Templo de la Cruz un zumbido se hace presente y parece que estamos dentro de un panal; revisando el horizonte me percato que más abajo, a mis pies, una multitud de abejas se deleita con la miel de las flores del zacate, algo impresionante. Manuel se convierte en Ik Pakal, camina por la torre del Palacio, recorre con su vista el panorama y se dirige a la cámara: -¿Conoces una ciudad maya sin escalinatas? Es el impulso hacia arriba, es la naturaleza misma de la pirámide. Un deseo muy fuerte de escapar al suelo pegajoso de la selva, de elevarse, de buscar el aire fresco, ir hacia los cielos, finalmente hacia los dioses.
¿Quieres escaparte a Chiapas? Descubre y planea aquí una experiencia inolvidable