Mahekal, un lugar con magia en Playa del Carmen - México Desconocido
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Spa y relajación

Mahekal, un lugar con magia en Playa del Carmen

Quintana Roo
Mahekal, un lugar con magia en Playa del Carmen fifu

Pasa unos días de vacaciones en este hotel de Playa del Carmen que te ofrece relajarte con su spa y disfrutar de lo mejor de la gastronomía en sus restaurantes.

Sabes que elegiste el lugar correcto para hospedarte cuando al entrar a tu hotel te reciben con una botana en molcajete y una margarita de Jamaica que disfrutas mientras te registras para entrar a tu habitación, que en este caso es un bungalow alejado del bullicio y con hamaca en el balcón.

Playa del Carmen fue el destino que elegí para ponerle por un momento pausa al subir y bajar que significa la rutina diaria de la vida y para dedicarme por un par de días sólo a disfrutar de ella, de la arena y del mar, además de consentir un poco al cuerpo con buena comida y una sesión de spa.

Este lugar, corazón de la Riviera Maya, es conocido por ser ‘hippie’, pero al mismo tiempo tiene todo lo que se requiere de un destino cosmopolita, es por eso que elegía  Mahekal para hospedarme, porque justo cumplía con esa idea. Las habitaciones no tienen televisión y todas las amenidades del baño son orgánicas; y al estar tan cerca de la 5ª Avenida te brinda la oportunidad de salir al mundo y disfrutar de un día de compras o de una noche de fiesta.

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Yo decidí dedicar mis días a leer, a caminar por la playa y a disfrutar de los restaurantes que hay en el hotel. El primero fue Fuego, que me recibió al atardecer; ahí probé un delicioso cordero acompañado de un vino tinto Santo Tomás, que le dio el toque mexicano a mi cena. La comida es junto al mar y mi vista incluía un par de hamacas y varios foquitos que se iluminaban el caer de la tarde. Otros de los restaurantes que probé fue Cocina, en donde me recibió un trío de son jarocho, que acompañó mi buffet de mariscos que mezcla la cocina de toda latinoamerica; fue una delicia el cebiche, el pulpo asado y las brochetas de camarón. No me quería ir, sentí por un momento que había encontrado mi lugar; sin embargo, al día siguiente, cuando decidí ir a la Casita -un lugarcito escondido en mi hotel- y probé las delicias de la cocina maya y de la Península, como el pescado Tikin xic preparado en un horno de tierra, la deliciosa Sopa de lima y terminar la tarde con un trago de Xtabentun, sentí que en verdad este lugar era el paraíso.

Después de tanto comer, lo único que podía hacer es aprovechar la hamaca de mi habitación, dormí durante horas la siesta y al voltear a una habitación vecina, sentí un poco de pena por no haber estado acompañada, mis vecinos platicaban de hamaca a hamaca tomados de la mano, yo salía y volvía, y ellos seguían ahí en la plática, al final decidí conversar con ellos y me contaron que siempre volvían aquí, que lo sentían ya como parte de su hogar, me invitaron a pasar a su bungalow y descubrí por qué estaban tan felices pasando días de descanso ahí: la habitación era espectacular, tenían una alberca privada y una regadera al exterior de su habitación; quedé encantada.

Para terminar mis vacaciones para ponerle pausa a la vida, decidí pedir una cita en el spa del hotel, había tratamientos con chocolate, de piedras calientes, entre otros a precios muy accesibles, yo me decidí por uno de relajación que incluyó un tiempo de relax en el jacuzzi, una pequeña bendición y el tratamiento que ayudó entre otras cosas a sanar también mi alma y mi corazón.

Terminé mi viaje con una sonrisa y agradeciendo al mar por sumar una experiencia más a mi vida.  

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autor Viajera y contadora de historias con una gran amor por México, sus lugares y su gente.
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