Manuel de la Rosa, el veterano de la Batalla de Puebla que vivió 113 años y era un héroe viviente
Manuel de la Rosa vivió la Guerra de Reforma, la Intervención Francesa, El Porfiriato y el Cardenismo. Debido a su servicio patriótico, fue considerado un héroe andante.
Hay seres humanos que están destinados a convertirse en una leyenda, tal es el caso de Manuel de la Rosa, un veterano de las guerras del siglo XIX que marcaron el rumbo de nuestro país. De acuerdo con el testimonio recopilado en la tesis «Sargento Corneta, Manuel de la Rosa (1840-1954), México la invención de una nación», escrita por Axel Alfonso Sólorzano de la Rosa, el militar nació en la ciudad de Zacatecas el 15 de septiembre de 1840.
Durante su niñez y juventud, Manuel se dedicó –como su padre– al oficio de la carpintería. Sin embargo, el descubrimiento de su vocación militar fue una consecuencia del ímpetu nacionalista desatado tras la intervención estadounidense, en la cual México perdió más de la mitad de su territorio. El imaginario respecto a la defensa del Castillo de Chapultepec y el trágico final de sus cadetes habían penetrado la consciencia de De la Rosa desde su tierna infancia.
Según su propia composición literaria, De la Rosa desarrolló durante su infancia un ferviente deseo de ser militar. Debido a ello, desde niño procuró mantenerse cerca de los soldados, quienes le enseñaron a tocar el tambor y la corneta. Su acceso a los cuarteles era facilitado debido a que la carpintería familia se encontraba al frente. Entrado en la edad adulta, Manuel se dedicó a la minería, sin embargo, una casualidad le permitió que cumpliera su sueño.
Ingreso de Manuel de la Rosa al Ejército Liberal
En 1860, cuando tenía 20 años, De la Rosa se enlistó en el Ejercito, pero más que por voluntad propia, ingresó por la leva.
«Mis abuelos tenían un taller de carpintería frente al cuartel, al que mi papá iba a hacer mandados a los soldados, y en un ocasión, cuando acababa de cumplir 20 años, estaba adentro y dieron la orden “nadie sale del cuartel” y de ahí se lo llevaron hasta Veracruz a marchas forzadas y allí empezó la carrera militar de mi papá», relató Aurelio de la Rosa, hijo de Manuel, en 2010.
En aquella época, existía una encarnizada polarización entre liberales y conservadores. Mientras los militares conservadores se encontraban en la institucionalidad del Estado, los liberales eran reclutados mediante la leva. Pese a que el cambio de bandos era constante, Manuel permaneció fiel al Ejército Liberal toda su vida.
Manuel ingresó al Ejército en el 15º Batallón de Infantería y recibió un breve entrenamiento. Posteriormente, fue enviado al Puerto de Veracruz para respaldar a Benito Juárez. Bajo la dirección del general Jesús González Ortega, participó en las luchas encarnizadas contra los conservadores comandados por Miguel Miramón. El principal enfrentamiento se llevó a cabo el 22 de diciembre de 1860 en San Miguel Calpulalpan, Estado de México, donde el bando liberal triunfó definitivamente sobre la llamada Guerra de Reforma.
La Batalla de Puebla
En 1861, Benito Juárez logró consolidar el gobierno liberal y un año más tarde reingresó a la Ciudad de México. Sin embargo, la intervención francesa muy pronto desestabilizaría nuevamente al país. La Batalla del 05 de Mayo en Puebla representó el momento más memorable de aquel suceso histórico.
Asimismo, la batalla se convirtió en uno de los momentos más significativos de la vida del sargento Manuel, pues se trató de la una de las pocas batallas ganadas frente al invasor. En aquella ocasión, el Ejército Mexicano logró evitar el avance de los franceses hacia la capital. Esto cambió la percepción que se tenía en el exterior sobre el gobierno de Juárez, haciendo evidente la resistencia que el pueblo mexicano opondría.
Diversas fuentes testifican la participación del sargento Manuel en la batalla del 05 de mayo de 1862. De acuerdo con los registros, fungió como Corneta de Órdenes de Ignacio Zaragoza. Entre las 19 condecoraciones que aún conserva su traje, se encuentra la entregada por Benito Juárez e Ignacio Zaragoza como veterano de la Batalla de Puebla. Debido a su longevidad, Manuel se convertiría en el futuro en un símbolo viviente de la derrota del «ejército más poderoso del mundo», el francés.
Manuel de la Rosa en el Segundo Imperio Mexicano
Pese al triunfo de la Batalla de Puebla, finalmente los europeos lograron establecer un imperio en México. Sin embargo, hubo una serie de batallas de resistencia, en las cuales Manuel de la Rosa estuvo presente, hasta la culminación del gobierno europeo.
- Defensa y derrota de la capital poblana en 1863.
- Derrota de abril de 1865.
- Batalla de La Carbonera en octubre de 1866, junto a Porfirio Díaz.
- La victoria del 2 de abril de 1867 en Puebla, junto a Díaz.
- El sitio de Querétaro comandado por Mariano Escobedo en mayo de 1867.
- Fusilamiento de Maximiliano y los conservadores Tomás Mejía y Miguel Miramón en el Cerro de las Campanas.
Entre sus anécdotas heroicas más importantes, se encuentra el haber recuperado una bandera mexicana de un soldados caídos que los franceses portaban como trofeo. El suceso, según sus palabras dictadas a la revista Estampa en 1938, sucedió del siguiente modo:
«En una de las batallas cayó muerto nuestro abanderado y la enseña patria quedó en poder del enemigo[…]En la rinconada de una iglesia, medio derruida por el fuego de los invasores, hallé refugio, y desde allí, poco a poco me introduje entre las fuerzas que combatíamos. Vi la bandera, mi bandera, la bandera de mi regimiento atada a la cureña de un cañón francés. Y tuve la fortuna de poder rescatarla, a pesar de la proximidad del enemigo.»
El Corneta de Órdenes de Don Porfirio Díaz
Finalmente, De la Rosa tuvo su última gran batalla en el contexto del Segundo Imperio, cuando el 2 de abril de 1867 el ejército comandado por Porfirio Díaz triunfó sobre los franceses. Dicha batalla fue decisiva, pues evitó que Maximiliano recibiera refuerzos en Querétaro y la ciudad volviera al poder del gobierno de Benito Juárez. Ambas batallas se libraron de forma simultánea. Tras el triunfo en Puebla, De la Rosa fue enviado a Querétaro para reforzar a los hombres del general Mariano Escobedo y consolidar la caída del gobierno europeo.
Debido a este triunfo, Manuel fue condecorado en dos ocasiones: una por Benito Juárez y otra por Porfirio Díaz. “Del héroe de Tuxtepec, el sargento de la Rosa fue corneta de órdenes”, narraba una edición del periódico Excélsior en 1953. Asimismo, en 1946 se le permitió develar una placa de un monumento dedicado a Porfirio Díaz en Oaxaca.
En el pelotón de fusilamiento de Maximiliano
Como resultado de la victoria, el presidente Juárez ordenó que Maximiliano y los generales Miramón y Mejía fueran juzgados conforme a la ley del 25 de enero de 1867, que condenaba a pena de muerte a todo aquel que atentara en contra de la soberanía nacional. La ejecución se llevó a cabo el 19 de junio de 1867. Para la ejecución se utilizaron tres pelotones por condenado, de los cuales Manuel de la Rosa formó parte.
Debido a un intercambio de lugares entre Maximiliano y Miramón, el sargento Manuel se convirtió en ejecutor de éste último. Sin embargo, el testimonio de De la Rosa se convirtió en una de las fuentes más confiables de la forma en que se desarrolló la muerte del emperador austriaco, siendo consistente con otros testimonios.
«Formé parte del pelotón que fusiló a Maximiliano […] Los recuerdo muy bien: Miramón al centro y Maximiliano a su lado. Dos sacerdotes se acercaron a ellos para ayudarlos a bien morir y el señor Miramón no podía contener el temblor de sus manos y de su boca; el emperador le dijo: “Señor general, si la patria está muy agradecida con usted, ¿cuál es la causa de ese temblor? Déjelo para dentro de unos momentos, en que vamos a ser pasados por las armas y entonces tendremos la precisa necesidad de dar cuenta al Todopoderoso […]; y a ustedes, señores militares, y a ustedes de la escuadra de fusilamiento suplico, en nombre de mis compañeros, que no nos apunten a la cabeza… aquí están nuestros cuerpos…” y se abrió la levita.» Declaró Manuel para Personajes de mi ciudad en 1952.
Represiones militares y Guerra de Castas
Aunque en 1867 Juárez aplicó medidas de austeridad y redujo el Ejército Mexicano de 80,000 a 20,000 efectivos, De la Rosa permaneció fiel al ideario liberal. Participó en la represión juarista de la sublevación de La Noria encabezada por Porfirio Díaz, donde el general Sóstenes Rocha quemó vivos a efectivos en desacato en zacatecas.
Posteriormente, Díaz salió de México, pero Juárez falleció al poco tiempo y Sebastián Lerdo de Tejada asumió el poder. Durante la administración del veracruzano, Manuel participó en las labores de pacificación, la represión de los pueblos indígenas yaquis de Sonora y, probablemente en algunos actos de exterminio.
Finalmente, una vez iniciado el Porfiriato, De la Rosa participó en la Guerra de Castas contra los indígenas mayas. El último albor de dicho movimiento terminaría en 1904. Este último acontecimiento representó el fin de su carrera militar, tras lo cual se retiró del ejército.
Manuel de la Rosa: el último veterano de la Batalla de Puebla
De acuerdo con su registro, el sargento Manuel se retiró en 1903, cuando Bernardo Reyes estaba a cargo de la Secretaría de Guerra y Marina, y el tenía cerca de 64 años. No participó en la Revolución Mexicana y vivió una vida modesta en la colonia Morelos de la Ciudad de México. Se casó en tres ocasiones, y vio morir a dos de sus esposas; celebrando su último matrimonio a los ochenta años.
En 1936, el gobierno de Lázaro Cárdenas vio en el sargento Manuel de la Rosa la posibilidad de construcción de un símbolo viviente que difundiera el nacionalismo revolucionario. A partir de entonces, De la Rosa se encargó de difundir el amor a la patria en conmemoraciones cívicas, escuelas e instituciones. Su labor para la «unidad nacional» se extendió hasta la administración del presidente Adolfo Ruiz Cortines.
En 1945, el Cuerpo de Defensores de la República Mexicana y sus Descendientes le hizo entrega al Sargento de la condecoración de la Cruz y Placa de la República por sus labores patrióticas. En 1952, De la Rosa desfiló junto al presidente Adolfo Ruiz Cortines por última vez en la conmemoración del 16 de septiembre.
Últimos años
Poco antes de morir, el gobierno de Miguel Alemán le regaló una casa a Manuel en la colonia Nueva Santa María. Entonces, De la Rosa era el portero de la vecindad en la que vivía. Cuando el presidente se percató de su condición, resolvió que era una injusticia para con el veterano de guerra.
En 1953 Manuel de la Rosa sufrió una embolia, misma que complicó su salud y le generó la muerte el 25 de enero de 1954. Tras su muerte se realizaron varios actos conmemorativos y se le dedicaron numerosas semblanzas. Durante años, se le recordó paseando por las calles del Centro Histórico, donde se le apodaba como «Manuelito». Sobre aquella reminiscencia, se narra que los autotransportistas se negaban a cobrarle el pasaje, «pue era un héroe nacional». Sobre el amor por su figura, el reportero Gutiérrez Sánchez escribió:
«Todo mundo lo quería […] A lo mejor es porque, en el tuntún vacilador y tristón de nuestra vida diaria y en un suave rinconcito de nuestro corazón tricolor, ése de los cohetes jubilosos y los discursos de incendio, su nombre humilde y su figura endeble son un símbolo limpio, fuerte, trascendente, de lealtad a la patria, que anda metido en un poquito de historia honda, verdadera y nuestra.»
Fuente: Axel Alfonso Sólorzano de la Rosa, «Sargento Corneta, Manuel de la Rosa (1840-1854), México la invención de una nación», ENAH.