Por aquí nos cayó Cortés
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Ecoturismo y aventura

Por aquí nos cayó Cortés

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© Carlos Tomassini

Este lugar que sirvió como puerta de entrada para que Cortés conquistara México-Tenochtitlán sigue brindando una de las mejores vistas del valle de México.

La Conquista de México-Tenochtitlán empezó por los volcanes.

Cuando era niño, todos los días a las 3:00 de la tarde, Rogelio Moreno, que era el conductor de la barra infantil de caricaturas del canal 5, daba la bienvenida a todas las repetidoras que se enlazaban en ese momento a la señal, pero siempre me llamó la atención una que se llamaba “Paso de Cortés”.

Después supe que Paso de Cortés es un valle localizado justo entre los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, en el que también se encuentra, a 4,200 metros sobre el nivel del mar, un pico volcánico llamado Altzomoni, donde en 1951, el inventor de la televisión a color, el mexicano Guillermo González Camarena, dirigió la instalación de la primera repetidora de la TV mexicana, gracias a la cual, antes de la era de los satélites, pudieron verse los canales 2, 4 y 5 en otros estados de la República.

Pero más allá de esta anécdota tecnológica, este puerto de montaña (en el que, por cierto, sigue habiendo antenas) localizado en el municipio de Amecameca, Estado de México, debe su nombre a que, por allá de 1519, sirvió de paso para que el conquistador Hernán Cortés pudiera entrar a México-Tenochtitlán.

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La historia

Se cuentan muchas versiones de la historia, pero se pude resumir en que Cortés envió a sus hombres a la zona de los volcanes para que consiguieran el azufre que necesitaba para fabricar la pólvora de sus cañones; pero por mera casualidad, desde ese punto localizado a 3,600 metros sobre el nivel del mar, divisaron por primera vez el Valle de Anáhuac y quedaron sorprendidos al descubrir las pirámides del Templo Mayor y todo el esplendor de la capital azteca que se encontraba al centro de un gran lago.

Así fue como, por mera casualidad, habrían descubierto que ese era el camino más corto para llegar a México-Tenochtitlán y empezar así la conquista del estado mexica en el nombre del rey Carlos I de España.

Como recuerdo de ese capítulo de la historia –que terminó con la caída de México-Tenochtitlán– ahí se encuentra, sobre una pequeña base piramidal, un solitario monumento que es una gran placa con las imágenes del mismo Hernán Cortés, su ejército y algunos indígenas.

Parque Nacional

Pero ese simbólico lugar también es la entrada al Parque Nacional Izta-Popo, un área ecológica de más de 39,000 hectáreas de bosque protegida desde 1935 mediante un decreto del entonces presidente Lázaro Cárdenas y que fue promovido por Miguel Ángel de Quevedo, uno de los mayores defensores de la naturaleza en el país y a quien se deben otras reservas naturales, como la del Desierto de los Leones, e icónicos lugares de la Ciudad de México, como los Viveros de Coyoacán.

El paisaje en el Paso de Cortés es único, ya que es un punto de fácil acceso por carretera en el que se pueden admirar muy de cerca (poco más de 10 kilómetros) las simas de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, que son, por cierto, la segunda y tercera cumbres más altas de México.

El aire puro es lo primero que se percibe tras conducir por un empinado y sinuoso camino que llega a un estacionamiento en el que se encuentra la cabaña principal del parque, que es el Centro de Atención a Visitantes.

Ahí, además de haber baño y una pequeña tienda, se puede admirar una gran maqueta de los volcanes y carteles con los datos y leyendas del lugar. En ese mismo sitio se debe hacer un pago de 35 pesos como aportación a la conservación del parque (puede ser que no los cobren, pero de todas formas lo correcto es pagarlos).

También ahí se brinda información sobre las actividades que se pueden realizar en el lugar, como senderismo, alpinismo, campismo y diferentes tipos de turismo de naturaleza, pero como nosotros sólo vinimos acá por unas horas en plan familiar, decidimos conducir 5 minutos más hasta un paraje llamado La Venta.

Paisaje alpino

La Venta es una “villa ecoturística” fundada en 1997 en donde se pueden realizar actividades como gotcha, tiro con arco o tirolesa, además de que hay renta de cabañas para pasar la noche y lugares especiales para acampar.

En el centro del lugar, enclavado en medio del bosque, hay una pequeña cascada y un lago en el que se pueden pescar truchas o comer en el restaurante que se encuentra a las orillas, en el cual sirven alimentos frescos del día porque no cuentan con refrigeración (bueno, las cervezas y el refresco sí están fríos). Para los que quieran algo más informal, en La Venta también hay puestos de quesadillas y de café de olla.

Este paraje tiene un paisaje estilo alpino en el que se pueden pasar muchas horas observándolo y relajándose con el sonido de la caída del agua. Quizá, el único punto en contra es que desde aquí no se pueden admirar los volcanes.

Más arriba, a unos 15 minutos conduciendo por un áspero camino de tierra y grandes pendientes, se encuentra la Ermita del Silencio, una especie de pequeño convento en el que hay grandes espacios que invitan a la relajación y la meditación con la más espectacular vista del Popocatépetl. Para ir, se puede preguntar en La Venta por los horarios y la manera de llegar.

El eje volcánico

De regreso a la entrada del parque, se pueden admirar una vez más ambos volcanes, y si el clima lo permite, también se identifican al oriente las simas de otros picos del eje volcánico, como el de la Malintzin (o “la Malinche”) y el del Pico de Orizaba; hacia el poniente, la sima que se ve es la del Ajusco y hasta se puede apreciar una parte de la contaminación del Valle de México (bueno, eso no es bello).

Sobre el clima, depende de la temporada; sin embargo, suele haber frío por las mañanas y noches, mientras que al mediodía los rayos del Sol son inclementes, por lo que hay que ir con varias capas de ropa o prendas especales, lentes para oscuros y bloqueador solar, además de una buena dotación de agua. En época de nieve, puede llegar hasta ahí y en el suelo puede verse también que es común que caiga ceniza provenientes de las fumarolas del Popocatépetl.

Por su cercanía con este último volcán, desde mediados de los 90 es considerada una zona de riesgo volcánico, pero basta con estar pendientes del Semáforo de Alerta Volcánica que publica todos los días protección civil (twitter.com/SPCCDMX) para conocer la actividad del Popocatépetl y saber si estará abierto en la fecha en la que se planea visitarlo.

La flora y la fauna del lugar está compuesta por pinos, oyameles, teporingos, ardillas, linces, ardillas y coyotes, por lo que también fue declarado Reserva de la Biosfera Los Volcanes en 2010 por la UNESCO.

Así que este histórico, bello e icónico lugar del Eje Volcánico Transversal, localizado a 23 kilómetros de Amecameca, es uno de los mejores puntos para apreciar la magnitud de los volcanes que coronan el paisaje del Valle de México o de Puebla y en el que el contacto con la naturaleza es más evidente.

¿Cómo llegar?

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autor Carlos Tomasini
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