Posible exhibición del monolito de Tlaltecuhtli
A mediados de año llega al Museo del Templo Mayor la exposición “Moctezuma II”, en la que podría exhibirse, por primera vez, el monolito hallado en 2006.
Tras su exitoso paso por el Museo Británico de Londres, llegará para el segundo semestre de este año a México la exposición “Moctezuma II”, misma que será alojada en el Museo del Templo Mayor, donde podría ser mostrado, por vez primera, el monolito mexica de Tlaltecuhtli (la diosa de la tierra), descubierto el 2 de octubre de 2006 en el predio de Las Ajaracas, ubicado en el cruce de las calles Guatemala y Argentina del Centro Histórico de la Ciudad de México, por el equipo del arqueólogo Álvaro Barrera.
La exhibición de la pieza, que data de alrededor del año 1502, dependerá del diseño de un soporte adecuado para sus 12 toneladas de peso, que además permita mantener los cuatro fragmentos en que está dividida y cuyas dimensiones alcanzan los 4.19 X 3.62 metros, así como 40 centímetros de espesor, convirtiéndose así en una figura mayor en tamaño al de la escultura discoidal de la diosa Coyolxauhqui.
Al ser el único monolito que aún conserva su policromía original (rojo, ocre, blanco, azul y negro), el de Tlaltecuhtli es considerado como uno de los vestigios más importantes encontrados como parte del Proyecto Templo Mayor, pues da cuenta de la evolución plástica que habían alcanzado los mexicas a principios del siglo XVI, es decir, la época de auge de esta cultura a finales del reinado de Ahuízotl y principios del de Moctezuma II.
De acuerdo con el arqueólogo Eduardo Matos, Tlaltecuhtli era una deidad telúrica y nocturna del sexo femenino, con la función de devorar los cadáveres de los tlatoanis aztecas, beber su sangre y volverlos a parir como un nuevo sol.
El especialista explicó que la pieza, que cuenta con elementos únicos, como cráneos en codos y rodillas, así como banderas de papel en el pelo que simbolizan a la muerte y el sacrificio, podría ser la lápida mortuoria de Ahuízotl, el octavo emperador azteca, quien en su calidad de ser solar, descendió muerto al Mictlán (mundo de los muertos), donde transmitió el poder a su sucesor Moctezuma II.
Lo anterior se deriva de que la pieza corresponde a la séptima etapa constructiva del Templo Mayor (1502-1521), además de que en una de las garras de la diosa se observan fechas calendáricas correspondientes al año 10-conejo (1502), año en que Ahuizotl murió.
Cabe mencionar que para la exposición “Moctezuma II” también podrían ser exhibidos algunos de los objetos que se ha encontrado debajo del monolito, tales como piezas de oro pertenecientes a ofrendas, corales, conchas, caracoles, erizos de mar, pumas, máscaras, cetros de madera, cuchillos de jade y objetos de copal, entre otros.
La leyenda
De acuerdo con la cultura mexica, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca planeaban la creación de un nuevo mundo, pero al ver por primera vez a Tlaltecuhtli quedaron horrorizados, pues ella no sólo tenía enormes colmillos en la boca, sino que estos también se observaban en sus codos, rodillas y demás articulaciones, por lo que decidieron matarla dividiéndola en dos partes, una de las cuales se convirtió en el cielo y la otra en la tierra.
A pesar de esta acción Quetzalcóatl y Tezcatlipoca no quedaron contentos y para aplacar a Tlaltecuhtli, que en realidad no había muerto, decidieron que su cuerpo diera vida a las plantas y proveyera lo necesario para la supervivencia de los hombres. Sus ojos, por ejemplo, se convirtieron en las fuentes de la primavera y de los ríos, y sus cabellos en árboles.
Los pueblos mesoamericanos creían que los movimientos y sonidos de la tierra eran las quejas de Tlaltecuhtli por haber sido partida en dos, por lo que para complacerla y asegurarse de seguir contando con los elementos que les aseguraban la subsistencia, sacrificaban humanos, cuyos corazones eran devorados por la diosa, razón por la que es muy común encontrar cajas de piedra con su figura grabada en el fondo, en las que se colocaban el músculo vital y la sangre de las víctimas.