Rafting en los ríos Lacanjá y Agua Azul, en Chiapas
Un equipo de expertos en kayakismo se propuso conquistar las aguas y caídas de dos hermosas (y desafiantes) corrientes hidrológicas ubicadas en el corazón de la selva chiapaneca. ¡Ésta es su historia!
Amanecía en la Selva Lacandona, una luz azulosa iluminaba el ambiente y la neblina envolvía el caserío de la comunidad de Lacanjá. Dentro de las casas se escuchaba el cuchicheo y las risas de las mujeres mientras preparaban el desayuno de siempre: café, un atole que sirven en jícara y un plato de frijoles con huevo y chile, acompañado de tortillas recién hechas que la esposa de Enrique iba echando en un viejo comal cubierto de cal, asentado sobre las tres piedras del fogón; el humo de la cocina se escapaba por las rendijas de la techumbre de láminas y palmas, como en un cuento.
Después de desayunar, nos alistamos para realizar el descenso por el río también llamado “serpiente de agua verde”. Aunque este afluente no tiene un alto grado de dificultad (solamente tiene algunos rápidos de máximo tres metros de altura), vale la pena recorrerlo por su paisaje y la naturaleza que lo rodea, como cascadas y remansos de agua rodeados de la espesa vegetación selvática de la Reserva de la Biosfera Montes Azules. Durante nuestro recorrido de cinco horas, descendimos por emocionantes cascadas disfrutando de este increíble santuario natural.
De regreso a la comunidad, aproveché para realizar algunos retratos de las familias lacandonas. La esposa de Kin Paniagua es hija del gran líder y chamán Chankin Viejo, cuyo carisma y personalidad ayudó substancialmente a su gente por tres generaciones. Él ha sido el lacandón más longevo (vivió más de 100 años), a quien la gente acudía para que interpretara sus sueños, para saber todo acerca de los mitos y rituales, y para suplicar a los dioses. Kin Paniagua fue discípulo de Chankin Viejo, de él aprendió cantos, rezos y rituales relacionados con las deidades lacandonas, así que le pedimos si podía realizar un ritual por el bien de nuestra expedición. Por la noche nos reunimos en la casa de los dioses, una palapa que delimita un espacio circular donde se llevan a cabo los rituales y donde se prepara el balché (bebida ceremonial). Kin quemó copal, realizó algunos cantos, nos regaló una hoja, y nos dijo: «siempre llévenla con ustedes para que vayan con bien».
Al día siguiente, nos reunimos con otro de nuestros guías lacandones, Mario, quien es actor de teatro y estuvo participando en la obra Palenque Rojo, que se presentaba en el Teatro Daniel Zebadúa, en San Cristóbal de las Casas. Mario, además de ser un gran promotor y defensor de la cultura lacandona, imparte talleres de teatro y danza dirigidos a los niños de Lacanjá.
En la mira internacional: Palenque y Rafa
Ahora les cuento la otra parte de esta historia: el mexicano Rafa Ortiz ha recorrido los ríos más caudalosos y salvajes del mundo. Posee el récord de realizar el descenso de la cascada más alta del mundo de 57 metros de altura en un kayak. Ha luchado contra corrientes de aguas masivas y rocas que le han costado dos hombros hiperextendidos, una contractura en la espalda, puntadas en su barba y párpado, y hoy es considerado uno de los mejores kayakistas del mundo.
Hace un par de años, Rafa inició el proyecto Red Bull Chasing Waterfalls, el cual consiste en descender por las cascadas más espectaculares del mundo, algunas de ellas localizadas en México, en los ríos Santo Domingo y Agua Azul en Chiapas y en el río Alseseca en Tlapacoyan, Veracruz.
Después de estar con la familia Paniagua y navegar con ellos -como tú ahora puedes hacerlo por el Lacanjá-, el equipo de kayakistas formado por Rafa Ortiz, Isidro Soberanes y su asistente Bobby, acompañados por el equipo de producción documental Phonocular y yo, nos dirigimos a Palenque hasta nuestro destino final: el poblado lacandón de Lacanjá Chansayab. Desde ahí comenzamos a caminar por la selva hacia las cascadas Yatoch Kusam (casa de las golondrinas) y en el trayecto pudimos ver huellas de jaguar.
Rafa e Isidro se llevaron cargando sus kayaks para dar algunas clases a los niños lacandones. Los pequeños estaban contentos pues les encanta el agua, nadar y andar corriendo por la selva. Me sorprendió cómo a su corta edad poseen gran conocimiento sobre el uso de diversas especies de plantas.
El gran momento
De Lacanjá nos dirgimos a las cascadas de Agua Azul, localizadas a 60 kilómetros de Palenque. Los kayaquistas estaban ansiosos por llegar, para ver cómo estaba el nivel del río, pues quienes practican este deporte saben que las condiciones climáticas y el nivel del agua siempre son inciertas hasta que te encuentras parado a un lado del río. La expectativa era encontrarlas con un nivel muy alto, pues durante los últimos meses del año se habían presentado lluvias intensas, provocando que el río tomara un color café y nada azuloso. La suerte estuvo del lado de Rafa, pues desde lo alto de la carretera pudo observar el azul turquesa del río creado por las rocas travertinas de carbonato cálcico, así como un nivel idóneo para poder remar.
Las cascadas de Agua Azul están formadas por el río Tulijá, el cual desciende abruptamente formando esta serie de caídas y estanques naturales contenidos por diques calcáreos llamados “gours” (según la terminología geológica). Este río es un tesoro para los kayakistas de cascadas, pues las más altas rebasan los 15 metros de altura. La más espectacular es la de Bolonahau, la cual marca la desembocadura del río Agua Azul, en el río Xumuljá.
La navegación inició arriba de la zona turística de Agua Azul, en donde Rafa e Isidro descendieron la primera sección de cascadas; en una de ellas tuvieron que lanzar su kayak y después saltar, ya que la poza era de poca profundidad. La sección localizada río abajo de la zona turística es mucho más difícil y complicada porque el cauce forma un laberinto de canales, que tras remar una hora te guían hacia las cascadas de Bolonahau. Fue ahí donde tuvimos que detenernos a negociar la entrada con los simpatizantes del Ejército Zapatista. Finalmente, después de pagar una cuota de acceso, logramos pasar y así poder fotografiar a los kayakistas mientras descendían por esta salvaje sección de Agua Azul, la que muy pocos han logrado recorrer en un solo descenso; pero para Rafa esto era un parque de diversiones.
Un descenso como pocos
Cada una de las cascadas tiene diferente grado de dificultad y altura (entre 10 y 15 metros), pero a pesar de que esta era la tercera vez que Rafa las descendía, tuvo que estudiar sus líneas nuevamente, debido a las formaciones de rocas que pudieron haberse formado en el transcurso del tiempo. El primero en descender por las furiosas cascadas fue Rafa, seguido por Isidro. Este deporte no se puede practicar solo, ya que es muy común encontrarte en situaciones de vida o muerte en donde tu compañero es quien salva tu vida o viceversa; los lazos de amistad que se forman son muy fuertes, para toda la vida.
La penúltima cascada es una de las más peligrosas en donde no pueden cometerse errores, los kayakistas tenían que elegir perfectamente su línea de descenso. Es así como Rafa comenzó a remar hacia el vacío, enfiló su kayak en la dirección correcta y dio un par de remadas con la vista fija en el horizonte, en donde el mundo se desploma en forma de agua con una furia impresionante. Cayó por la cascada para luego desaparecer tragado por el agua. Después, el apabullante silencio fue roto por el grito de festejo al salir victorioso de su descenso.
Finalmente, los dos kayakistas descendieron por la quinta y última de las cascadas: Bolonahau (los nueve señores), que como dije, es la más espectacular en cuanto a paisaje se refiere, ya que marca la unión entre el río Agua Azul y el Xumuljá. Para poder fotografiarlos, tuve que cruzar nadando el Xumuljá con la mochila y mis botas en la espalda para evitar que se mojara el equipo, aunque lo guardé en una caja y bolsas contra agua. El cruce fue difícil, ya que la corriente estaba fuerte. Cuando llegué al otro lado, me sujeté de las ramas de unos arbustos para poder salir. Una vez que me calcé las botas, comencé a caminar sobre la orilla del río para colocarme frente a la Bolonahau y les di la señal a los kayakistas para que se lanzaran. Todo era alucinante: las cascadas y el pequeño kayak anaranjado y rojo desplomándose por la cortina de agua.
Ya que Rafa e Isidro salieron a flote, me ayudaron a cruzar de regreso a la otra orilla del río y regresé caminando a la zona turística de Agua Azul, mientras ellos remaron por el Xumuljá hasta la comunidad de Agua Clara, finalizando así esta fascinante aventura en el maravilloso estado de Chiapas.
GPS
El Área de Protección de Flora y Fauna Cascadas de Agua Azul cuenta con una superficie de 2,580 hectáreas, que son el refugio de 583 especies animales y 278 vegetales. Los mayas lacandones se han caracterizado por poseer una cultura que brota de su estrecha y antigua relación con la naturaleza, y que ha fluido por generaciones durante cientos de años, razón por la cual hoy en sus tierras se puede ver al jaguar, a los cocodrilos en las orillas de los lagos, escuchar el rugir de los saraguatos y el canto de loros y guacamayas.
Contactos
Campamento Top Che
Cuenta con cabañas, restaurante y excursiones de rafting por el río Lacanjá y caminatas por la selva a las cascadas de las Golondrinas y la laguna de Lacanjá.
Justita Ríos Toledo
[email protected]
lacanja.com
Si quieres una aventura más extensa…
Existen algunas empresas de rafting, como Explora Chiapas, quienes realizan la travesía completa, navegando 81 km, durante seis días con visitas a la zona arqueológica de Bonampak y diversos sitios arqueológicos aún ocultos en la espesura de la selva.
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