Residencia en México, 1826. - México Desconocido
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Arte y Artesanías

Residencia en México, 1826.

Residencia en México, 1826. fifu

George Francis Lyon, el viajero que ahora nos ocupa, fue comisionado por las compañías mineras inglesas de Real del Monte y de Bolaños para realizar un viaje de trabajo e investigación por nuestro país.

Lyon salió de Inglaterra el 8 de enero de 1826 y llegó a Tampico el 10 de marzo.La ruta prevista era del puerto jaibo a San Luis Potosí, Zacatecas, Guadalajara, Valladolid (Morelia), Ciudad de México, el actual estado de Hidalgo, Jalapa y finalmente Veracruz, puerto en el que se embarcó el 4 de diciembre de, ese mismo año. Después de pasar por Nueva York, el navío naufragó y Lyon logro salvar solo unas cuantas cosas, entre ellas este diario; finalmente llegó a Inglaterra y lo publicó en 1828.

LO BUENO Y LO MALO

Acorde con su tiempo, Lyon tiene opiniones sociales muy de inglés y muy de su época; algunas de ellas son entre molestas y graciosas: «Cuando se permita a las mujeres ocupar su lugar adecuado en la sociedad; cuando se impida a las niñas jugar en las calles, o con las personas sucias que actúan con la capacidad de cocineras; y cuando se introduzca el empleo de corsés,(¡!) y bañeras, y se prohíban los cigarros al sexo débil, los modales de los hombres cambiarán radicalmente.»

«Entre los grandes edificios públicos (de San Luis Potosí) hay uno muy saludable para encerrar a las mujeres rebeldes (padres celosos o maridos ¡que gozan del privilegio de encerrar a sus hijas y esposas!). La iglesia anexa a, este edificio guardián de la virtud es muy oscura y lúgubre.»

Desde luego, los criollos no eran de su predilección: «Sería muy difícil, aun en este país universalmente letárgico, encontrar un grupo de gente más indiferente, ociosa y soñolienta que esa de Pánuco, que en su mayor parte es criolla. Rodeados de una tierra capaz del mejor cultivo, viviendo en un río que hormiguea con los mejores peces, tienen apenas un vegetal, y raramente otro alimento que tortillas de maíz, y ocasionalmente un poco de tasajo. La siesta parece que dura medio día, y aun hablar es un esfuerzo para esta raza perezosa.»

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OPINIONES CONTROVERTIDAS

Un par de citas de Lyon refleja que nuestro pueblo es muy bien portado o bien que el inglés es muy mal portado: «Acompañé a mis anfitriones y sus esposas al teatro (en Guadalajara), el que me agradó sobremanera. Estaba éste arreglado y ornamentado con gran pulcritud, y los palcos estaban ocupados por señoras vestidas más bien a la moda de Francia e Inglaterra; así, de no haber sido porque todo el mundo fumaba, y por el silencio y el buen comportamiento de la clase inferior de la audiencia, casi podría haber imaginado encontrarme en Inglaterra.»

«Trece mil dólares se gastaron en este festival en cohetes y espectáculos, mientras que un muelle arruinado, baterías caídas, edificios públicos sin reparar, y tropas sin paga, hablaban de la pobreza del estado. Pero la buena gente de Vera Cruz, y de hecho todos los mexicanos, aman especialmente los espectáculos; y debo confesar que son la multitud más ordenada y bien portada que he visto en este tipo de ocasiones.»

Aunque Lyon expresa ligerezas con respecto a los indígenas mexicanos («estas pobres gentes son una simple y aun fea raza, y en su mayor parte mal formada, cuya torpeza se ve aumentada por el hábito de caminar con los dedos de los pies hacia adentro»), tiene asimismo reconocimientos que hay que destacar: «Los indios traen para la venta pequeños juguetes y canastas, hechos con gran destreza, y los carboneros, mientras esperan a sus clientes, se divierten tallando pequeñas figuras de pájaros y otros animales en la mercancía que venden. La ingeniosidad de la clase más baja de México es realmente extraordinaria. Los léperos (sic) fabrican bonitas figuras de jabón, cera, el meollo de ciertos árboles, madera, hueso y otros materiales.»

«La proverbial honradez de los arrieros mexicanos es inigualada hasta el día de hoy; y con muy pocas excepciones, resistió la prueba de los recientes disturbios. Confieso que de todos los nativos de México, los arrieros son mis favoritos. Siempre los hallé atentos, muy corteses, serviciales, alegres, y totalmente honestos; y su condición en este último aspecto puede estimarse mejor de conocerse el hecho de que miles y aun millones de dólares han sido confiados a su cargo frecuentemente, y que ellos en muchas ocasiones han defendido, con riesgo de sus vidas, contra esas bandas de ladrones… Los últimos en la lista social son los pobres indios, una raza suave, sufrida y despreciada, quienes con cariño son capaces de recibir las mejores enseñanzas.»

Es muy interesante notar que lo que observó Lyon en 1826 sigue siendo válido en 1986: «Los huicholes son de hecho el único pueblo que aún vive en forma enteramente distinta de aquellos que los rodean, protegiendo su propio lenguaje.» y resistiendo diligentemente todos los esfuerzos de sus conquistadores.»

LA MUERTE DE UN NIÑO

La diferente formación religiosa que tenía Lyon le hacía sorprenderse de algunas costumbres de nuestro pueblo. Tal fue el caso ante el funeral de un niño, los que hasta la fecha siguen siendo como «fiestas» en muchas zonas rurales de México: «Al escuchar música por la noche (en Tula, Tamps.) encontré a una multitud con una joven mujer que llevaba sobre su cabeza un pequeño niño muerto, vestido con papeles de color arreglados en forma de túnica, y atado a una tabla con un pañuelo blanco. Alrededor del cuerpo le habían colocado una profusión de flores; la cara la llevaba descubierta y las manitas atadas juntas, como en una oración. Un violinista y un hombre que tocaba una guitarra acompañaron al grupo hasta la puerta de la iglesia; y habiendo entrado la madre por unos minutos, apareció de nuevo con su niño y se alejaron caminando en compañía de sus amigos al lugar del entierro. El padre del niño los seguía más atrás con otro hombre, quien lo ayudaba con una antorcha de madera prendida para arrojar cohetes de mano, de los que llevaba un gran bulto bajo el brazo. La ceremonia era toda de regocijo y alegría, ya que todos los niños que mueren jóvenes se supone que escapan del purgatorio y se vuelven ‘angelitos’ de inmediato. Se me informó que el entierro iba a ser seguido de un fandango, como muestra de regocijo de que el nene había sido llevado de este mundo.»

Dentro de su aversión al catolicismo, hace una excepción: «Los pobres frailes de Guadalupe son una raza muy estoica, y creo que no deberían estar clasificados al igual que el rebaño de haraganes que se ceban en el público de México sin utilidad. Estos realmente viven en toda la pobreza que su voto prescribe, y toda su vida está dedicada al sufrimiento voluntario. No poseen ninguna propiedad personal aparte de un áspero vestido de lana gris, que no se les cambia hasta que se desgasta, y el cual, habiendo obtenido el olor de santidad, se vende entonces en veinte o treinta dólares para servir de traje mortuorio de algún devoto, quien supone que puede colarse dentro del cielo con tan santa envoltura.»

EL BAILE DEL GUAJOLOTE

No me extrañaría que la siguiente costumbre todavía se conservara, habiendo contemplado -como lo he hecho- a los bailadores de Chalma: En Guadalajara «nos detuvimos un rato en la capilla de San Gonzalo de Amarante, mejor conocido por el nombre de El Bailador. Tuve aquí la suerte de encontrar a tres ancianas rezando rápidamente, y danzando al mismo tiempo muy seriamente ante la imagen del santo, quien es celebrado por sus curaciones milagrosas de ‘fríos y calenturas’. Estos graves y venerables personajes, quienes transpiraban profusamente por todos los poros, habían escogido como danza la muy conocida en el país del Guajolote o danza del Pavo, por su parecido en gracia y dignidad a los corcoveos de enamoramiento que hacen esas imponentes aves».

«La intercesión, o más bien el poder individual del santo, porque los santos en México en la mayoría de las veces tienen preferencia sobre la Divinidad, está sumamente establecida. Él mismo recibe, como ofrenda de gratitud, tina pierna de cera, un brazo, o cualquiera otra parte del cuerpo en miniatura, el que se encuentra colgado con cientos de otros en un gran cuadro enmarcado en un lado de la capilla, mientras que la pared opuesta está cubierta con pequeñas pinturas al óleo donde se destacan los milagros realizados en aquellos que pudieron aportar de este modo tales testimonios de devoción; pero toda esta farsa idólatra está cayendo en desuso.»

Desde luego, Lyon se equivocó, pues la costumbre de los «milagros» en altares de santos famosos sigue en boga.

Otras costumbres, en cambio, tienden claramente a desaparecer: «Los evangelistas (o amanuenses) practican su vocación como escribas del público. Vi como a una docena de estos hombres sentados en varios rincones cerca de la puerta de las tiendas, ocupados escribiendo con pluma bajo el dictado de sus clientes. La mayoría de ellos, como se puede ver fácilmente, escribían sobre diferentes asuntos: algunos trataban de negocios, mientras que otros, como era evidente por los corazones atravesados en la parte superior del papel, transcribían los tiernos sentimientos del joven o de la joven que se hallaba en cuclillas a su lado. Atisbé por encima del hombro a muchos de estos útiles escribanos que se sentaban con su papel sobre una pequeña tabla que descansaba en sus rodillas, y no vi a ninguno que escribiese mal o tuviese mala letra.»

NIEVES Y NEVADAS

Otras costumbres testas culinarias- afortunadamente se conservan, aunque la materia prima tiene ahora muy diferente origen: «En mis paseos disfruté enormemente de los helados, que aquí (en Morelia) son muy buenos, consiguiéndose la nieve congelada de la montaña de San Andrés, la que de su gorro de invierno surte todas las heladerías.»

«Este era el más exquisito helado de leche y de limón (en Jalapa), para el que se trae la nieve de Perote al principio del año, y en el otoño, de Orizaba.» Por supuesto, Lyon se refiere al volcán del mismo nombre. Y a propósito de nieve, debo anotar que la deforestación hace hoy en día muy raro lo que este viajero inglés observó: el Nevado de Toluca nevado el 27 de septiembre, y la Malinche el 25 de octubre; actualmente, si acaso lo estarían en enero.

Y pasando dentro del mismo ramo de las golosinas- de los helados a los chicles, debo confesar que me sorprendió saber que ya los mascaban las mujeres en Jalapa: «También di con un surtido de otro artículo, llamado `tierra dulce’, que comen las mujeres, por qué o para qué, no lo supe. Está formado de un tipo de arcilla amasada en pequeñas tortas, o figuras de animales, con un tipo de cera que exudan los árboles de zapote.» Ya sabíamos que el chicle es la sabia del chicozapote, pero ahora sabemos que no son los estadunidenses los pioneros en usarla para ese antiestético hábito.

INTERÉS POR LO PREHISPÁNICO

Lyon nos proporciona diversos datos sobre restos prehispánicos que no debo desatender. Algunos probablemente resultan ociosos, otros pudieran ser una pista nueva: «Averigüé que en un rancho llamado Calondras, como a nueve leguas (de Pánuco), se encuentran algunos objetos antiguos muy interesantes, situados sobre el lado de una colina cubierta de árboles silvestres… el principal es una cámara grande como de horno, en cuyo piso se encontraron un gran número de piedras planas, similares a las que usan las mujeres para moler el maíz, y aun hoy se pueden conseguir. Se considera que esas piedras, como una gran cantidad de otros artículos duraderos del mobiliario, sacados desde hace tiempo, fueron depositados en la cueva en alguna huida de los indios.»

«Descubrí (en San Juan, Huasteca potosina) una pieza imperfecta de escultura, con una lejana semejanza a un mascarón de proa con figura de león, de un barco, y escuché que había algunas más en una antigua ciudad distante algunas leguas, llamada `Quaí-a-lam.»

«Desembarcamos en Tamanti para comprar leche y una mitad de una diosa de piedra, de la cual había oído hablar en Pánuco, misma que resultó una carga pesada para los cuatro hombres que la acarrearon a la canoa. La pieza tiene el honor ahora de estar mezclada con algunos ídolos egipcios en el Museo Ashmolean de Oxford.»

«Cerca de una aldea llamada San Martín, situada a una larga jornada de un día por las montañas, hacia el sur (de Bolaños, Jal.), se dice que hay una cueva que contiene varias figuras o ídolos de piedra; y de haber sido dueño de mi tiempo, con toda seguridad hubiera visitado un lugar del que aún hablan con tanto interés los nativos. La únicas antigüedades que pude conseguir en Bolaños, ofreciendo recompensas, fueron tres muy buenas cuñas de piedra o hachas de basalto; y al saberse que yo compraba curiosidades, vino un hombre a informarme que a una larga jornada de un día se podían hallar `huesos de los gentiles’, de los que me prometió traer algunos si lo proveía de mulas, ya que su tamaño era muy grande.»

UNA SORPRESA TRAS OTRA

De las diferentes haciendas mineras que visitó Lyon, resaltan algunas imágenes. El actual pueblo «fantasma» de Bolaños ya lo era en 1826: «La ciudad hoy poco poblada tiene la apariencia de haber sido alguna vez de primera clase: las ruinas o edificaciones a medias de iglesias espléndidas y hermosos edificios de piedra arenisca no igualaban a los que había visto hasta ahora. No había una sola cabaña de lodo ni una choza en el lugar: todas las viviendas estaban construidas con piedra de forma superior; y los edificios públicos que se hallaban ahora vacíos, las ruinas de las inmensas haciendas de plata y otros establecimientos conectados con las minas, hablaban todos de inmensas riquezas y esplendor que debe de haber reinado en este ahora quieto y retirado lugar.»

Por fortuna, casi nada ha cambiado en este otro lugar maravilloso: «Real del Monte es en verdad un lugar muy bello, y el valle u hondonada que se extiende hacia el norte del pueblo es simplemente soberbio. El torrente rápido de montañas se vuelca sobre él en el áspero y rocoso canal y desde las riberas hasta la cumbre de las elevadas montañas que lo bordean muy de cerca hay una espesa floresta de ocotes o pinos, de roble y de oyamel. Habrá apenas un rincón en toda esta extensión que no sea digno del pincel de un artista. Los tintes variados del rico follaje, los pintorescos puentes, las escarpadas rocas, los bien poblados caminos, barrenados en las rocas porfídicas, con las siempre variantes curvas y saltos del torrente, poseen tina novedad y un encanto poco igualados.»

El conde de Regla fue anfitrión de Lyon, pero eso no lo salvó de sus .críticas: «El conde se hallaba viviendo- en una casa de un solo piso (San Miguel, Regla) medio desvencijada, mal amueblada y poco confortable; todos los cuartos dan a un pequeño patio en el centro, privándose de la ventaja de tina bonita vista. Los dueños de la hacienda más grande y más bonita, que les produce una renta de 100 000 dólares, se contentan con alojamientos y comodidades que un caballero inglés dudaría de ofrecer a sus sirvientes.»

Los austeros gustos arquitectónicos del inglés no podían captar la maravilla del arte colonial mexicano: «Cabalgamos hacia (Santa María) Regla y entramos a la celebrada Hacienda de Plata, la cual, según se dice, costó 500 000 libras esterlinas. Es ahora una inmensa ruina, repleta de monstruosos arcos de albañilería, que parecen haber sido construidos para sostener el mundo; y creo que la mitad de la enorme suma se gastó en esto; nada le puede quitar ese aire de desolación, que daba a la hacienda la apariencia de una fortaleza derruida. Yace en lo más profundo de una empinada barranca, cercada por los riscos basálticos de tan singular hermosura, de los que tanto se ha hablado.»

Entre San Luis Potosí y Zacatecas visitó la Hacienda de las Salinas, que «se halla en una árida llanura, cerca de donde se encuentran las ciénagas de donde se saca la sal en estado impuro. Esta se consume en grandes cantidades en los establecimientos mineros, donde se usa en el proceso de amalgamación.» ¿Actualmente seguirá en producción?

BOMBAS EN TAMPICO

Y a propósito de sal, encontró cerca de Tula, Tamps., un lago salado de unos tres kilómetros de diámetro, en apariencia sin vida animal. Esto me recuerda que en Tamaulipas hay cenotes (hacia Barra del Tordo), pero no es la única curiosidad yucateca que rebasa los límites de esta península; valga esta anécdota vivida por Lyon en una cena en Tampico: «Un caballero se ponía de pie súbitamente, con un aire de gran entusiasmo, sacudiendo su mano por sobre su cabeza con un grito de alegría, y luego proclamaba una `¡bomba!’ Toda la concurrencia se levantaba para secundar su animado impulso, mientras las copas se llenaban y se guardaba silencio; después, el brindante sacaba gravemente de su bolsillo una copia preparada de sus versos.»

A mí me parece que antes que marino y minero, Lyon tenía corazón de viajero. Además de los lugares obligados por la índole de su viaje de trabajo, visitó Ixtlán de los Hervores, Mich., y se observa que los hirvientes manantiales y géiseres actuales ya tenían desde hace 160 años -cuando menos- la misma imponente apariencia; igual que en Rotorúa, Nueva Zelandia, los indígenas cuecen sus alimentos en las fuentes hipertérmicas. Reporta otros SPAs («salud por agua», en latín): en la Hacienda de la Encarnación, cerca de Villanueya, Zac., y en la Hacienda de Tepetistaque, «cinco leguas hacia el este» de la anterior. En Michoacán visitó el nacimiento del río Zipimeo y su «hermosa cascada, entre rocas y árboles.

METALES Y PETRÓLEO

En Hidalgo estuvo en Piedras Cargadas («uno de los lugares más maravillosos en paisajes de roca que yo haya visto») y ascendió a los cerros de los Pelados y de las Navajas. «La obsidiana se encuentra diseminada en abundancia por las colinas y llanos que nos rodean; la vena y los pozos hechos por los indios están en la cumbre. No sé si las excavaciones hayan sido profundas, pero al presente están casi cubiertas, y sólo si son suficientemente escarbadas muestran su forma original, que es circular».

Muy interesantes parecen las minas de cobre en Somalhuacán, por Perote: «El cobre se ha sacado solamente de agujeros o pequeñas cuevas frontales de riscos ligeros, y es tan abundante que el lugar podía ser justamente llamado `suelo virgen’. La mayoría de estas rocas abundan en metales; y las pequeñas excavaciones hechas por los que han buscado oro, y las aberturas más grandes para la extracción del cobre, se ven desde abajo como nidos de águilas en los escarpados precipicios de arriba».

También es muy interesante su descripción del «oro negro» del estero de Chila: «Hay un gran lago, en donde se recoge el petróleo que en grandes cantidades se lleva a Tampico. Aquí se le llama chapopote, y se dice que burbujea desde el fondo del lago, y que flota en grandes cantidades en la superficie. El que observé en repetidas ocasiones era duro y de buena apariencia, y era usado como barniz, o para cubrir el fondo de las canoas.» Asimismo de mucho interés, aunque por otros motivos, es la manera como se fabricaba el mezcal en San Luis Potosí: «Es el licor ardiente destilado del corazón del maguey, al que se le cortan las hojas hasta la base de su raíz y luego se machaca bien y se hierve; se coloca entonces en inmensas botas de cuero suspendidas de cuatro grandes estacas donde se les deja fermentar, adicionándolas con pulque y las ramas de un arbusto llamado `yerba timba’ para ayudar a la fermentación. Estas botas de cuero contienen como dos toneles cada una. Cuando el licor se halla suficientemente preparado se vacía de las botas en el alambique o destilería, que se halla dentro de un enorme recipiente de duelas y aros, como un tonel muy grande, de donde el licor destilado fluye por un canal hecho de una hoja de maguey. Este tonel se halla sobre un fuego bajo tierra, y el agua enfriadora está depositada en una gran vasija de cobre, que ajusta en la parte superior del tonel y se remueve al gusto. El mezcal se almacena entonces en cueros enteros de buey, de los cuales vimos un cuarto bien lleno, y su apariencia era la de una cantidad de reses colgando de los corvejones, sin patas, cabeza ni pelo. El mezcal se envía al mercado en pellejos de cabra.»

IMÁGENES PERDIDAS PARA SIEMPRE

Aunque me gustaría terminar dejando este «sabor de boca», para evitar suspicacias prefiero hacerlo con dos estampas desaparecidas, por desgracia, para siempre; de Lerma, una bucólica: «Se encuentra rodeado por un extenso pantano cruzado por buenas calzadas elevadas; y desde aquí nace el río Grande… Los estanques de agua son aquí de hermosa transparencia, y los altos carrizos que llenan el pantano son el lugar de recreo de una gran variedad de aves acuáticas, entre las que pude contar en un pequeñísimo espacio treinta y nueve garzas blancas.»

Y otra, lejanísima, de la Ciudad de México: «Su animada blancura y su carencia de humo, la magnitud de sus iglesias y la extrema regularidad de su estructura le daban un aspecto que jamás se ha podido ver en una ciudad europea, y la declaran única, tal vez inigualable en su estilo.

autor Conoce México, sus tradiciones y costumbres, pueblos mágicos, zonas arqueológicas, playas y hasta la comida mexicana.
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