Riqueza arqueológica de Michoacán
Las tierras altas michoacanas se caracterizan por la armoniosa combinación de lagos y montañas cubiertas de bosques, bucólico paisaje donde los purépechas, hablantes de un misterioso idioma, decidieron establecer su dominio durante la época final del mundo mesoamericano.
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Sabemos de sus antiguas ciudades, por las viejas crónicas que hablaban de Tzintzuntzan, su capital en tiempos tardíos ubicada a las orillas del lago de Pátzcuaro. Los conquistadores españoles que la vieron por primera vez, nos describen sus imponentes yácatas, construcciones de curiosa planta mixta: su acceso con las escalinatas de forma rectangular que contrastan con la base del templo que es circular. Junto a estos edificios de carácter religioso se encontraba el palacio donde habitaba el supremo gobernante El Caltzontzi, rodeado de la familia real, guardias y sirvientes.
Hoy día, podemos recorrer además de este sitio arqueológico el de Ihuatzio, admirando la monumentalidad de la arquitectura característica de este pueblo, recordando los nombres de Tariacuri y algunos otros famosos conquistadores indígenas, o bien recrear la terrible escena de la muerte de Tzintzicha Tangaxoan, último caltzontzi, quién fue quemado vivo por el cruel Nuño de Guzmán para arrancarle el secreto de la ubicación de los depósitos donde se hallaban los tesoros de la corona purépecha.
Como resultado de los descubrimientos arqueológicos, llevados a efecto durante el siglo XX, en el territorio michoacano, sabemos que otros pueblos muy diferentes antecedieron a los purépechas. Una de las más tempranas fue la cultura de chupícuaro, que toma su nombre del sitio en Guanajuato donde primeramente se localizó, corresponde al Preclásico Superior, época de los agricultores avanzados. Se caracteriza por su vistosa cerámica, donde predominan los diseños geométricos, logrados con tonalidades blanco y negrosobre rojo pulido. En Michoacán, en el sitio de El Opeño, tenemos la más importante evidencia de esta cultura alfarera.
Posteriormente, en el Clásico Temprano, en esta entidad habitaron los constructores de las llamadas Tumbas de Tiro, quienes dejaron evidencias de su peculiar rito funerario, por el cual excavaban profundas oquedades debajo de las casas o de otros basamentos arquitectónicos para depositar los cuerpos de los difuntos acompañándolos de curiosas vasijas con formas humanas y de animales. Durante el auge de Teotihuacan en el centro de México, florecieron sitios como el de Tingambato, que evidencian la presencia de la poderosa ciudad de los dioses en la región michoacana, construyéndose entonces edificios con la característica combinación de talud y tablero.
Sin embargo, será sólo hasta la época de los purépechas cuando el territorio del actual Michoacán logre su unidad política y cultural, a través del dominio linguístico y de sus expresiones artísticas, destacando la talla de esculturas en piedra con imágenes de chac-mool, coyotes y tronos de jaguar. La mayor relevancia recayó en el trabajode la metalurgia donde el cobre, el oro y la plata sirvieron para mostrar la habilidad de los orfebres, quienes con igual maestría creaban vistosos ornamentos para el señor y la nobleza, herramientas para los agricultores y armas para los victoriosos guerreros.
Fuente: Guía México desconocido No. 61 Michoacán / agosto 2000
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