Santo Domingo Yanhuitlán
Yanhuitlán es una palabra náhuatl que significa "pueblo o lugar nuevo". No hubo que luchar para que los mixtecos del lugar se sometieran.
El pueblo se dio en encomienda a Francisco de las Casas, pariente de Cortés. Al morir don Francisco, dejó sentado en su testamento que se construyera una gran iglesia con su dinero. Su hijo Gonzalo no reparó en gastos e hizo venir al arquitecto Juan Bautista de Toledo en 1573. La primera edificación, no obstante debió ser pobre. El primer evangelizador en llegar fue Minaya o Lucero (hay controversia en relación con esto), quien dejó el lugar hasta que regresó en 1535. Después llegó fray Domingo de Santa María que hablaba mixteco. Les enseñó el cultivo de la morera, la cría del gusano de seda y la producción en tunales de la cochinilla de grana. Inició la construcción de la iglesia en 1548. Otros dos religiosos que llegaron se distinguieron por empeñarse en destruir ídolos y altares y, lamentablemente, también muchos códices.
La iglesia iniciada por fray Domingo tiene una nave ancha y de gran altura, la que se cierra con bóveda de nervaduras. Mide 75 m de largo, 15 m de ancho y 25 m de alto. Un arco de triunfo separa la nave del presbiterio, el cual se hace más angosto. El piso presenta losas de piedra. Anchos contrafuertes en el exterior ayudan a contrarrestar el peso de la bóveda. Entre ellos, en la parte alta, se abren ventanas ojivales, teniendo una igual en el coro que fue tapiada. El artesonado del socoro es un magnífico trabajo de talla en madera de in, fluencia mudéjar. La fachada exterior se terminó en el siglo XVII, por lo tanto pertenece al estilo barroco. Tiene tres cuerpos y un remate. Nichos con esculturas de santos y un relieve central dedicado a la Virgen del Rosario complementan la composición. La portada norte, en cambio es renacentista con hermosas columnas de cadelabro.
El retablo principal es una magnífica obra barroca que conserva las pinturas de Andrés de la Concha (quien las realizó entre los años de 1575 a 1612). También se dejaron las esculturas originales del siglo XVI. Las columnas son del orden salomónico, talladas y ornamentadas con hojas y frutos.
El arco de la antigua capilla abierta nos introduce al convento, el que consta de dos plantas: la baja, alberga la sala de profundas, refectorio, cocina y despensa. El corredor está cerrado por bóvedas de nervaduras y tiene nichos en sus esquinas. En el muro sur están los espacios que servían como confesionarios y que comunican directo a la iglesia. Es interesante observar que en el ángulo suroeste, en un cuadrángulo saliente, se dispuso el espacio de las letrinas; el foso se situó aprovechando una corriente de agua del subsuelo, siendo ésta una interesante solución, única en este conjunto arquitectónico. Una ancha y elegante escalera conduce a la planta alta que conserva las celdas y al parecer su fabricación no se terminó hasta el siglo XVII.
En el lugar se construyó también una hospedería que daba techo a los viajeros y que ahora encontramos en mal estado.