Semblanza de Andrés Henestrosa (1906-2008)
Con su deceso, las letras mexicanas pierden al principal mentor de la lengua y la cultura indígenas de Oaxaca, mientras que el mundo pierde a uno de sus más ilustres ciudadanos.
Orgulloso representante de la cultura mexicana, así como uno de los oradores y literatos más respetados del siglo XX, Andrés Henestrosa Morales nació en la ciudad de Ixhuatán, Oaxaca, el 30 de noviembre de 1906.
Su infancia transcurrió en su estado natal, hasta la edad de 15 años, cuando se trasladó a la Ciudad de México, para ingresar a la Escuela Normal de Maestros, a pesar de que lingüísticamente sólo se desenvolvía en idioma zapoteco.
En 1924, ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria, graduándose como Bachiller en Ciencias y Artes. Tuvo una breve estancia como estudiante de Derecho, carrera que no terminó al preferir ingresar a la Facultad de Filosofía y Letras.
Fue en 1927 cuando comenzó a gestar la idea principal de la que sería su obra más emblemática: “Los hombres que dispersó la danza”, inspirada en los mitos y leyendas de los antiguos zapotecas, cuyo asesor fue el eminente antropólogo, Dr. Antonio Caso.
La publicación de este libro en 1929 y su lúcida interpretación de las tradiciones orales oaxaqueñas, lo llevaron a participar en la campaña presidencial de José Vasconcelos, en la que recorrió gran parte del país, dedicándose la mayor parte del tiempo a describir a sus compañeros las historias que conocía sobre los pueblos que encontraban a su paso.
El camino de Henestrosa al irrumpir en la escena política no se apartó de su afán por expresar con elocuencia la riqueza de su herencia cultural, misma que transmitió a sus familiares, inculcándoles valores de respeto y orgullo por sus orígenes, los cuales son exaltados a través de libros como “Retrato de mí madre” (1940), “Caminos del corazón” y «El remoto y cercano ayer», volumen que reúne cuatro cartas autobiográficas.
La pulcritud de sus escritos, su fidelidad al espíritu político y la sensibilidad de su poesía fueron los viáticos que lo llevaron por todo el mundo, a países como Francia, España y Estados Unidos, donde pasó breves temporadas en ciudades como Nueva York, Berkeley y Nueva Orleans, donde la mayor parte del tiempo ejercitaba sus pasiones favoritas: la lectura y el estudio.
Ilustre ciudadano del mundo, anfitrión de viajes de primera clase al corazón de las culturas, Andrés Henestrosa trabajó por y para el pueblo, invitando a cultivar el hábito de la lectura desde el áula, o bien desde sus columnas aparecidas en diversos periódicos y revistas nacionales, las cuales fueron publicadas a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado.
En vida, el maestro Henestrosa recibió innumerables homenajes y reconocimientos, siendo uno de los más recientes la acreditación como Doctor Honoris Causa que le fue otorgado por la Universidad Autónoma Metropolitana, en el marco de la celebración por sus 101 años de fructífera carrera.
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