Tacos, ¡un pretexto para unirnos en la mesa! - México Desconocido
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Arte y Artesanías

Tacos, ¡un pretexto para unirnos en la mesa!

Ciudad de México
Tacos, ¡un pretexto para unirnos en la mesa! fifu

En México los tacos unen, identifican, crean una igualdad que difícilmente puede encontrarse en otros ámbitos.

Se preguntarán qué es lo que están comenzando a leer. No se preocupen, yo les explico.

Esta publicación me invitó a participar, a mí, una extranjera en este México maravilloso, que además es periodista, a tratar de explicar con palabras a partir de hoy qué ven mis ojos, con qué me sorprendo cada vez que camino, cuando miro al cielo o me paro en una esquina.

Hablando de palabras, hay muchas (algunas todavía no consigo pronunciarlas) que me gustan, así como expresiones mexicanas que engloban tanto. De entre todas  ellas, “Pásele”, para mí, quizá para ustedes no tanto, representa muchas cosas. Es una invitación a un hogar, un negocio, una comida, unos sabores, un destino. Es un símbolo de hospitalidad, de orgullo de lo que uno tiene y quiere mostrar.

No es solo un “pásele güerita o pásele señorita”, para mí sería un “pasen y vean, o lean”, por eso les invito a pasar, les hago una humilde invitación a mis palabras, a la que será mi casa, a esta columna semanal con la que espero puedan sorprenderse como yo lo hago con todas esas maravillas que tienen olvidadas. Es una invitación a redescubrir estas tierras como yo las descubro a cada paso, un espacio con el que espero se sientan identificados y si, al final consigo sacarles un “¡es cierto, se me había olvidado!”, me sentiré emocionada en este nuevo viaje que iniciamos juntos.

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Esta primera columna no podía dedicarse a otro tema que no fueran los tacos. Por todo lo que implican, no sólo porque México es hijo del maíz, sino porque si no se han dado cuenta, los tacos democratizan esta sociedad.

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Siempre se habla de que en este país las clases sociales, económicas y culturales, están segmentadas, separadas, con una gran distancia. Pero si nunca se pararon a mirar, los tacos consiguen equiparar a todo el mundo. Sólo hay que fijarse bien cuando se pasa por alguno de los múltiples puestos de comida que inundan las calles de esta megalópolis. En ellos ustedes pueden ver todo tipo de tribus urbanas, todo tipo de outfits, todo tipo de profesionistas y por supuesto, todo tipo de amantes de la comida.

La primera vez que me percaté de ello fue en la Condesa. Era una mañana de domingo, casi recién llegada a la ahora CDMX, y me invitaron –cómo no– a comer barbacoa. Yo apenas sabía qué era, porque para mí barbacoa es lo que aquí sería un asado en una fiesta más o menos, pero fui porque nunca he tenido miedo de experimentar y menos con comida. Allí estábamos, porque éramos muchos, casi al lado del Parque España, todos disfrutando de ese manjar dominical. Mientras daba un sorbo a mi caldo de carne, trataba de agarrar bien el taco y no enchilarme (como buena extranjera), me di cuenta que estaba rodeada por un universo de gente diferente, tal y como es el crisol de razas, culturas, pieles, cabellos que conforman México.

A un lado había una familia, al otro unos trabajadores del parque que estaban en pleno descanso, al otro una pareja de hipsters (si se me permite decirlo); estaban algunos trasnochados que todavía no regresaban a casa, algunos deportistas y varios niños.

Siempre se habla de que en este país las clases sociales están muy separadas. Pero los tacos consiguen equiparar a todo el mundo. 

Nada iguales entre nosotros, pero todos teníamos algo en común: estábamos sentados en el mismo changarrito de comida, en banquetas que seguro muchos ni pensarían, con los mismos platos de plástico, y unidos por las mismas ganas de disfrutar de esa carne que llegaba cada domingo desde otro estado, y por la que todos se acercaban para esperar su lugar en esa mesa.

Desde ese momento me di cuenta de que aquí, en México, los tacos unen, identifican, crean una igualdad que puede no encontrarse en otros ámbitos. Puede que a ti, o a ti, o a ti, te gusten unos en concreto, tengas tu puesto favorito, cruces la ciudad para llegar a esa taquería especial, sin importar la lluvia o el hoy no circula; pero todo el mundo aquí tiene un alma taquera.

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“Vamos por unos tacos” no es sólo un vamos a comer. Es un socialicemos, salgamos del antro y sigamos disfrutando; es un fuera normas, usemos las manos. No importa si es una primera cita romántica o una reunión de trabajo: en todas las mesas de este país no pueden faltar las tortillas para que uno se arme un taco.

Me gustaría que todos ustedes hicieran el ejercicio, ahora que salgan a la calle, de mirar con otros ojos a todos esos puestos de tacos. Se darán cuenta que ahí no hay diferencias, que todos están parados con su plato en las manos, vestidos de traje y corbata, con ropa de trabajo, con tacones altos o tenis, saliendo de la escuela, cuidando a los hijos de otros, con la bolsa más cara o el uniforme oficial, pero todos siempre “echándose” unos ricos tacos. Los míos al pastor, por favor. 

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autor Periodista, española, aventurera y contadora de historias. ¡Sigue su columna: #Pásele!
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