Tapetes de Temoaya, joyas artesanales creadas por manos otomíes
Elaborados a mano en telar con la técnica de nudos, los tapetes de Temoaya son orgullo de los artesanos del municipio homónimo en el Estado de México
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Ubicado al oeste de la Ciudad de México y con más de cien mil habitantes, el municipio de Temoaya es famoso por concentrar la mayor cantidad de otomíes en el Estado de México. Igualmente, ha ganado notoriedad por sus tapetes de Temoaya, artesanías que por su belleza dan identidad a sus habitantes.
Tapetes de Temoaya, como los del Lejano Oriente
La elaboración de tapetes y alfombras en este municipio surgió como parte de un programa del Banco de México establecido en 1969, que buscaba capacitar a diversas poblaciones del país en actividades que les brindaran desarrollo económico y social.
De esta manera, pobladores de Temoaya aprendieron -y dominaron- en solo tres años, el anudado a mano como se hace en naciones famosas por sus tapetes, como Irán y Paquistán. Más tarde, se integraron a la empresa paraestatal Tapetes de México, que los apoyó a vender sus productos en tiendas de todo el país por aproximadamente dos décadas.
Hoy, a poco más de cincuenta años de esta iniciativa, artesanos del municipio han logrado posicionarlo como la Persia de México; sin embargo, es un hecho que el oficio vive tiempos difíciles.
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Una labor que se mantiene por amor a la tradición
Todavía podemos encontrar familias en Temoaya que se dedican a la elaboración de estos productos, en parte como un esfuerzo para mantener viva la tradición.
Las piezas se hacen en telar, donde se sostienen los hilos de lana virgen y con mucha paciencia se va formando la urdimbre, nudo tras nudo, añadiendo motivos ornamentales inspirados en iconografía otomí, huichol, mazahua y también colonial.
Asimismo, se estima que un tapete concentra unos 140,000 nudos por cada metro cuadrado. Por ello, para completar un tapete de ese tamaño se necesitan 40 días con jornadas de entre ocho y nueves horas de trabajo.
Un panorama complejo para los tapetes de Temoaya
De acuerdo con algunos testimonios de artesanos del municipio, esta actividad podría desaparecer con el tiempo, pues los jóvenes muestran poco interés en continuar la tradición. Además, el tiempo que debe invertirse en terminar una pieza la hace poco rentable.
Finalmente, a lo anterior se suma el encarecimiento de la lana virgen con la que se confeccionan los tapetes, pues este material debe ser importado de Sudamérica, reduciendo considerablemente el margen de ganancia.
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