Tomasón, el amable gigante de Amatlán de Cañas, Nayarit
Conoce la historia de Tomás Gómez Hernández, el gigante de Amatlán de Cañas.
Entre fieros guerreros y pensadores revolucionarios se encuentran los héroes del pueblo, aquellos cuya grandeza se mide en la huella que dejaron en la gente y los momentos que los convirtieron en leyenda. Conoce la historia de Tomás Gómez Hernández, el gigante de Amatlán de Cañas.
A lo largo de la historia, México ha sido madre patria para un gran número de personajes ilustres que han marcado la vida del país y sus habitantes, desde artistas, intelectuales y grandes pensadores, hasta diestros combatientes, estrategas e incluso deportistas.
Sin embargo, son los ídolos del pueblo quienes en muchos casos, se convierten en leyenda gracias a sus buenas acciones, el papel que desempeñaron en la sociedad o por su sola presencia.
Conoce la historia de Tomasón, el gigante bonachón de Amatlán de Cañas en Nayarit, una de los personajes más poderosos, carismáticos y singulares del México de antaño que desearás haber visto pasearse por las calles del Centro Histórico.
Capaz de cruzar ríos cargando burros o subir una campana a la iglesia solo con estirar el brazo, conoce las grandes habilidades y el carisma de Tomás Gómez Hernández alias Tomasón, el Sansón de Amatlán de Cañas, Nayarit.
Tomás Gómez Hernández, el gigante de Agua Fría
Tomás Gómez Hernández nació el 27 de diciembre de 1863 en Agua Fría, un poblado de apenas algunas casitas junto a un riachuelo en uno de los lugares más distantes de Guadalajara, que en aquellos tiempos fungía como capital del país.
Hijo de Don Mónico Gómez y Doña Brígida Hernández, Tomás fue por muy poco tiempo lo que se llegó a considerar como “normal”, pues desde muy chico demostró ser un niño excepcional. Aunque en su comunidad no existía una escuela, el pequeño Tomás aprendió a leer y escribir como todos los otros chiquillos.
La singularidad de Tomás Gómez comenzó a lucir cuando empezó a crecer, crecer y crecer; superando en tamaño y altura a todos los niños de su edad.
Con el tiempo, Tomás se convirtió en el adolescente más alto de todo México, alcanzando casi los 2 metros. Su altura y corpulencia le dieron licencia para convertirse en arriero, oficio que desempeñaba con especial gusto; sin embargo, su presencia solía ser por demás agradecida si se trataba de trabajos que requerían el uso de su gran fuerza, como controlar a un animal desbocado o alzar una carreta para cambiarle la rueda.
Tomasón, el gigante arriero
Siendo aún muy joven, la gente comenzó a llamarlo Tomasón, por ser un gran Sansón mexicano, enorme de corazón, altura y fuerza bruta.
Entre las anécdotas que se cuentan de Tomasón, se dice que un día un par de hombres se encontraban discutiendo fuera de una tienda donde el gigante se encontraba haciendo negocios. Él les había pedido amablemente que no pelearan, pues además no le dejaban escuchar bien. La acalorada discusión se convirtió en una pelea a golpes y al salir, el enorme Tomás los separó y subió a ambos al techo de la tienda para luego irse.
En otra ocasión, llegó una campana para la iglesia del pueblo, pero subirla iba a ser difícil, por lo que optaron por pedirle a Tomasón que les ayude. Los ayudantes de la iglesia se subieron al campanario y Tomás tomó la campana con una mano, estiró el cuerpo lo más que pudo y les pasó la campana sin problema.
Trabajó en una hacienda en San Felipe de Hijar, Municipio de San Sebastián del Oeste en Jalisco, donde se cuenta que manejaba con 1 sola mano grandes sacos llenos de 50 kilos de frijol.
Tomasón llegó a tener una gran escuadra de burros de carga conformada por 14 bestias, sobre las que llevaba productos del campo, víveres y correspondencia, pues además de tener la capacidad para transportar muchas cosas, su sola presencia era tan imponente que nadie se atrevía a asaltarlo, pues creían que las balas no le harían ni cosquillas.
Se dice que en días lluviosos, Tomasón llegó a ayudar recuperando ganado que se quedó pasmado con la subida del río y que cuando sus burros tenían miedo, él mismo los cargaba y atravesaba el arroyo.
Tomasón en la gran ciudad
No se sabe a ciencia cierta si fue gracias a su profesión como arriero o por mérito personal, que Tomasón llegó a ser un personaje famoso en las calles de Guadalajara.
Se cuenta que durante la sagrada misa, a la hora de hincarse, no faltaba quien hiciera un chiste sobre su altura. En el libro Leyendas y Personajes Populares de Jalisco, se dice que en una de sus visitas a la ciudad, se compró el más fino y enorme sombrero de copa que encontró en Las Fábricas de Francia, una elegante tienda en el centro de Guadalajara.
Tomasón entablaba platica con cuantos quisieran saludarlo, demostraba su gran fuerza y escuchaba con educación a quienes le decían que haría una gran fortuna en un circo. Se dice que en 1923 fue contratado como vigilante del Museo de Guadalajara por el entonces director, Ixca Farías, pero declinó la oferta porque sus amigos le dijeron que querían esperar a que muriera para disecarlo y convertirlo en una atracción del recinto. Sin embargo, el historiador e investigador Enrique S. de Aguinaga Cortés, cuenta que el último oficio de Tomasón fue de vigilante en el Hospicio Cabañas de Guadalajara, donde recibía a la gente siempre alegre y sonriente hasta que se le detectó diabetes, por lo que regresó a su lugar de origen.
Nadie que le haya conocido o escrito sobre él sabe exactamente cuánto medía el gigantón, pero todos están de acuerdo en que Tomasón superaba los 2 metros y medio de altura. Tomás Gómez Hernández se casó con Josefa Flores y tuvo 2 hijas, María de Jesús y María Encarnación. Falleció un 6 de enero de 1924 a la edad de 61 años.