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15 celebraciones de Día de Muertos únicas en el mundo

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© Daniel Cabrera Montero

Estas celebraciones de Día de Muertos son únicas en todo el mundo y guardan un profundo simbolismo que solo puede asimilarse una vez que se viven.

¿Cuántas de estas celebraciones de Día de Muertos ya conocías?

Amamos su colorido y nos enorgullece saber que son únicas en el mundo. Sin embargo las celebraciones de Día de Muertos de México representan más que eso, pues son la muestra de nuestra visión de la vida más allá de la vida.

1. Hanal Pixan, Mérida, Yucatán

Esta festividad maya es una de las celebraciones de Día de Muertos más antiguas. Cuyo significado en español es “La comida de las ánimas”, pues agasajar a los fallecidos con delicias es justamente su principal encomienda. El primer día de convite se llama U Hanal Palal y es el 31 de octubre. Al día siguiente, el 1 de noviembre, las ánimas de los adultos llegan para disfrutar los vaporcitos, tamales de xpelón (un rico frijol nativo) y el dulce de papaya. Finalmente, el 2 de noviembre los panteones se llenan de fieles para participar en la U Hanal Pixanoob, una misa dedicada a los que se adelantaron en el camino.

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2. Danza de los diablos de Cuajuinicuilapa, Guerrero

Nadie sabe a ciencia cómo o cuándo nació esta manifestación artística de la Costa Chica de Guerrero; lo que sí parece un hecho es que tiene raíces en las tradiciones rituales de los esclavos africanos traídos en tiempos del Virreinato. en la actualidad, se ha convertido en una de las celebraciones de Día de Muertos más peculiares de nuestro país. Todo inicia el 31 de octubre, en el camposanto de Cuajinicuilapa. El 2 de noviembre, quienes deseen que a sus altares lleguen sus difuntos, deben permitir que los diablos bailen en su casa e invitarles a comer tamales, pozole, frutas, refrescos o algún licor. Llegado el ocaso, tanto los danzantes como quienes recuerdan a un ser querido se enfilan de vuelta al panteón para cerrar las festividades entre velas, flores multicolor y música.

3. Figuras de lodo de San Antonio Tecómitl, Ciudad de México

San Antonio Tecómitl es uno de los doce pueblos originarios de la delegación Milpa Alta, en el sur de la capital mexicana. Como en muchas poblaciones vecinas, la cercanía con la mancha urbana, lejos de debilitar sus tradiciones, las ha fortalecido. Una de las celebraciones de Día de Muertos más peculiares de la CDMX nació hace casi 40 años, cuando sus habitantes, motivados por la creatividad y la necesidad de plasmar su recuerdos, comenzaron a esculpir figuras de lodo sobre las tumbas de sus seres queridos. Ese compromiso sigue vigente, y en la actualidad, cada 1 y 2 de noviembre, se puede ver el panteón repleto de gente que limpia y recolecta tierra para con ella formar el lodo con la que darán vida a sus creaciones.

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4. Días de Muertos en Pomuch, Campeche

Aproximadamente 70 kilómetros al noreste de la ciudad de Campeche se encuentra el pueblo maya de Pomuch, el cual tiene fama por su rico pan artesanal y debido a la forma en que homenajean a los muertos. Pasados tres o cuatro años de la muerte de un ser querido, es costumbre de su gente exhumar los restos y colocarlos en cajitas de madera cubiertas por una delicada manta bordada, a usanza de las costumbres textiles del estado; posteriormente, ese pequeño baúl se deposita en los osarios del panteón del pueblo, colorido y apretado como suelen ser los camposantos del Mayab.

5. Fiesta de ánimas de Arócutin, Michoacán

La región que rodea al lago de Pátzcuaro es rica en celebraciones de Días de Muertos, pues forma parte del territorio ancestral del pueblo purépecha, siempre abocado a manifestar su cariño por los difuntos a través de coloridas velaciones. El pequeño poblado de Arócutin no escapa a esa norma. Localizado cerca de lo que fuera la isla de Jarácuaro, en la orilla suroeste del lago de Pátzcuaro, la mayoría de su población se dedica a la pesca; contrario a lo que ha sucedido en buena parte del país, el cementerio del pueblo aún se encuentra en el atrio de la menuda pero pulcra parroquia, dedicada a la Virgen de la Inmaculada Concepción. Allí se reúnen los deudos desde el 31 de octubre a recordar a los niños, y durante los días 1 y 2 de noviembre, acompañan a los fallecidos en la adultez al tiempo que adornan sus tumbas con armazones de madera cubiertos por flores de cempasúchil, de flamígero color; abundan también las pequeñitas flores de nube, las encarnadas de terciopelo y los claveles.

6. Los Seremos, Valle de Allende, Chihuahua

Al sur del estado más grande de México se ubica Valle de Allende, comunidad donde se lleva cabo la única tradición asociada con los Días de Muertos originaria de Chihuahua. Se llama Los Seremos y se realiza el 1 de noviembre, fecha en que los niños salen a la calle en grupo y de entre todos eligen a uno que habrá de acostarse en los umbrales de las casas cubierto por una sábana blanca y con una vela en las manos. Entre tanto, sus compañeros le rezan, simulando un velorio, para luego entonar el siguiente estribillo: “Angelitos somos, del cielo bajamos, a pedir limosna, y si no nos dan ¡puertas y ventanas nos la pagarán!”.

7. Muerteadas de Etla, Oaxaca

En estas vistosas comparsas, la participación y competencia entre barrios es fundamental, como sucede en muchas localidades de Oaxaca. Los protagonistas: los vecinos de los distritos tradicionales de San Agustín, San José, Nazareno, Guadalupe o San Sebastián, que con semanas de anticipación preparan disfraces y contratan bandas de aliento para desfilar y bailar ―tras la bendición en la parroquia del barrio― por las calles del pueblo los días 1 y 2 de noviembre.

8. Altares de Huaquechula, Puebla

Otra de las celebraciones de Día de Muertos son los altares de Huaquechula, población cercana a la cara sudeste del volcán Popocatépetl. Esta festividad es fiel a la ostentación barroca que caracteriza al arte y gastronomía de Puebla. Si el difunto a recordar falleció por algún accidente, sus deudos le tendrán listo en casa un monumental altar desde el 28 de octubre; en cambio, si está dedicado a algún angelito, la fecha a considerar es el 31, mientras que el 1 y 2 de noviembre se conmemora a los adultos.

9. Todos Santos, Huautla de Jiménez, Oaxaca

Del 27 de octubre al 5 de noviembre, por las calles de este místico poblado mazateco desfilan los huehuentones, personajes que con sus danzas, ejecutadas al son de flautas, tambores y violines, ayudan a los difuntos a volver a sus hogares y departir con su gente amada. El primer día de la fiesta, los huehuentones acuden al panteón del pueblo para disfrazarse con máscaras de anciano talladas en madera, paliacates, zarapes y sombreros de jonote, con los que de súbito se transforman en venerables ancianos, vínculo entre este mundo y el de los muertos.

Alfredo Martínez

10. Xantolo de Tempoal, Veracruz

A las celebraciones de Día de Muertos se les conoce como Xantolo en la región Huasteca, ese espacio habitado por la nación teenek y conformado por varios municipios de Puebla, Querétaro, Hidalgo, Tamaulipas, San Luis Potosí y Veracruz. En este último estado del Golfo se ubica Tempoal, donde la gente prepara altares con flores, frutos y comida para recibir a los muertos pequeños a partir del último día de octubre, y a los mayores desde el 1 de noviembre.

11. Xandú, Juchitán, Oaxaca

Tropicales y aromáticos son los altares que los habitantes de Juchitán construyen para la fiesta de Xandú, un vocablo zapoteca que proviene de la palabra castellana “santo”. A diferencia del resto de México, aquí los muertos regresan del más allá para disfrutar lo que en vida amaron los días 30 y 31 de octubre, además de que las ofrendas y velaciones se realizan en la casa del difunto y no en el panteón.

12. Altares pames de Jalpan de Serra, Querétaro

Los pames o xiu’ui son un pueblo indígena de filiación chichimeca que habita porciones de San Luis Potosí y Querétaro. Los de Jalpan de Serra, en la Sierra Gorda queretana, tienen por tradición recordar y agasajar las almas de los que ya partieron durante todo el mes de noviembre: del 1 al 3, los hombres construyen altares con arcos de carrizo que las mujeres han de embellecer con flores; ellas también cocinan gorditas, calabaza cocida y tamales de muerto, una preparación que lleva masa de maíz azul, manteca, queso y salsa. Los días 8 y 9 realizan un novenario y vuelven a preparar delicias que habrán de ser compartidas con los difuntos, quienes regresan a su mundo el último día del mes, no sin antes llevarse itacate para el largo camino de vuelta.

13. Convite de Xayacatlán, Puebla

De la Mixteca poblana es esta festividad, que más bien debería ser clasificada entre las celebraciones de Día de Muertos como “banquete” porque justo de eso se trata. Con el arribo del día 1 de noviembre llegan también las ánimas de los fallecidos a sus antiguos hogares, donde son recibidos para desayunar con café de olla, plátanos, elotes, calabazas y pan de muerto, que aquí es de masa roja y se espolvorea con azúcar.

14. Danzas de San Vicente Tancuayalab, San Luis Potosí

También dentro del territorio de los huastecos o teenek está San Vicente Tancuayalab, donde las celebraciones de Día de Muertos se festejan montando ofrendas coronadas por un arco de hojas de limonaria, cempasúchil y frutas que representa el tránsito solar; el incienso siempre está encendido, las bebidas y comidas que al fallecido gustaban no faltan ni tampoco panes con forma humana, calaveritas de dulce y una calabaza con semillas que representa a los ciclos lunares y de renovación. Entre tanto, en las plazas y avenidas bailan los huehues, que con máscaras de madera de colorín personifican a los ancestros.

15. Kuirisi-atakua de Ihuatzio, Michoacán

Hasta hace algunas décadas, era tradición de los habitantes de la ribera del lago de Pátzcuaro salir a cazar patos el 31 de octubre como preparativo para las celebraciones de Días de Muertos; capturados con lanzas de carrizo o redes, se ofrecían como ofrenda para los fallecidos y vianda para los vivos. Actualmente, son pocas las comunidades que conservan este rito (el cual lleva por nombre Kuirisi-atakua) e Ihuatzio es una de ellas.

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