Acueducto de los Remedios, tesoro arquitectónico en Naucalpan
Durante el virreinato en México, el templo de Nuestra Señora de los Remedios tuvo una gran importancia social. Sin embargo, su ubicación geográfica hacía difícil el aprovisionamiento de agua tanto para la iglesia como para el pueblo de Los Remedios, ubicado en una de las zonas altas al poniente de Naucalpan, en el Estado de México.
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Durante el virreinato en México, el templo de Nuestra Señora de los Remedios tuvo una gran importancia social. Sin embargo, su ubicación geográfica hacía difícil el aprovisionamiento de agua tanto para la iglesia como para el pueblo de Los Remedios, ubicado en una de las zonas altas al poniente de Naucalpan, en el Estado de México.
El intento por solucionar este problema dejó como resultado un monumental acueducto construido en cantera, con una longitud de 500 m e integrado por 50 arcos de medio punto separados 6.7 m entre sí; cada columna tiene una base de 2.05 m de frente por 1.7 m de profundidad y una altura máxima de 16 metros.
La obra se llevó a cabo en dos etapas, la primera en 1616 por órdenes del virrey Diego Fernández de Córdoba con el objetivo de llevar agua al templo; el preciado líquido sería trasportado desde el ojo de agua del pueblo de San Francisco Chimalpa a través de un arcaduz construido con tubos de barro. El proyecto se justificaba en parte porque el agua excedente se utilizaría para el riego de las parcelas de los pueblos de San Bartolomé, Santa María Nativitas y Santa Cruz, aledaños a la zona.
Para desplazar el aire que pudiera llevar la tubería se idearon dos respiraderos, cada uno sostenido por una torre escalonada de base circular de ocho m de diámetro y 23 m de altura. Debido a que en su parte más alta las torres van disminuyendo el diámetro, la gente del lugar hoy en día las identifica como “los caracoles”.
Varias versiones se contradicen en cuanto al éxito de la tubería. Ignacio Carrillo, en su obra Lo máximo en lo mínimo, asegura que entre 1722 y 1723 el santuario recibió agua proveniente de esa cañería; no obstante, para 1764 tanto el templo como el pueblo de Los Remedios carecían del preciado líquido, por lo que el virrey Joaquín de Monserrat encargó la solución del problema al maestro constructor Idelfonso Inesta Bejarano, quien ideó levantar una arquería para llevar el agua. La obra se realizó entre el 29 de mayo y el 17 de diciembre de 1765, pero una vez más no fue posible conducir al poblado, por lo que finalmente este “acueducto” quedó como un gran monumento arquitectónico que ha sobrevivido hasta nuestros días.
A Los Remedios se puede llegar subiendo desde el periférico norte por la avenida San Mateo hacia el poniente, vía que conduce directamente hasta el acueducto de Los Remedios rodeando al parque nacional del mismo nombre. Andando por la zona vale la pena visitar el magnífico templo, cuyo valor arquitectónico y singular historia lo hacen digno de acudir al lugar.
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