Artesanía amuzga en Xochistlahuaca (Guerrero)
Desde épocas prehispánicas el huipil es el atuendo más tradicional de la mujer indígena, y al igual que entonces sigue elaborándose en un telar de cintura compuesto de un lienzo de tela plegado que llega hasta el tobillo o la rodilla.
Los típicos tejidos y bordados de los huipiles contienen un simbolismo trasmitido de generación en generación, como muestran los códices y las esculturas de barro y piedra en los que las mujeres portan huipiles que poco varían de los contemporáneos. Entre los motivos más tradicionales en los huipiles de las amuzgas de Xochistlahuaca, Guerrero, están los diversos triángulos que representan mariposas, aunque las formas geométricas se encuentran yuxtapuestas, significan caminos angostos.
CHUEY, UNA EXPRESIÓN PROPIA
La palabra huipil proviene del vocablo náhuatlhuipilli,que significa gran colgajo, pero entre los amuzgos jamás utilizan este término, ya que prefieren llamarlochuey,en su lengua materna, porque además de representar una expresión propia es una descripción mucho más rica. En amuzgo,chueyno sólo quiere decir el lienzo o trapo que cubre el cuerpo de una mujer, también la prenda que contiene la expresión de ella misma, manifestación que abarca su alegría, sentimiento, dolor, pasado, presente y porvenir. A pesar de lo cansado que resulta trabajar con los telares de cintura y los múltiples quehaceres domésticos que las mujeres deben realizar en casa, no dejan de tejer, ya que la labor artesanal de los indígenas es una ayuda económica primordial para las familias amuzgas, pues lo que los hoimbres logran sacar trabajando del campo es insuficiente para subsistir.
Gracias al Programa de Apoyo al Diseño Artesanal (PROADA), que se lleva a cabo entre un numeroso grupo de amuzgas de Xopchistlahuaca y otros poblados aledaños, y para diversificar su economía, las artesanas han aprendido a manufacturar porendas más comerciales, como trajes de baño, edredones, , tapetes, faldas, servilletas, blusones, juegos de baño, pantalones, vestidos, manteles y muchos otros productos. Aunque hoy en día están abriendo mercado para dichos artículos, el huipil sigue siendo la prenda más preciada y cotizada por ellas, y es que la relación ancestral que mantienen con esta vestimenta es muy fuerte. Para ellas tiene un significado muy especial y seencuentra siempre presente en los momentos más importantes de sus vidas: cuando han dedicado más de dos meses de arduo trabajo para elabrorarlo; cuando lo visten al momento de unirse en matrimonio; cuando las distingue de las demás mujeres por el solo hecho de lucirlo al caminar; cuando con él se engalanan para las principales ceremonias;: cuando lo llevan puesto al momento de ser enterradas.
Una de las batallas más duras que ha devido afrontar la artesanía fue cuandoaparecieron las grandes maquinas textiles. La gente recuerda cómo llegaban a su pueblo cargamentos de ropa a precios muy baratos contra los cuales las obras artesanales no podían competir. Los antiguos clientes comenzaron a utilizar ropa hecha con fibras sintéticas y las tejedoras ya no pudieron comercializar sus productos. Se limitaron tan sólo a vestir a la familia y a elaborar prendas personales. Sin embargo, los lazos que tienen con sus tejidos, con los cuales han obtenido prestigio internacional, son muy profundos y no se dejaron vencer. Es común ver a las madres enseñando a sus hijas el tejido de cintura y a los padres adiestrando a los hijos en la elabora- ción de los tejidos de redes y hamacas, así como la preparación, el cultivo y el cuidado de los campos de algodón, que según ellos deben atenderse como al cuerpo de uno mismo.
EN LA UNIÓN…
Desde hace algunos años, los amuzgos se han organizado y creado cooperativas para tratar de evitar a los intermediarios y han ido recuperando la utilización de los tintes y herramientas originales que usaban sus antepasados antes de la llegada de los españoles. También han conseguido elaborar algodón de diferentes tonos, por ejemplo, el algodón coyuchi, cuyo nombre deriva del color de la piel del coyote y que se obtiene mezclando la fibra con la flor de la plantacacaloxuchitltípica de la región amuzga y que además impregna con su olor los campos de los alrededores.
Para los amuzgos el algodón vale oro, no tanto por su valor económico, sino porque lo consideran un material que puede convivir armoniosamente con el cuerpo humano, que es suave al tacto. «Si dejara de existir nuestra artesania, seríamos como personas muertas. Tenga lo que tenga una persona muerta ya no puede expresar lo que tie- ne porque ya quedó sin vida”.on estas palabras concluye Agapito Valtierra López, promotor artesanal amuzgo.
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