La ch, el fonema más chido en el español de México
La forma como los mexicanos hablamos español es única, y prueba de ello es el uso de la ch en incontables palabras que usamos cotidianamente
Ya chole chango chilango Que chafa chamba te chutas No checa andar de tacuche Y chale con la charola
Nos dice la Real Academia Española (RAE) que el hispanohablante es aquel que tiene el español como lengua materna o propia, y si bien es la tercera lengua más hablada del mundo, el español que hablamos en nuestro país es único por variadas razones, y una de ellas es el uso de la ch.
Este fonema es formalmente conocido como dígrafo, pues es una doble grafía compuesta por la letra ce y la hache; que juntas integran un sonido de gran expresividad. Técnicamente se define como un sonido africado palatal sordo que se produce cuando la lengua se cierra contra los dientes y después deja salir el aire.
La ch, una mezcla de náhuatl y latín
De acuerdo con Concepción Company, filóloga emérita de la UNAM, en entrevista para Verne, el sonido tiene su origen en el latín pero en el español de México se reforzó con palabras provenientes de lenguas indígenas, sobre todo del náhuatl, el cual contiene muchas voces con ch como chichi, chahuistle, chachalaca, chapopote, chapulín, chicle, chilaquil, chile, chinampa, chamaco, chilpayate y chocolate, entre otras.
La ch antes era una letra
Entre 1754 y 1803, la ch fue considerada la cuarta letra del abecedario español. Sin embargo, en el Décimo Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, celebrado en 1994, se optó por eliminarla, junto con la doble ele, del alfabeto. La razón es que se concluyó que ambas no son letras sino dígrafos.
Letra o no, de cualquier forma su importancia en el español de México sigue siendo innegable para darle sabor y color a la forma como hablamos: qué chido, chale, ya chole, vámonos de pachanga y un largo etcétera.
Afectos y desafectos
Asimismo, el fonema se encuentra muy presente en los apodos o sobrenombres que usamos para denominar con aprecio a las personas cercanas, por ejemplo Nacho, Pancho, Concha y por supuesto Chonita.
Por último, hay que señalar el uso de la ch en una de las palabras con más significados del español en México: chingar. Como menciona el escritor Octavio Paz en el libro titulado El Laberinto de la Soledad:
Es una voz mágica. Basta un cambio de tono, una inflexión apenas, para que el sentido varíe. Hay tantos matices como entonaciones: tantos significados como sentimientos”.
Chingón, chingado, chingadera y chingonería, son solo algunos de los derivados de esta palabra con ch, tan compleja y rica en matices, que incluso cuenta con un diccionario en su honor. Qué chido el español de México, ¿no?