Colonias de la Ciudad de México
La Ciudad de México se mantuvo de un tamaño estable durante el periodo colonial, pero a finales del mismo la aparición de nuevas avenidas, como el Paseo de Bucareli (1778), inducirían la futura expansión de la capital hacia el suroeste.
Después, en la época de la fallida aventura de Maximiliano, otra avenida entonces rural, conocida como Paseo de la Reforma al triunfo de la República, enlazaría el punto en que empezaba Bucareli con el Bosque de Chapultepec. En la unión de estas avenidas y la actual de Juárez se ubicó por largo tiempo la escultura de El Caballito.
Los primeros fraccionamientos de la ciudad se establecieron a lo largo de estos ejes, disparándose su desarrollo al avanzar la segunda mitad del siglo XIX, cuando se inicia una época de relativa paz y de desarrollo económico. Estos nuevos barrios se llamarán “colonias” desde entonces, y no era casual que algunas llevaran en su nombre una referencia al Paseo de la Reforma, como las colonias del Paseo y la Nueva del Paseo, posteriormente absorbidas por la colonia Juárez, lo mismo que una fracción de la antigua colonia La Teja, que se ubicaba a ambos lados de la avenida: la parte sur se incorporó a la Juárez y la norte integra a la mayor parte de la actual colonia Cuauhtémoc.
Otras colonias se distribuyeron en esta misma área, como la Tabacalera y la San Rafael, sobrepuestas a la más antigua de todas, la colonia de los Arquitectos. Todas ellas tenían un rasgo común: un trazo urbano más moderno que el de la vieja ciudad colonial, con calles anchas muchas veces jardinadas, imitando las nuevas urbanizaciones tanto europeas como de los Estados Unidos. No fue una casualidad que las familias adineradas comenzaran a abandonar el Centro y, al lado de los nuevos ricos del porfiriato, erigiesen suntuosos palacetes a lo largo del Paseo de la Reforma y de otras calles de gran demanda en la época, como Londres, Hamburgo, Niza, Florencia y Génova, cuya nomenclatura es un indicio de la tendencia cosmopolita de la arquitectura que en ellas se levantaba, y que muy pronto cambió el paisaje de la Ciudad de México. Los cronistas de la época no dejaban de mencionar que parecían calles de algún barrio nuevo de una ciudad europea. Las residencias adoptaron las formas consagradas por la Escuela de Bellas Artes de París, que era el modelo de nuestra Academia de San Carlos. Ya no tenían patios, como las casas coloniales, sino jardines al frente o a los lados, y los ornamentos reproducían los de la arquitectura clásica, incorporando escaleras suntuosas, esculturas, balaustradas, vitrales, mansardas (para nevadas inexistentes) y buhardillas.
Al iniciarse el siglo XX, otras arterias, como Insurgentes, se sumarán al grupo de ejes que permitieron la creación de nuevas colonias, como la Roma y la Condesa, en los primeros años del nuevo siglo. La primera se hace a imagen y semejanza de la Juárez, a la que está muy próxima, con pequeños parques como el Río de Janeiro y el Ajusco, y calles generosamente arboladas, como la de Jalisco (actualmente Álvaro Obregón). La Condesa se desarrolla un poco después, limitada por la antigua calzada de Tacubaya, que terminaba al final del Paseo de la Reforma.
La colonia Hipódromo, que toma su nombre del estadio que hubo en ese lugar durante un tiempo, se adhiere a la Condesa y entre ambas ofrecen una interesante colección de arquitectura art déco y funcionalista (ésta también en la Cuauhtémoc). Sin duda las construcciones que rodean al magnífico Parque México, o que se alinean en la calle oval de Ámsterdam, en la Hipódromo, integran uno de los paisajes urbanos más apreciados de la ciudad. En la Condesa y la Hipódromo no sólo existe la casa unifamiliar, como en las colonias precedentes, sino que también aparece el edificio de departamentos, que es parte integral de su tejido y estilo de vida.
El Paseo de la Reforma y las colonias mencionadas fueron en su momento parte de los márgenes de la ciudad, y era inevitable que la expansión de la misma las dejase en el centro, con lo que sus antiguas construcciones perdían razón de ser: en el Paseo las mansiones de uno o dos pisos fueron reemplazadas por torres de oficinas; en la Juárez y la Roma las casas alojan ahora a restaurantes y tiendas, aunque muchas dejaron su lugar a nuevos edificios de uso comercial. Pero las colonias que ya habían incorporado edificios habitacionales de mayor altura desde sus inicios, como la Condesa y la Hipódromo, han podido mantener su carácter de barrios residenciales, aunque en las plantas bajas hayan aparecido las numerosas cafeterías, restaurantes, bares y tiendas de distinta clase que ahora caracterizan a este sector de moda en la Ciudad de México.
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