Con sello de belleza y distinción (Michoacán)
Desde mucho antes de la llegada de los españoles, la antigua Michoacán.
Vive una experiencia única:
Adrián Téllez, guía experto de Tlalpujahua y mariposas monarca
La tierra de los purépecha, se preciaba de ser algo así como un vergel, con sus densos bosques y paisajes poblados de tupida vegetación, extensas cañadas como la de los once pueblos, amplios valles ornamentados con lagos y lagunas de singular belleza, elevadas montañas y volcanes y un gran litoral con infinidad de indescriptibles rincones. Además, fue una importante región donde se desarrolló una cultura indígena de gran relevancia y trascendencia, aunque no podemos olvidar su rica tradición virreinal.
En este periodo, la amalgama de elementos culturales permitió que Michoacán se fuera convirtiendo en algo especial, pues un poco de su ser colonial se ha ido plasmando en cada una de las expresiones de su arquitectura, desde el siglo XVI hasta los albores del siglo XIX. En la rica gama de la expresión cultural y artística lograda en estas tierras, encontrará pintorescos poblados en los que la evangelización franciscana dejó magníficos ejemplos constructivos, como en Angahuan, Tzintzuntzan, Quiroga y Pátzcuaro, lugares todos con una buena muestra de arquitectura civil y religiosa, o como los candorosos pueblecitos de Naranja de Tapia, Tupátaro y Erongarícuaro, con sus muestras de arte popular engarzadas al simbolismo cristiano.
Las regiones geográficas de Michoacán cambian, pero en todas ellas encontrará magníficos ejemplos del trabajo de frailes, hombres y mujeres que levantaron recias edificaciones, templos, conventos y señoriales palacios y casonas, todos con un sello particular de belleza y distinción. Baste recordar aquí a la ciudad capital, la célebre Morelia, con su imagen de rosas canteras y las grandes torres de su catedral, sus jardines y plazas, su antiguo Colegio de San Nicolás, el majestuoso Palacio Clavijero, los conventos de monjas con sus templos y retablos y muchas otras construcciones que embellecen a la ciudad y que parecen arraigarse con la gran cantidad de leyendas y consejas populares en torno a ellas. Después, hay que mencionar también a los bellos y pintorescos poblados de antigua tradición minera, como Tlalpujahua, donde la bonanza de los socavones dio para la construcción de bellos templos y palacios solariegos que perduraron mientras la riqueza duró. Otras poblaciones aledañas a los lagos y asentadas en la sierra, conservaron su sencilla fisonomía de callejuelas empedradas, con sus templos de austeras formas en los que se conjugaron la fortaleza de los evangelistas y la ingenuidad de los indígenas para lograr verdaderos ejemplos de fervor popular. En esas poblaciones, también las simples formas de las casas y edificios procuraron adaptarse a la geografía circundante usando la madera, el tejamanil y otros recursos de la naturaleza.
Una visita por Michoacán le permitirá descubrir un mundo diferente, porque en cada rincón de su amplio territorio encontrará un paisaje distinto, con restos de una larga tradición en la que confluyen las creencias y un espíritu que aún suele hablar en tarasco.
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