Descubriendo México en bicicleta: camino a Córdoba
Sigue el recorrido en bicicleta de Annika y Roberto por México en esta ocasión viajan desde Puebla hasta el estado de Veracruz.
Olvídate de la rutina y escápate:
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El Paso de Cortés había quedado atrás. Y la ciudad de Puebla nos recibía con los brazos abiertos. En Puebla teníamos donde llegar con nuestros grandes amigos Humberto y Mariana, dos aventureros que en su luna de miel decidieron volar a Cuba y descubrir el país en bicicleta.
Era la primera vez que estaba en Puebla y desde que llegamos nos gustó. Para entrar a la ciudad contaba con varias ciclovías, incluyendo unos puentes diseñados especialmente para ciclistas que cruzaban avenidas principales con mucho tráfico.
Nos quedamos en la ciudad varios días. Aprovechamos de la gran hospitalidad que Beto y Mariana nos brindaron e incluso festejamos el cumpleaños de Annika en la ciudad.
Puebla tiene mucho que ofrecer e intentamos vivirla al máximo. Dentro de la lista de cosas que hicimos, no pudimos dejar de probar un mole de maracuyá para chuparse los dedos, tomar varias pasitas (sin poder llegar a las 100) en la legendaria cantina ¨Las Pasitas¨, caminar varios kilómetros por el alucinante centro histórico y visitar el impresionante Museo del Barroco.
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De todo esto, lo único que nos llevamos de Puebla fue un deseo desbordado de regresar y vivir la ciudad aún más. Me sentí gratamente sorprendido de la inmejorable experiencia que tuvimos, sobre todo lo fácil que fue andar en bicicleta en ella.
Amantes de las Cemitas
Descansados, paseados y alborotados dejamos la ciudad de Puebla para descender de 2,100 a 800 metros de altura en nuestra siguiente gran parada: Córdoba, Veracruz.
El camino a Córdoba se caracterizó por la tranquilidad. La ruta era casi en su totalidad de bajada. El clima nos favoreció, aunque todavía era temporada de lluvia. Nos tomamos el tiempo necesario para pararnos y tomar fotos de las cosas que nos interesaban.
A 35 kilómetros de haber salido hicimos una parada estratégica en un local donde vendían jugos, aguas, tortas y cemitas. La verdad es que ni teníamos hambre pero, ¿quién le puede decir NO a una cemita de choriqueso? La cemita era tan grande que no nos la pudimos acabar y nos la llevamos como un refrigerio para el camino.
Con el sol de aliado seguimos nuestro camino y decidimos tomar un atajo que mostraba el mapa. El camino recortaba 15 kilómetros, pero lo hacía sobre un camino de terracería por donde pasaba un río. Al inicio el camino no solo era cómodo sino lleno de naturaleza. Pedaleamos a lado de diversos tipos de nopales y hasta pudimos ver de cerca un falso camaleón o lagarto cornudo, uno de los milagros naturales más especiales de nuestro recorrido.
El falso camaleón es un reptil difícil de ver a la intemperie, ya que tiene una gran facilidad de camuflaje. Una de las cosas que lo hace tan particular es su forma de defenderse de sus depredadores. Cuando el falso camaleón se ve amenazado, avienta chorros de sangre por sus ojos. Afortunadamente no presenciamos ese espectáculo si no, no sé qué hubiera hecho.
El camino -por momentos- se volvió intransitable para nuestras bicis y tuvimos que cargarlas por unos cuantos kilómetros, pero todo eso había valido la pena. Aquella noche acampamos cerca de un árbol y cenamos los restos de nuestras cemitas.
Momentos de adrenalina
El siguiente día fue aún más fácil. La bajada seguía hasta Córdoba. Nuestro camino nos llevó de cerca por el majestuoso Pico de Orizaba, pero no tan cerca como yo hubiese querido; una razón más para regresar a Veracruz. A unos 30 kilómetros de llegar a Orizaba nos topamos con una vista espectacular.
Cruzamos justo al lado del Parque Nacional Río Blanco. La carretera por donde íbamos era pura bajada y era tan pronunciada que hasta había señales dibujadas en el piso que indicaban a los carros que podían tomar el carril contrario ya sea para subir o bajar.
Afortunadamente para nosotros, nos tocaba bajar. Debo decir que los autos y los camiones se portaron a la altura. En ningún momento nos sentimos en peligro y de hecho los camiones grandes hacían un gran esfuerzo para frenarse y darnos espacio suficiente en la carretera de dos carriles sin acotamiento.
Una nueva atracción
Dos horas después estábamos en Orizaba. Al entrar a la ciudad, un ciclista llamado Aaron se nos acercó y nos ofreció ayuda. Le dijimos que íbamos a Córdoba y nos ofreció mostrarnos el camino más seguro hacia la carretera, no sin antes llevarnos al recién remodelado Ecoparque Río.
El Ecoparque Río es un parque público y zoológico por el cuál puedes caminar sobre el camellón. Aaron nos explicó que se hizo eso para rescatar al río de contaminación. Lamentablemente teníamos a unas personas esperándonos en Córdoba y no pudimos quedarnos más tiempo para explorar Orizaba, el cual, por cierto, es un Pueblo Mágico.
A unos minutos de que el sol se ocultará llegamos a Córdoba. El día había fluido de maravilla y al estar en contacto con tanta gente linda y naturaleza extraordinaria volvió a reafirmar la razón por la cual amamos viajar en bicicleta.
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