Los deliciosos dulces y chocolates de Tlaquepaque
Te llevamos por un recorrido gastronómico hasta el Pueblo Mágico de Tlaquepaque en Jalisco. Si eres amante de los dulces tradicionales, este tour es para ti.
Si existe un lugar donde la creatividad dicta el día a día de los habitantes, ese es Tlaquepaque. No es secreto que el Pueblo Mágico jalisciense es uno de los destinos ideales en el país para comprar artesanías y piezas de arte. Pero en el último viaje que realicé, descubrí que también es un paraíso para los amantes del buen chocolate y los dulces tradicionales.
Desde El Parián solo hay que caminar una cuadra para llegar a Nuestros Talleres, un proyecto que inició el pasado noviembre de 2018 y que se ha propuesto rescatar la manera tradicional de preparar los dulces mexicanos más populares.
Está ubicado en una casona amarilla de más de 150 años de antigüedad. Es fácil reconocerla por los marcos en las ventanas de mosaicos de talavera y el bello reloj verde, traído desde Zacatlán de las Manzanas, que adorna la puerta de entrada.
En el patio principal se exhibe una fuente creada por el escultor Rodo Padilla que homenajea una receta muy antigua de rompope. En la fuente están inscritos los ingredientes de esta receta: leche, azúcar, dulce de macadamia, huevo, canela, alcohol, mucho cariño y más cariño.
Lo que eran las habitaciones fueron convertidas en salas donde, además de la tienda de dulces, se exhibe de forma gratuita la manera de preparar los chocolates, las cajetas, el pinole y el famoso rompope de nuez de macadamia.
Lo interesante de Nuestros Talleres es que el visitante se involucra en la elaboración. En cada sala habrá alguien esperándote para mostrarte los ingredientes y los pasos a seguir. Al final terminarás degustando ese dulce que ya has conocido a profundidad.
Bendito chocolate
La chef chocolatier Cristina Taylor sabe transmitir su pasión por el cacao y los sabores que de él se desprenden. Ella es una de las anfitrionas que te recibirá en su taller que, más que eso, es un laboratorio no solo para ella que está detrás de estas creaciones, sino también para aquellos exploradores gastronómicos que como yo llegan esperando sorpresas.
Cristina tiene una idea muy clara: Tlaquepaque produce uno de los mejores chocolates, y está ahí para comprobárselo a cualquiera. El cacao que utiliza crece en la Selva Lacandona y en el Rancho del Lago en Chiapas. Luego llega aquí y es cuando la magia empieza. “El grano de cacao lo retiras del fuego cuando empiezas a percibir las notas”, explica Cristina, que al tostar el cacao ha reconocido sabores robustos como a chile y café. El resultado de aquella experimentación son las combinaciones más inesperadas para el paladar. Degustar un chocolate fino de chile serrano o un shot de tequila es solo el principio de una larga lista de sabores fortuitos.
Quizás sus chocolates más solicitados son los de mesa, esos que Cristina elabora solo con cacao y azúcar, pero con un toque de chai, anís, piñón, nuez o canela. Lo único difícil a lo que te tendrás que enfrentar es elegir cuál llevar a casa.
Sabores que alegran el alma
Al terminar la travesía por el mundo del chocolate, sigue el de la Cajeta Lugo. A pesar de que la fábrica original de este dulce se encuentra en Sayula, en este rinconcito conocerás el auténtico proceso de elaboración que comenzó don Jesús Lugo Cueto en 1973.
El tiempo ha pasado pero el procedimiento sigue siendo el original. La leche se vierte en un cazo de cobre en donde se agita a mano con ayuda de una pala de madera durante ás de tres horas. El toque final se lo da una capa de azúcar caramelizada que ayuda a mantener fresca la cajeta durante más de un mes.
Este dulce se conserva en un cajete —de ahí viene la palabra cajeta—, el curioso envase de madera de pino y que aprenderás a elaborar. Porque sí, este recipiente también está hecho por manos artesanas.
No pude irme sin probar el pinole hecho con siete semillas: habas, maíz, arroz, trigo, almendra, cacao y garbanzos. Además, un toque de anís, canela y ralladura de naranja. También aquí se realiza el mazapán que contiene solo cacahuate y azúcar. Fue el mazapán más fresco que he probado, pues lo prepararon en ese momento.
Para cerrar de manera muy especial el recorrido, llegué a donde las maestras rompoperas hacen su arte. La receta de la abuela de don Luis del Hoyo, quien es el propietario de la tienda Nuestros Dulces, es la misma que se emplea para elaborar el exquisito rompope. La leche se somete a cuatro hervores en los que se van agregando uno a uno los ingredientes y el alcohol, aquellos descritos en la fuente principal.
El momento más esperado fue probar el exquisito y original rompope cuya personalidad está marcada por la nuez de macadamia. Así terminé mi paseo por una faceta nueva para mí de Tlaquepaque, aquella en la que pude conocer su lado más dulce.
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