El Cristo Negro de Otatitlán, Veracruz
El fenómeno de los cristos negros, estudiado por Carlos Navarrete, es interesante. El investigador advierte que éstos se ubican en las rutas establecidas por los pochtecas o comerciantes prehispánicos. Durante este trabajo hemos hablado de la sustitución, y aquí tenemos en este lugar de otates (Otatitlán), un singular Cristo negro que suplantó a Yacatecutli o dios del comercio, también de color negro.
Los mejores caminos del pasado fueron los ríos y aquí tenemos el Papaloapan, ampliamente navegable, que desde los más remotos tiempos hasta nuestros días sigue siendo el mejor medio de transporte para la riqueza agrícola de este verdadero paraíso terrenal.
El señor decapitado
Otatitlán no tiene la raigambre y belleza urbana de Tlacotlalpan, en donde por cierto tenemos las fiestas de la Candelaria para el 2 de Febrero con todo el ambiente jarocho; pero tiene esta advocación sincrética que reúne multitudinarias presencias. La población debe su origen al marqués de Guadalcazar, Diego Fernández de Córdoba, poniéndola bajo la advocación de San Andrés.
Se sabe que Otatitlán fue mercado y lugar de trueque de los comerciantes indígenas. Hay varias leyendas, una le atribuye un mismo origen y hermandad con los famosos cristos negros de Esquipulas en Guatemala y el de Chalma en México. Otra versión dice que llegó en una balsa que se atoró en este sitio entre tamarindos.
Durante los años de la persecución religiosa, el gobernador de Veracruz, Adalberto Tejada, mandó decapitar al Cristo y quemarlo, pero por ser de madera de nacastle, no se quemó. La gente del pueblo le talló otra cabeza y cuando el gobierno devolvió el original, se colocó en una vitrina.
La imagen recibe un culto sincrético. No es raro ver que se celebra la misa y terminada ésta llega el brujo y practica limpias y hechicerías para curar el mal de ojo, malos aires y otros males que nos acosan.
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