El gato montés: felino de las zonas áridas de México
El gato montés, es uno de los 6 felinos que habitan en México. Acompaña a nuestro experto en sus exploraciones por Tamaulipas y descubre la importancia biológica de esta bella especie.
Características del gato montés
El gato montés o lince (Lynx rufus) es un felino de mediano tamaño que pesa entre 5 y 12 kg. La coloración de la parte superior de su cuerpo puede variar de un color grisáceo a un café rojizo, y en la mayoría de los casos posee manchas en forma de tostones.
El vientre y sus partes inferiores son siempre de un color más claro que el resto del cuerpo. En Florida, Estados Unidos, se han encontrado individuos melanísticos, es decir, que son totalmente de color negro. Las características que definen a los integrantes de este género son: su corta cola, de aproximadamente 15 cm de largo, y la extensión de pelo a manera de pincel en la parte superior de sus orejas.
Al parecer, esto último les sirve para captar con mayor precisión dónde se encuentran sus presas. A diferencia de otros felinos silvestres, es común observar a estos gatos sentados al lado de algún camino o vereda durante largo tiempo, para tratar de localizar posibles presas por medio de su agudo sentido auditivo.
¿Cómo se alimenta el gato montés?
La dieta del gato montés se compone principalmente de lagomorfos (conejos y liebres) y roedores, aunque algunas veces se aventura a cazar animales de mayor tamaño, como las crías de venado de cola blanca y las del pecarí de collar.
La función ecológica de este felino al controlar las poblaciones de roedores y lagomorfos es de suma importancia, tanto para el ecosistema como para los agricultores y ganaderos, aunque en ocasiones estos no lo comprendan.
Si bien es mayormente considerado como un carnívoro nocturno, el gato montés es, sin embargo, uno de los felinos americanos con mayor actividad diurna. Por ello, no es raro observarlo activo tanto por la mañana como al atardecer.
Su rango de distribución va desde el sur de Canadá hasta la parte central de México. Gusta habitar en terrenos de matorral y en lugares desérticos, aunque también se le puede encontrar en regiones con bosque de pino y encino. Es muy raro hallar poblaciones de estos felinos en lugares donde el bosque es denso, pues prefiere terrenos más abiertos.
Esta es una de las causas por las que no vive en los trópicos mexicanos, ni en el sur de México o en Centroamérica. La vida de los gatos silvestres es solitaria y solo se les puede ver en pareja durante la época de celo.
¿Cómo es su reproducción?
Se han reportado crías de estos felinos durante todo el año pero, en México, es en el verano cuando se tiene noticias del mayor número de camadas, conformadas desde uno hasta cinco cachorros.
Las crías viven con su progenitora hasta alcanzar un año de edad; pasado este periodo los cachorros son expulsados por su madre de su territorio y empiezan una vida errante que, en el caso de los machos jóvenes, se convierte en una prueba difícil, pues para establecerse en un área y crear su radio de acción es necesario que desplacen a otro macho adulto.
Son muy variables las necesidades de espacio (ámbito hogareño) que requiere el gato montés para sobrevivir. Los estudios efectuados difieren en los valores reportados que van desde 200 hasta más de 30 mil hectáreas, dependiendo de la disponibilidad de hábitat, presas y otros factores.
En el estudio que llevamos a cabo en Tamaulipas encontramos tamaños de ámbito de hogar de mil a 2 mil hectáreas en promedio. Entre los seis tipos de felinos que habitan en México —jaguar, jaguarundi, ocelote, margay, puma y gato montés— a este último se le considera el menos amenazado.
Todavía es posible cazarlo con un permiso especial y aunque en algún tiempo su piel tuvo valor comercial, debido a las condiciones climáticas de nuestro país, no resulta del todo apropiada para la peletería. En realidad ocurre que se le caza en cuanto se le descubre, en la creencia errónea de que representa una amenaza para los animales domésticos. Sin embargo, los daños que este felino pudiera causar al ganado son muy esporádicos.
El principal enemigo del gato montés: el ser humano
En las comunidades rurales donde aún existen, son frecuentes las historias donde el gato montés aparece como un villano sanguinario; sobre todo esto sucede entre los pastores de ganado lanar. Dicen que este animal no se conforma con atacar a una sola oveja, sino que puede matar varias de ellas en una noche.
Sin embargo, cuando indagué al respecto nunca pude encontrar verdaderos indicios de que esto ocurriera repetidamente, o siquiera que haya ocurrido alguna vez. También en algunas comunidades rurales se cree que este felino tiene propiedades medicinales, por lo que son cazados indiscriminadamente.
Tal comportamiento del hombre ha propiciado que el gato montés no sea abundante en los lugares donde habita. Al recordar que en México este felino encuentra su límite sur distribución, es necesario establecer medidas para proteger su condición actual en estado silvestre.
En busca del gato montés
Me encontraba en la zona norte del estado de Tamaulipas siguiendo a una hembra de gato montés a la cual le habíamos colocado un radiotransmisor en el cuello. Esto con el fin de medir sus movimientos en estado silvestre.
Debido a que el aparato no se encontraba trabajando correctamente, esa tarde me propuse localizarla y, de ser posible, observarla, para estar seguro de que se encontraba en perfecto estado de salud.
Lo primero que hice fue buscarla en el lugar que más le gusta para descansar: un bosquecillo de huizaches rodeado por una pradera de zacate salado. Aunque la señal que transmitía su radio era bastante débil, pude ubicarla y, al parecer, se encontraba dentro del bosque.
Bajé de la camioneta. Luego caminé lenta y silenciosamente por el zacate hasta situarme a unos 40 metros. A medida que me acercaba, la señal se fue haciendo más fuerte, pero los pulsos indicaban que la hembra no estaba activa. Entonces comencé a emitir un sonido con mis labios semejantes a los chillidos de alarma de un roedor.
De pronto, empecé a escuchar en mi radiorreceptor que la gata montesa se encontraba activa y que se acercaba rápidamente en dirección a mí. La señal era cada vez más potente, así que apagué mi receptor y, sin dejar de hacer el sonido de roedor, comencé a buscarla con la lente de mi cámara. Fue entonces cuando, sin previo aviso, pude ver esa oreja detrás de un mogote de zacate a tan sólo cinco metros del lugar donde me encontraba.
Un encuentro afortunado
Al principio pensé que se trataba de una hoja seca, pero al ver que se movía de atrás hacia delante me puse en alerta y al enfocar mi lente en esa posición, descubrí el ojo mirándome entre las briznas de zacate. No pude dejar de pensar que lo que estaba viendo podría haber sido la última visión de muchos animales de la pradera antes de morir violentamente en las garras de este felino.
Al seguir haciendo el ruido de roedor, la hembra comenzó a mover su cabeza fuera del mogote hasta que quedó totalmente al descubierto. Su mirada era de desconcierto pues, aunque me veía, no podía identificar qué clase de ser vivo era yo porque la cámara cubría totalmente mi cara. Sabiendo de antemano que estos felinos, si no son acorralados o heridos, son totalmente inofensivos para el hombre, me causó una gran hilaridad su asombro, pues donde la gata esperaba encontrar algún animal herido, había algo que, a su parecer, “no tenía cabeza”.
Comencé a bajar la cámara lentamente y pude ver que sus ojos se abrían al máximo; me descubrió y se dio cuenta de lo que pasaba. Entonces, sin dejar de observarme, empezó a retirarse muy lentamente, paso a paso, hasta que se ocultó detrás del mogote. En cuanto sintió que estaba fuera de mi vista salió corriendo, y de tres largos saltos alcanzó la orilla del bosquecillo donde desapareció tan rápidamente como había llegado.
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