El Valle de La Grulla, una belleza en Baja California
El Valle de la Grulla es uno de los paisajes más asombrosos de Baja California. ¡Sus enormes pinos de más de 50 m de altura te sorprenderán!
En el corazón de la Sierra de San Pedro Mártir, en Baja California, se encuentra un paraje de árboles gigantes: el Valle de la Grulla. Se localiza a 2,100 msnm en la meseta principal, la más alta de la península de Baja California. Para acceder a este lugar sólo se puede llegar a pie o en caballo. En el centro del valle hay un arroyo donde los caballos pueden refrescarse. Aun lado, se encuentra una pequeña poza llena de peces, donde se puede nadar.
Flora y fauna del Valle de la Grulla
Hace miles de años, cuando el clima era más húmedo y frío, había lagos. Sin embargo, poco a poco se fueron secando hasta cubrirse por el arenal. El Valle de la Grulla es el más bello y extenso de todos los que conforman la meseta. Entre su flora destacan varias especies de pinos que llegan a alcanzar los 50m de altura. También se pueden encontrar juníperos, encinos, álamos, alisos y sauces. Algo que sorprende es que también hay rosales de castilla nativos de Baja California. En 1769, el padre Junípero Serra registró el hallazgo de esta flor.
En cuanto a la fauna, este valle es hogar de muchas especies: víboras de cascabel, culebras de agua, murciélagos, ardillas, sapos, truchas, halcones y cóndores. También existen especies de mayor tamaño como borregos cimarrón, gatos montés, zorrillos, venados cola blanca y coyotes, entre otros tantos que viven aquí.
Habitantes del pasado: los indios kiliwa
Los primeros en habitar el Valle de la Grulla fueron los indios kiliwa, del tronco yumano, moradores milenarios de esta sierra. La huella de su presencia está por todas partes. Se aprecia en los numerosos sitios de arte rupestre, campamentos, metates, morteros, puntas de flecha y tepalcates. Eran nómadas y cambiaban de campamento constantemente, dependiendo de las estaciones del año. Vivían principalmente de la cacería y recolección de bellotas y piñones. Los kiliwas llamaban al Valle de la Grulla con el nombre de “Casilepe”, hasta la fecha se ignora su significado.
Los primeros europeos llegaron en 1766. Fue el misionero jesuita Wenceslao Linck, de origen checo, quien exploró el norte de la península desde su misión de Francisco de Borja. Para llegar a la sierra cruzó la vertiente del Pacífico hasta el desierto de San Felipe.
En 1794, después de arduas exploraciones, los misioneros dominicos establecieron la misión de San Pedro Mártir de Verona. Inicialmente la ubicaron en el Valle de la Grulla, desde ese entonces el valle tenía dicho nombre. Aunque se desconoce la razón exacta, se cree que alguno de los exploradores vio una o varias grullas y de ahí surgió la denominación.
La región tenía abundante agua, pastos, tierra para cultivo y varias rancherías kiliwa. Así que los misioneros lo encontraron apropiado para establecerse. Sin embargo, no contaban con el intenso frío y las temperaturas bajas que alcanza la parte alta. Durante el invierno, las fuertes nevadas dificultan todo tipo de comunicación y trabajos. Por estas razones, la misión de San Pedro Mártir sólo duró pocos meses en el valle. Tuvieron que trasladarla a un sitio más bajo, hacia el sur. Actualmente en el Valle de la Grulla aún pueden verse vestigios de la misión.
Ganadería
Con los misioneros llegaron soldados y civiles. Estos últimos, al colapsar el sistema misional, se convirtieron en ganaderos. Así dieron vida a una de las tradiciones más antiguas de Baja California: los vaqueros. El Valle de la Grulla fue uno de los sitios favoritos para concentrar el ganado en grandes corrales. Pues durante el verano abunda el pasto. Así nació la ganadería en esta región, la que era atendida por los vaqueros misionales desde las misiones de Santo Domingo, al pie de la sierra, y la de San Pedro Mártir.
¿Cómo visitar el Valle de la Grulla?
Para vivir una experiencia completa, te recomendamos acampar entre los grandes pinos. El pasto es suave y está cubierto de hojas secas. Sentirás que estás en un cómodo colchón, sólo basta montar la tienda y extender una bolsa de dormir. Aquí también se halla el Picacho del Diablo, una mole de granito del Cretácico (con 100 millones de años de edad). Este lugar se erigió del desierto, hasta casi tocar el cielo con 3,100 msnm, que marcan la cima de la sierra.
En el valle hay un manantial y una gran poza con truchas. Aprovecha para dar largas caminatas, tomar fotografías, admirar la flora y la fauna y descubrir vestigios arqueológicos. Puedes visitar las huellas de la primera misión de San Pedro Mártir, cabalgar y platicar con los vaqueros de la región, conocer sus historias y forma de vida.
Conocer lugares como éste es un verdadero privilegio. Estar en contacto con la naturaleza sin accesorios ni tecnología, te servirá para despejar tu mente y llenarte de paz. Ten en cuenta que si el Valle de La Grulla se ha conservado casi intacto es porque no tiene accesos para vehículos. Sé un viajero cuidadoso y respeta cada lugar que visites.
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