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El Yucatán interminable… digno de atesorar

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El universo yucateco es mucho más que la imagen convencional de ese triángulo invertido que corona a la península, y esque ahí reposan, entre el calor y la humedad del eterno verano, vestigios mayas, costumbres mestizas y gran cantidad de tradiciones.

Las regiones geográficas en las que se divide el estado son la Costa, la Planicie y la Sierrita. Pero para recorrerlo es más fácil orientarse tomando a Mérida como un “centro” que seguramente nos conducirá por los puntos más atractivos.

Muy cerca de la capital del estado, a un paso de la prehispánica Acanceh, está Kanasín, donde además de visitar la ex hacienda de San Antonio Tehuitz se pueden comer los mejores antojitos yucatecos. A una hora de Mérida, las tres culturas: prehispánica, colonial y mestiza, se dan cita en la bella ciudad de Izamal.

En el norte, bañado por el Golfo de México, abundan poblaciones en las que aún sin ser puertos de mar se respira esa humedad del trópico, así que junto con los asentamientos estrictamente costeros, como Progreso y Celestún, están también otros como Dzityá, donde se produce el mejor trabajo artesanal de labrado de piedra y de torneado de madera del estado.

Más hacia el oeste, a menos de una hora de Mérida, se llega a Hunucmá, famosa por su industria zapatera, donde se puede conocer el austero templo parroquial de San Francisco, que data del siglo XVI. Sisal es un antiguo puerto y pueblo de cabotajes, que fuera el principal de la península en el siglo XIX. Su nombre deriva de la antigua denominación del henequén. Ahí vale la pena conocer el antiguo Castillo, reducto de la época colonial, construido como defensa contra los piratas.

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Con sólo un año menos que Mérida, Valladolid (fundada en 1543 por Francisco de Montejo el sobrino) se convierte en la segunda ciudad más antigua del estado. Llamada por su belleza “la Sultana de Oriente”, Valladolid se distingue por la elegancia de sus templos y por su trazo urbano.

Tizimín, patronímico que deriva del mayatsimin(“tapir”), es hoy una de las ciudades más prósperas y grandes del estado; sin duda la mejor época para visitarla es entre el 5 y el 8 de enero, cuando se celebra la fiesta patronal de los Santos Reyes con gremios, feria ganadera y espectáculos.

Al oriente del estado, cerca de Tizimín, se encuentra Buctzotz, donde se levanta el templo de San Isidro Labrador, el cual data –como muchos– del siglo XVI. La imagen de la Inmaculada Concepción que se venera en este templo es de origen guatemalteco.

Al sur del estado hay un pequeño centro artesanal en el que se elaboran guayaberas, hipiles, blusas y vestidos bordados, entre otras prendas; su nombre es Muna y ahí emerge la única elevación natural de la planicie yucateca: es elMul Nah, localizado a dos kilómetros del pueblo, desde el cual se tiene una magnífica panorámica de la villa de Muna y de la serranía Puuc. En esta región también están Ticul, población de calzado y alfarería famosos en toda la península, y Oxkutzcab (“lugar del ramón, el tabaco y la miel”), fundada por los mayas Xiues y hoy convertida en un importante centro productor de cítricos de la mejor calidad.

Por todo lo anterior, no es difícil entender que con tal cantidad de poblaciones, la riqueza del estado en cuanto a sitios para conocer y recorrer es también de una gran diversidad, porque además de ruinas arqueológicas y ciudades prehispánicas, de Mérida, la hermosísima y mestiza capital, de los puertos turísticos y familiares y de las bellezas naturales, se puede afirmar con toda seguridad que por las carreteras yucatecas asoman, kilómetro a kilómetro, innumerables poblaciones que encierran historias, sabores y leyendas de gran prosapia y encanto, dignas de conocer, de disfrutar y de atesorar.

Fuente: Guía México desconocido No. 85 Yucatán / diciembre 2002

mayas
autor Conoce México, sus tradiciones y costumbres, pueblos mágicos, zonas arqueológicas, playas y hasta la comida mexicana.
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