Escalando la prehistoria. De la aventura a la cultura (Chiapas) - México Desconocido
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Escalando la prehistoria. De la aventura a la cultura (Chiapas)

Chiapas
Escalando la prehistoria. De la aventura a la cultura (Chiapas) fifu

La sima de Las Cotorras es sorprendente no sólo por su tamaño sino también por su gran aportación de materiales arqueológicos.

La sima de Las Cotorras es sorprendente no sólo por su tamaño sino también por su gran aportación de materiales arqueológicos.

Más de 80 kilómetros de cañón, un largo anfiteatro calcáreo majestuosamente enigmático, y un lugar parcialmente habitado por seres con cualidades específicas e incomparablemente bello, son el escenario de una investigación que al mismo tiempo es una aventura donde se mezclan los peligros alpinísticos y los descubrimientos arqueológicos.

Lo que leerán en estas páginas no llega a ser un diario de los muchos viajes realizados a la sima de Las Cotorras, sino la crónica de una larga exploración que trae a la luz testimonios inéditos de civilizaciones arcaicas, los cuales abren varias interrogantes en la historia de Chiapas.

En lo profundo de la sima se comen el silencio sus bulliciosos habitantes: centenares de cotorras que juegan con vuelos espiraliformes para ascender a la superficie. Es esta enorme cavidad un lugar absolutamente bello que regala la emoción de un descubrimiento arqueológico.

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EN BUSCA DE LOS DIBUJANTES DEL PASADO

En los años que pasé escalando las paredes del cañón del río La Venta tuve la gran oportunidad de encontrar decenas de pinturas rupestres que plantean muchas preguntas tanto sobre su significado como sobre sus autores.

¿Para qué se trabajó con tanto ahínco en el diseño de estas pinturas realizadas en las altas paredes, arriesgando la vida? ¿Qué significan? ¿Qué secretos guardan el cañón y sus cuevas? ¿Qué mensajes debemos interpretar y qué ideas de estos hombres del pasado debemos desenmarañar?

Las paredes del cañón han sido exploradas, hasta ahora, sólo parcialmente, y ya he descubierto unas 30 pinturas cuya ejecución debió haber estado ligada a la frecuentación ritual de las cuevas, muchas de las cuales permanecen sin investigar.

Las pinturas, casi todas de color rojo, presentan figuras antropomorfas, zoomorfas y geométricas: signos, círculos, semicírculos, cuadros, líneas y muchos otros temas. Es muy probable que hayan sido realizadas en distintos periodos a lo largo de toda la historia prehispánica del cañón, y esto podría ser la causa de las diferencias estilísticas que muestran: algunas son aparentemente bruscas y simples, mientras que otras se ven mejor elaboradas.

Muchas veces, cuando escalo, imagino que el hombre del pasado plasmó en los dibujos su pensamiento y que en ellos reside un mensaje que hasta el momento no hemos podido entender. Pero antes de interpretar, mi tarea es la de catalogar, y por eso tomo fotos de todas las pinturas que voy encontrando.

La cantidad de dibujos me lleva a pensar en el número de individuos que trabajó en esto, ya que pintar a esta altura y con tal profusión debió de requerir de un considerable número de gentes, quizá de varias generaciones a lo largo de muchos siglos. Sin embargo, lo más importante por analizar sería el motivo que impulsaba a la gente a pintar a estas alturas. Debió existir una causa de tal naturaleza que hiciera que valiera la pena arriesgar la vida en la realización de obras con ese grado de dificultad.

Uno de los mejores ejemplos de la complejidad de las pinturas y de las dificultades que implicó su ejecución es el caso de esta sima de Las Cotorras. De todas las simas encontradas en el municipio de Ocozocoautla, la de Las Cotorras es la más sorprendente, no sólo por su tamaño sino también por su gran aportación al patrimonio arqueológico. La sima, una formación geológica debida al intenso carsismo típico del área, tiene un diámetro de 160 metros y una profundidad de 140. Las paredes muestran pinturas rupestres que debieron ser realizadas con métodos alpinísticos ancestrales, ya que el descenso nos aleja cada vez más de la pared por la presencia del extraplomo, así que se tuvo que descender y luego escalar para plasmar ahí el mensaje.

Entre las pinturas de la sima de Las Cotorras se encuentran figuras de varios tipos; frecuentemente aparecen dibujos circulares, espiraliformes y siluetas humanas. Un grupo de tres figuras me parece sumamente interesante; a la izquierda se observa la imagen de una cara de perfil, que he bautizado como “El Emperador”, con un gran tocado o elemento decorativo sobre la espalda y atrás de la cabeza. De la boca del individuo sale un signo que parece ser una vírgula de la palabra, signo utilizado para indicar la emisión de un sonido, y uno más de la parte superior frontal que parece tener una función análoga de pensamiento-palabra. A su derecha está “El Danzante”, de cuya cabeza en forma de corazón salen unas líneas (dos a cada lado) que quizá representen un tocado de plumas, muy parecido a lo que se observa en la figura incisa en el piso de una de las terrazas de la cueva denominada El Castillo. El grupo de figuras cuenta con la imagen simplificada de otro hombre, el “Guerrero” o “Cazador”, que tiene un arma en la mano derecha y otro elemento en la izquierda, que podría ser un escudo o el objeto de su caza. Este pictograma de tres elementos conjugados seguramente fue hecho en un mismo momento y por la misma mano, ya que el color es exactamente igual en las tres figuras y se entiende que éstas expresan un solo mensaje.

Aunque la interpretación de las pinturas rupestres es difícil y complicada, me parece que los dibujos de la sima de Las Cotorras pueden estar relacionados con conceptos astronómicos. Si bien el hombre moderno no observa el cielo y va perdiendo su conocimiento, seguramente en el pasado no sucedía lo mismo.

Para los antiguos pueblos agricultores la observación del cielo era una actividad cotidiana, ligada tanto al trabajo en los campos de cultivo como a las actividades espirituales. La figura con penacho que emite un sonido, por ejemplo, está directamente relacionada con la posición del sol en los equinoccios.

En mis largas estadías en el interior de la sima me di cuenta de que desde este abismo circular se pueden observar los meses por el desplazamiento del sol a lo largo del año, tomando como referencia los bordes de la pared, y posiblemente las diferentes posiciones del sol, fueran marcadas con figuras que indicaban las actividades propias de cada temporada. A otros eventos astronómicos podrían estar relacionadas las demás figuras, como los círculos, que pueden interpretarse como representaciones del sol. En otra pintura vemos claramente la silueta de la luna en cuarto menguante, junto a un objeto brillante con cola, y a su derecha inferior encontramos una luna más, aparentemente eclipsando al sol.

El ejemplo de la sima de Las Cotorras es sólo uno de los muchos que demuestran que el cañón del río La Venta requiere una investigación metódica, en donde a la arqueología se sumen muchas otras disciplinas. Una de ellas, aunque pueda parecer extraño, es el alpinismo, facultad que nuestros antepasados debieron conocer mucho mejor de lo que creemos.

Cuando escalo altas paredes de hasta 350 m de verticalidad o paredes extraplomadas, no puedo imaginar cuáles eran los alcances técnicos de los antepasados para llegar hasta estas cuevas, pintar y depositar, con la finalidad que fuera, objetos o cadáveres.

Si los antiguos escalaban y arriesgaban su vida con fines sagrados nosotros lo hacemos para fines de entendimiento. Las paredes del cañón del río La Venta, los grandes abismos y las cuevas son un legado de conocimientos; hay ahí un tesoro de secretos prehistóricos y prehispánicos, y todos los sitios están repletos de datos que siguen arrojando miles de cuestiones. Todavía no podemos contestar dichas interrogantes, pero lo que sabemos es que nuestro arte rupestre representa una riqueza del pasado y que las pinturas son huellas de nuestra historia.

Fuente: México desconocido No. 276 / febrero 2000

autor Conoce México, sus tradiciones y costumbres, pueblos mágicos, zonas arqueológicas, playas y hasta la comida mexicana.
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